Un juez ordena a Educación proteger a una alumna de 11 años que denunció acoso escolar
PAULA CHOUZA México 5 JUN 2014 - 01:42 CET, El País
Linnet siempre tuvo sobrepeso, así que estaba acostumbrada a que sus compañeros la observasen de arriba abajo. En el último semestre de bachillerato llegó a una nueva escuela privada de la capital mexicana y fue allí donde las miradas empezaron a ser mucho más descaradas. Tenía 17 años cuando uno de los muchachos del instituto empezó a llamarla “Ham”, cuenta casi dos años después. “Decía que siempre debía de tener hambre por lo gorda que estaba, así que un grupo de cinco chicos adoptaron ese nombre”. “Era continuo que me hiciesen el ruido por donde pasaba, si me levantaba en clase, a cualquier hora… caí en una depresión muy grande y comencé a pensar que si estaba gorda nadie me iba a querer, que mejor me mataba”. Linnet estaba sufriendo acoso escolar, un problema que ha cobrado notoriedad en México durante las últimas semanas por la muerte de un niño de 12 años el pasado 20 de mayo en Ciudad Victoria, Tamaulipas, al noreste del país. Héctor fue columpiado por varios compañeros del colegio que después lo arrojaron contra una pared, lo que lo dejó en coma unos días antes de perder la vida.
El suceso conmocionó tanto a la sociedad mexicana que el propio presidente de la República, Enrique Peña Nieto, se pronunció al respecto la semana pasada: “A veces el acoso escolar que se vive en las aulas refleja el nivel de violencia que se registra en las calles. Esto es lo que tenemos que combatir de manera decidida”. Las acciones no se han hecho esperar.
Este mismo martes, en una decisión sin precedentes, un juez federal ordenó a la Secretaría de Educación Pública proteger a una niña de 11 años que denunció agresiones sexuales y bullying en una primaria de la Ciudad de México. Se trata del primer caso de acoso escolar que se revisa mediante el juicio de amparo y fue promovido por el tío de la menor contra la omisión de las autoridades educativas.
Aunque las estadísticas al respecto son endebles, el problema delbullying en México se refleja en varios estudios internacionales desde hace algunos años. Un artículo publicado en la revista de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en agosto de 2011 señala que el 40,24% de los estudiantes mexicanos de sexto de primaria han sido víctimas de robo en la escuela; el 23.35% insultados; un 16,72% maltratados físicamente y un 44,47% indica haber sufrido algún episodio de violencia en la escuela. Asimismo, casi el 57% afirma conocer a alguien víctima de algún episodio de violencia. Asimismo, según datos del informe TALIS 2009, que compara las condiciones de enseñanza y aprendizaje en varios países, el 61,2% de los profesores en México dice que la intimidación o insultos entre alumnos es lo que más interrumpe las clases, el dato más alto de todas las naciones analizadas.
Además del maltrato en el ámbito escolar, las nuevas tecnologías han introducido el acoso por medio de redes sociales. Cuando tenía 15 años, Linnet dejó una relación con un chico después de ocho meses saliendo juntos. Él se fue con otra y la joven empezó a escribir tweetsdonde la insultaba. “Creó una cuenta de Twitter en la que escribía a diario mensajes con mención a mi nombre donde decía cosas como: ‘te dejaron por puta y por cerda’; ‘eres una cerda’; ‘eres un hipopótamo’; ‘pinche ballena, regrésate de donde viniste’. Un día le pregunté por qué me hacía eso y solo me respondió que le caía mal porque estaba gorda”, explica la muchacha hoy universitaria.
“Un niño que está sufriendo bullying manifiesta depresión y rabia contenida”, explica la doctora en psiquiatría Silvia Moisés, quien trata casos de acoso escolar desde hace ocho años. “Los niños con sobrepeso son más frecuentemente objeto de bullying y también aquellos que tienen algo que el resto envidia: los que llevan la mejor mochila, el mejor abrigo, la mejor comida, etc.”.
El caso de la última víctima mortal del bullying en México ha despertado también el interés de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que ha iniciado una investigación al respecto. Por su parte, el máximo responsable de educación del Gobierno, Emilio Chuayffet, ha anunciado la creación de un programa piloto contra el acoso escolar. Fuentes de la Secretaría de Educación consultadas por este periódico admiten que todavía no hay detalles sobre el proyecto, pero afirman que debería estar listo en agosto, para el inicio del nuevo curso escolar.
Desde el Congreso de los Diputados, la vicepresidenta de la mesa directiva Aleida Alavez considera que el fenómeno del bullying ya no requiere de más leyes. Entre la última y la actual legislatura se han presentado hasta 30 iniciativas y modificado normativas que en la práctica “no han detenido el avance del acoso escolar en México”, dice.
“Debe haber una perspectiva del respeto de los derechos humanos y no sólo pensar en sanciones; generalmente se pide que estas se agraven, establecer nuevas, o aplicar procedimientos de atención psicológica, como si la violencia respondiera a una enfermedad y no sea consecuencia de un entorno social de descomposición, de convivir con la violencia en el seno familiar, videojuegos y lo que se publica en los medios de comunicación”, asegura en declaraciones a EL PAÍS. “La atención del acoso escolar tiene que ver con la responsabilidad de las instituciones, directivos, padres, tutores y madres de familia”, explica la diputada del izquierdista PRD.
“No se debe criminalizar a los niños, pero sí debe haber un responsable: la escuela o el maestro”, explica la doctora María Antonieta Magallón Gómez, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La especialista en psiquiatría Silvia Moisés recurre a Freud para explicar la que considera una de las claves del fenómeno. “El padre del psicoanálisis tenía pensamientos pesimistas acerca del futuro de la humanidad y decía que la única solución es utópica: que se analicen todos los padres y todos los educadores”. En su opinión, que coincide con la reciente decisión del juez del Distrito Federal, el problema se agrava por la “complicidad pasiva del cuerpo docente, desde directores hasta maestros. Apoyar a un niño que está sufriendo mbullying implica perder a otro y eso, fundamentalmente en una escuela privada, no interesa”, concluye.
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