13 de janeiro de 2014

La deserción puede con los cursos ‘online’


El abandono de los másteres virtuales es del 35% y llega al 90% en los MOOC

Una alumna sigue la clase a través de su tableta. / LUIS SEVILLANO
En España la formación online no acaba de entrar por el aro. La tasa de abandono, según la Escuela Europea de Dirección de Empresa (EUDE), se sitúa en torno al 35% en másteres y posgrados y llega hasta el 90% en los denominados MOOC (massive opening on line course),que han invadido literalmente el mercado. Un panorama que empeora entre el tejido directivo, que opta por la formación presencial en el 77% de los casos. “Son más reacios a entrar en la enseñanza a través de Internet los altos directivos que los mandos intermedios”, sostiene la vicedecana de innovación pedagógica de IE Business School, Didina González.
Antes de emprender esta aventura en la Red es preciso un cambio radical de mentalidad en los usuarios porque este tipo de educación ha llegado para quedarse y exige fidelidad, además de desterrar el mito de que estudiar así precisa poco esfuerzo. “En el estudio online es necesaria una primera experiencia seria. Las empresas están recurriendo a esta formación, pero muchos de sus directivos no están demasiado familiarizados con las nuevas tecnologías y tienen miedo al cambio”, explica Enrique Benayas, director general del Instituto de la Economía Digital de ESIC.
Según un estudio realizado por Global Estrategias, el 57% de las empresas ha organizado alguna vez formación a distancia, el 26% ha utilizado las nuevas tecnologías para la formación y el 15% ya tiene implantada la formación online. “Los sectores que más usan este tipo de educación son: telecomunicaciones, seguros y finanzas, laboratorios farmacéuticos y retail, que comprueban que la calidad de los objetivos se cumple en capacitación y en las competencias que adquieren los alumnos, pero necesitan una gestión del cambio en formación”, señala Benayas.
Y es que son muchos los expertos que unen sus voces para concienciar tanto al alumno, que ha de introducirse de lleno y sin miedo en plataformas, aulas y bibliotecas virtuales, foros y chats, como a los profesores, que deben estar a la altura de estas nuevas exigencias tecnológicas para dar una respuesta de calidad a un alumno ubicado en cualquier parte del planeta, explica González.
Los directivos son más reacios que
el resto a las clases a través de Internet
“Cuando la tasa de abandono es alta es porque toda la responsabilidad de la formación a distancia se le da al alumno, quien, ante una circunstancia inesperada, vive la presión de decidir entre lo urgente y lo importante”, explica Paolo Lombardo, director de tutorías de EUDE, “y acaba dejando el curso a pesar del desembolso que acarrea”.

Unas clases no tan masivas

“Los cursos masivos por Internet son una iniciativa con mucha fuerza, donde la calidad se mide por el prestigio de la institución que los imparte. Sin embargo, deben potenciar la figura del profesor. En el último congreso Educa On line celebrado en Berlín se planteaba si en realidad son cursos o no pasan de ser contenidos”, explica Didina González, de IE Business School.
Los MOOC hacen de la motivación del alumno su razón de ser. “El problema es que no es así”, señala Joseph Lluis Cano, profesor de ESADE. En su opinión, “los cursos abiertos y gratuitos son una utopía porque no se puede generalizar el conocimiento hasta el extremo de englobar a alumnos de 16 a 96 años”.
“De ellos finalizan con suerte el 5% de los estudiantes porque se acercan a estos cursos masivos porque han leído un artículo en prensa, porque quieren hacer un curso de Harvard sin dominar inglés o porque van a probar suerte”, afirma Arturo de las Heras, de Udima.
Según Cano, la inversión que exigen estas plataformas gratuitas son muy altas y muy difíciles de rentabilizar. “La Universidad de Harvard y el Massachusetts Institute of Technologies han invertido 30 millones de dólares cada uno en montar su plataforma, a la que se acaba de unir Google. Esta misma universidad cobra 250.000 dólares por asesorar en la puesta en marcha de uno de estos cursos, a lo que hay que añadir el coste de 50.000 o 60.000 dólares en desarrollarlo”.
Los puntos negros que, según los expertos, hacen que los MOOC no sean tan masivos son: el idioma, ya que un alto porcentaje de esta formación se basa en vídeos en inglés, para lo que se requiere un alto conocimiento de esta lengua; la tecnología de base que se necesita para acceder a ellos, y el conocimiento para usar plataformas del tipo UMooc, Miríada X, Aprendo, Coursera, Lore, Openclass o Canvaas Network, Edx; el acceso, al ser abierto, un elevado porcentaje de las inscripciones carecen de la formación adecuada para culminar con éxito el curso; y la certificación, pues, salvo las escuelas de negocios prestigiosas, no son muchas las instituciones que certifican la finalización de estos estudios online.

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