El economista especializado en educación analizó la situación en la Argentina
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Luciana Vázquez
JUEVES 08 DE OCTUBRE DE 2015
Los malos maestros les hacen daño a los niños", afirma. "Se necesita una clara rendición de cuentas, evaluar a los alumnos, hacer públicos los resultados y relacionarlos con las escuelas y los maestros", recomienda para la Argentina.
Ésas son algunas de las conclusiones que puso sobre la mesa en el ciclo Conversaciones de LA NACION uno de los nombres clave de la economía de la educación en el mundo: el doctor en Economía por el MIT Erich Hanushek. El especialista llegó a Buenos Aires invitado por la ONG Educar 2050 en el marco de su campaña Yo Voto Educación.
-En su nuevo libro, El capital de conocimiento de las naciones: la educación y la economía del crecimiento, se enfoca en la relación causa-efecto que existe entre educación y crecimiento económico. ¿Podría desarrollar esta idea?
-Hasta hace poco confiábamos en los años de escolarización como una medida de lo que las personas saben en diferentes países. Pero ésa es una medida bastante mala, porque asume que cada año los niños en Japón aprenden en la misma medida que los niños en Perú. Y no es así. Basados en pruebas internacionales como PISA, descubrimos que hay una relación muy estrecha entre las habilidades de las personas y el crecimiento económico. Si aumentamos los logros de los estudiantes, deberíamos ver subsecuentemente mayores tasas de crecimiento.
-Si fuera ministro de Educación, ¿en qué área invertiría su presupuesto?
-Hay que invertir en la calidad de los maestros. Extender los años de escuela sin preocuparse por la calidad de los conocimientos impartidos no tiene ningún sentido.
-En la Argentina, el Gobierno y muchos educadores han estado muy preocupados por extender la escolaridad y por la inclusión educativa, pero la calidad de los aprendizajes no ha mejorado. ¿El país ha estado haciendo esfuerzos para mejorar la educación en el sentido equivocado?
-Es probable que haya sido así. En realidad éste ha sido un problema de toda América latina, donde hubo una expansión de los años de escolarización, pero esto no acarreó una calidad muy alta.
-¿Deberíamos renunciar a la idea de ir a la escuela?
-No, en absoluto. Perdería mi carnet del sindicato de profesores si sugiriera que la escolarización no es importante. Pero no deberíamos simplemente expandir las escuelas sin primero prestar atención a su calidad. La discusión en torno de la equidad plantea que deberíamos escolarizar a todo el mundo y luego nos tendríamos que preocupar por cómo mejorar las escuelas. La equidad viene de asegurarse de que todos estén recibiendo una educación de alta calidad.
-¿Qué podríamos hacer en un sistema en el que la calidad de los maestros no es muy buena?
-Para empezar, y esto es muy importante para la Argentina, se necesita una clara rendición de cuentas, evaluar a los alumnos, hacer públicos los resultados y relacionarlos con las escuelas y los maestros.
-¿Qué estrategia es más efectiva para asegurar la calidad de los maestros? ¿Educar a los ya existentes o tratar de seleccionar a los mejores una vez que hayan terminado la universidad?
-La última opción. Y una vez que alguien ya está en el aula sí es muy fácil saber quién enseña realmente bien y quién mal. Hay que evaluar el desempeño de los maestros y usar esa información para tomar mejores decisiones de personal. Hay que recompensar a las personas que son realmente buenas y mantenerlas en el aula, y no recompensar ni retener a los peores maestros, porque les están haciendo daño a los niños.
-Usted tiene una idea muy discutida, que dice que si se despide a los peores maestros la educación mejorará muy rápidamente.
-En una perspectiva argentina, si usted reemplaza entre el 4 y el 6% de los peores maestros del país por el maestro promedio, si la distribución en la Argentina es la misma que la que hemos visto en los Estados Unidos, el país podría mejorar hasta llegar al nivel de Uruguay, y eso nos llevaría finalmente a un crecimiento económico igual a tres veces el PBI actual de la Argentina.
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