Las autoridades escolares deben ofrecer contención y acompañar a las víctimas de acoso.
Por Juan Eduardo Tesone *
El acoso en el medio escolar puede ser prolongado o potenciado por el uso de las redes sociales, a través de las cuales se hostiga a alguno de los compañeros, generalmente chivo expiatorio de la agresividad grupal. Se puede dar en cualquier franja etaria en edad escolar pero es más frecuente alrededor de la pubertad. A veces es acompañado de otro fenómeno asociado como es el “peaje”, es decir la exigencia bajo amenazas que el niño/a o adolescente lleve todos los días a la escuela una cierta suma de dinero para que lo dejen entrar.
La amenaza o el maltrato puede ser tanto físico como psicológico, y puede llevar a la víctima a un estado de desesperación tal que lo conduzca al suicidio. El término proviene del inglés “bully”, que significa tirano, brutal . No es un fenómeno exclusivamente argentino, ocurre en casi todos los países. Pero en nuestro país parecería que este tipo de violencia escolar se ha incrementado en los últimos tiempos de manera alarmante, probablemente en espejo al incremento de la violencia social.
Una cosa es la relativa violencia que puede producirse en el medio escolar, como puede aparecer en todo grupo. Pero quizá la gravedad contemporánea es la amplitud grupal que dicho acoso puede alcanzar debido a la difusión de las redes sociales, a través de las cuales el sadismo grupal puede manifestarse de manera indirecta pero no menos agresiva, empujando a la víctima a la exclusión del grupo, de manera sumamente cruel.
A veces no es necesaria la violencia física, pero el destrato, la burla, la descalificación, adquieren matices aún más destructivos para el psiquismo que la violencia física. Creo que no hay que minimizar el riesgo en el cual se coloca a la víctima. Esto exige un permanente diálogo con los chicos y estar atentos si alguno de ellos, generalmente más frágil, es acosado. Crear un clima de diálogo y confianza con sus hijos para que puedan dar cuenta de lo que les está ocurriendo, sin que se sientan avergonzados es fundamental.Lo más riesgoso es que la víctima se sienta sola ante dicha agresión, que no pueda dar cuenta a sus padres de su sufrimiento y permanezca aislado en su desesperanza. Y esta responsabilidad debe ser compartida con las autoridades escolares, que no deberían sentirse no implicados en esta clase de violencia. Si bien las autoridades escolares no son directamente responsables de su aparición, lo son en cambio si no toman medidas disciplinarias hacia aquellos responsables de las acciones intimidatorias y no le ofrezcan una contención y acompañamiento a las víctimas del acoso. Las redes sociales, aún desde su virtualidad, suelen ser una extensión del espacio geográfico escolar, y como un pseudopodo de la misma, prolongan y potencian lo sucedido en clase. Los límites espaciales de la clase se han expandido a través de la virtualidad y las autoridades escolares deberían incluirlas en la dinámica que las genera desde el espacio escolar.
* Profesor de la Universidad de París XII, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina, Autor del Libro “En las huellas del nombre propio”
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