3 de julho de 2011

Una libertad que cubre los videojuegosviolentos

Juana Libedinsky
Domingo 03 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa
NUEVA YORK.- En un videojuego muy popular en Estados Unidos, el participante debe disparar sobre John F. Kennedy cuando su comitiva pasa frente al depósito de libros escolares de Dallas donde se apostó Lee Harvey Oswald para asesinar al mandatario, en 1963.
Al parecer, no sería esa la única conexión que puede hacerse entre los videojuegos violentos y los libros: en una reciente decisión, la Corte Suprema sostuvo que si un menor puede comprar los cuentos donde se pueden leer párrafos como los que dicen que "los ojos de las medias hermanas de Cenicienta son arrancados por palomas" y Hansel y Gretel "matan a su secuestradora quemándola en el horno", también debería poder comprar videojuegos violentos.
De esta manera se declaró inconstitucional una ley que buscaba imponer multas a quienes vendiesen los juegos Mortal Kombat y otros similares a los chicos. Se subrayó que la libertad de expresión protege los videojuegos porque comunican ideas y mensajes sociales tanto como los libros, las obras de teatro y las películas, usando tanto viejas técnicas literarias, como los personajes y el argumento, como técnicas del nuevo medio.
Algunos jueces votaron en contra, citando estudios que vinculan el comportamiento agresivo con quienes usan estos videojuegos (pero no con quienes leen Blancanieves ); y naturalmente todo reavivó la eterna discusión sobre el papel de los padres y del Estado ante el consumo que realizan los hijos.
Pero, además, como sí se aplican en Estados Unidos leyes de obscenidad para el consumo que hacen los menores, muchos medios comenzaron a preguntarse qué dice de sí misma una sociedad donde el sexo es considerado peor que la violencia. Justo esta semana hubo un vuelco en el caso Dominique Strauss-Kahn que hizo que se pasara de una actitud de justificación a las actitudes puritanas frente al sexo a una de mayor condena a éstas. Sobre ese punto girará, seguramente, el próximo gran debate.

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