PARA LA NACION
MARTES 08 DE DICIEMBRE DE 2015
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CARACAS.- Con el terremoto político ocasionado por el resultado de las elecciones parlamentarias de anteayer en Venezuela, en las que la oposición se adjudicó más del doble de diputados que el partido oficial, no caben dudas de que se dio inicio al cambio en Venezuela que marcará los pasos hacia la democratización del país. Con todo, el perfeccionamiento de una transición necesaria para salir del actual colapso político y administrativo por la acumulación de crisis dependerá de la actuación de los actores tanto del gobierno como de la oposición, y de que escuchen correctamente a los electores, ya que, tal como le gustaba repetir a Chávez, "la voz del pueblo es la voz de Dios".
El resultado no es sorprendente: los electores maduristas y los antimaduristas sufren por igual los efectos injustos de una economía ficticia; una tasa de homicidios que ubica a Venezuela entre los países más violentos del mundo; una corrupción que ha llegado a producir fortunas a nivel de la nomenclatura privilegiada, tratando de hacer cómplices a sectores beneficiados por las Misiones (planes sociales) a quienes se les reparten las migajas de lo que sobra al peor estilo populista; el drama de la salud, de la vivienda, de la educación.
Se suma a la multiplicación de atropellos a través de la radicalización inconstitucional en contra de las libertades con el agravante de la multiplicación de presos políticos.
El CNE dio escandalosas muestras de tolerancia ante el ventajismo de todo tipo producido en la campaña electoral, en la que el uso y el abuso del poder del Estado se evidenciaron hasta el último momento a favor de los candidatos del régimen. Pero actuó con una hipersensibilidad excesiva al retirarles abruptamente las credenciales como observadores a ex presidentes invitados por la oposición.
A las lecciones dadas en sus declaraciones por Andrés Pastrana, Jorge Quiroga, Miguel Ángel Rodríguez, Laura Chinchilla, Mireya Moscoso y Luis Alberto Lacalle se sumó la presencia de 92 parlamentarios de América latina, entre quienes está el chileno Patricio Walker, hoy presidente del Senado de su país.Ello fue contraproducente porque los ojos del mundo estaban puestos en Venezuela gracias a la presencia masiva de observadores internacionales imparciales, quienes, a pesar de las múltiples amenazas del gobierno para impedir su presencia en el país, dieron su claro testimonio constructivo en apoyo de una verdadera democracia.
O la nutrida delegación de eurodiputados del Partido Popular Europeo, además de múltiples ONG representando a la sociedad civil latinoamericana; agrupaciones internacionales, como la ODCA, presidida por el senador Ocejo, de México; la Internacional Socialista, encabezada por el chileno Ayala.
Gobiernos de la región y del mundo felicitaron el triunfo opositor y claman por una nueva etapa en Venezuela y esperan que desde ayer haya comenzado a una transición en democracia.
El autor es ex embajador de Venezuela en la ONU
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