Las universidades y las instituciones se plantean la necesidad de ampliar los cursos de formación de emprendedores
JUAN ARIAS Río de Janeiro 31 MAY 2013 - 20:35 CET, El País
El sueño de los jóvenes brasileños ya no es trabajar en grandes empresas alojadas en rascacielos. Ahora quieren emprender su propia aventura. Centros de estudios superiores como la Universidad de São Paulo (USP), que en los últimos tres años ha sido considerado el centro de mayor excelencia de América Latina, han empezado a preparar a sus estudiantes para que monten sus propias empresas. Las instituciones ofrecen cursos, fuera del curriculum oficial, para prepararles a llevar personalmente un negocio o crear un producto.
La demanda del curso de la USP por parte de los estudiantes fue tan grande que las 90 inscripciones iniciales tuvieron que ser triplicadas enseguida y el número de incubadoras de empresas en los diferentes centros del país sigue creciendo. Según la Asociación Nacional de Entidades Promotoras de Emprendedores, el 60% de ellas se hallan en las universidades.
“Queremos transformar el conocimiento adquirido en la universidad en oportunidades reales”, ha dicho a la revista Panorama, Lucimar Dantas, gerente de Incubadora de Empresas de la Universidad federal de Río de Janeiro. Sólo en la Universidad de São Paulo existen ya 250 de estas empresas. “Hace sólo diez años no había ni una” afirma Vanderley Salvador Bagnato de la Agencia de Innovación de dicha universidad.
Esa exigencia de los jóvenes estudiantes de que sea la universidad la que los prepare para ser futuros empresarios, ha creado una polémica dentro de los catedráticos. Algunos se preguntan, como Marcelo Finger, profesor de Ciencia de Computación de la USP, si es la universidad la que debe blindarles esa preparación para ser futuros emprendedores o sólo una base sólida de conocimiento técnico y científico.
Al contrario, Emanuel Leite de la Universidad Católica de Pernambuco está convencido de que el mundo ha cambiado, han cambiado sus exigencias y la universidad debe también cambiar. Por ello debería, al igual de muchos de los centros universitarios de los estados Unidos, como Stanford, Cornell o Princepton incluir en sus estudios oficiales programas que ayuden a los estudiantes a “transformas ideas en productos o empresas”, sin esperar a tener que hacerlo fuera de la universidad.
Los defensores de crear el ecosistema para que surjan startups piensan que hay que transformar la universidad para convertirla también en incubadora de invención empresarial. “La universidad necesita hoy crear emprendedores”, afirma Leite, ya que Brasil, según él, hasta ahora sufre de crisis de licenciados y doctores que no consiguen encontrar un trabajo adecuado a sus estudios en un mundo que pide y necesita cada vez más emprendedores.
Van a ser, los jóvenes, o mejor ya lo están siendo, los que obliguen a la universidad a repensarse a si misma. Los que apoyan hoy a estos jóvenes brasileños en su afán de convertirse en futuros empresarios y creadores de productos insisten en que lo importante es que la propia universidad despierte en ellos no sólo el deseo de convertirse en empresarios sino que debe cultivarles una serie de características como “iniciativa, persistencia y autoconfianza, fundamentales, además para cualquier profesión” escribe Natalia Spinace, experta en estos temas.
Hace sólo unos días la mayor compañía aérea de Brasil, la TAM, que cuenta con 228 empresas en 88 países ha puesto al frente de la empresa como presidenta de la misma a la joven de 36 años, Claudia Sender. Son estos ejemplos los que despiertan en los jóvenes brasileños su vocación empresarial
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