11 de junho de 2011

Jóvenes ricos y violentos, nuevo problema chino

Preocupación social
Laia Gordi
Para LA NACION
Sábado 11 de junio de 2011

PEKIN.- Yao Jiaxin, de 21 años, fue ejecutado el martes pasado por haber atropellado y después asesinado a puñaladas a una mujer para evitar que le reclamara una indemnización. Ni su juventud ni su estatus social de clase media alta (valores en alza en la sociedad) evitaron que el crimen que cometió fuera considerado por la opinión pública china "demasiado cruel" y que la presión social ayudara a moldear el fallo de la corte.
La condena del crimen, que llegó después de otro asesinato parecido, sentenciado en enero, abrió un debate nacional, sobre todo en Internet y en televisión, acerca de la llamada "segunda generación rica". Yao, un estudiante de música, confesó haber asesinado a Zhang Miao, una joven madre de 26 años, camarera en una cafetería. La apuñaló ocho veces después de atropellarla con su auto, la noche del 20 de octubre pasado, porque pensó que sería difícil llegar a un acuerdo con una mujer ordinaria y que pediría mucho dinero, según informó la agencia gubernamental Xinhua.
Aunque el golpe casi no le había causado heridas, vio que ella memorizaba la matrícula y no lo pensó dos veces. Luego escapó; unos días después, se entregó en una comisaría, acompañado por sus padres.
China parece tener dificultades para enderezar el odio de clases nacido de la creciente brecha entre ricos y pobres, especialmente agudo entre los jóvenes hijos de familias acomodadas. La generación de jóvenes hijos únicos, llamados los "pequeños emperadores", ha sido sobreprotegida y está expuesta a una fuerte presión para lograr superar el éxito de sus padres.
Recientemente, se han hecho públicos varios casos de jóvenes que atacan con brutalidad a peatones, ciclistas o campesinos sin temor a la autoridad, seguros de que los contactos o el dinero de sus padres los protegerán. Pero el anonimato de Internet, en China, permite que la red se convierta en un espacio de denuncia o un tribunal popular para estos crímenes.
En plena polémica por el caso de Yao y antes de que se conociera el veredicto del jurado, la televisión estatal CCTV emitió un programa especial con una entrevista al joven, quien, llorando, se disculpó ante la víctima y su familia.
En el show también aparecía una psicóloga que analizaba los actos de Yao; explicaba que había sido obligado por sus padres a aprender a tocar el piano y que se acostumbró a descargar su rabia contra las teclas. La profesional concluyó que el comportamiento del acusado al apuñalar ocho veces a la víctima respondía a un mecanismo de repetición de su actitud delante del piano.
La sociedad china percibió el programa de TV como un retrato positivo del asesino y, por lo tanto, sintió que el Estado chino defendía o justificaba los actos del joven. Los internautas, a través de los medios que permitieron la discusión pública, hicieron estallar la polémica. Finalmente, el tribunal sentenció que el crimen de Yao había sido "extremadamente despreciable y extremadamente cruel", y condenó al joven a muerte, a pesar de su confesión y arrepentimiento.
Sólo unos días antes del crimen cometido por Yao, el 16 de octubre, Li Qiming, un joven de 23 años que llevaba en auto a su novia a la residencia universitaria donde se alojaba, atropelló a dos chicas y mató a una de ellas, Chen Xiaofeng, estudiante de 20 años. Cuando los que estaban allí intentaron evitar que huyera, Li se puso a gritar "¡A ver, denúncienme! ¡Mi padre es Li Gang!".
La frase se hizo famosa en Internet. Los cibernautas descubrieron que Li Gang era un alto funcionario de la policía y la red se llenó de muestras de rabia por el intento del joven de usar las influencias de su padre para sortear la justicia.
La presión de la opinión publica llegó a tal nivel que el 9 de noviembre la censura gubernamental cerró los comentarios de los foros relativos al caso. El tribunal se reunió en enero y condenó a Li a seis años de prisión y a compensar a las víctimas.
Ante tanto debate, la red china, con sus 400 millones de usuarios, se ha convertido en un palco de justicia. A pesar de la censura, el control y las restricciones, los foros en línea son capaces de crear movilizaciones que persuaden a las autoridades, que temen, hasta en el mundo virtual, que las masas se lamenten, reclamen y exijan, en el mundo real, justicia.

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