30 de agosto de 2017

Informe del BID revela brechas en habilidades técnicas en América Latina y el Caribe

Comunicados de prensa

30-ago-2017


· A pesar de destinar más del 5% del PIB a programas de educación y capacitación técnica, la región se encuentra con importantes rezagos

· El accionar del gobierno es clave para formar empleados capaces de lidiar con desafíos futuros

CIUDAD DE MÉXICO, México - Pese a esfuerzos bien intencionados, muchos programas gubernamentales no logran aportar a niños y adultos de América Latina y el Caribe las habilidades necesarias para prosperar, reveló el estudio insignia 2017 del Banco Interamericano de Desarrollo. Por otra parte, un vuelco hacia políticas basadas en evidencia empírica podría brindarle a la región valiosos beneficios en futuras mejoras en productividad y crecimiento económico.
En tanto la región destina, en promedio, casi el mismo porcentaje de su PIB a educación y capacitación técnica que naciones más desarrolladas. No obstante, los resultados obtenidos son muy inferiores. Los estudiantes de América Latina y el Caribe poseen más de un año de retraso respecto de lo esperable para el nivel de desarrollo económico de la región. Solamente el 30 por ciento de los niños en tercer y cuarto grado en América Latina y el Caribe alcanzan el criterio mínimo de competencias matemáticas, en tanto lo logra el 66 por ciento en naciones con similar nivel de desarrollo, y el 93 por ciento en países desarrollados.
Aprender mejor: Políticas públicas para el desarrollo de habilidades ofrece una mirada crítica a los esfuerzos que realizan los gobiernos por incrementar la adquisición de conocimientos desde el nacimiento hasta la adultez. Los programas más exitosos incluyen aquellos que mejoran la calidad de las interacciones en la casa y en la escuela, que ofrecen incentivos para que los jóvenes permanezcan escolarizados, y que ayudan a las empresas a promover un ambiente de aprendizaje en el lugar de trabajo, entre otros.
“Una persona que ha tenido acceso a una adecuada estimulación durante los primeros años de su vida, buenas escuelas, universidad y empleo en una compañía formal, posee grandes ventajas en la vida”, afirmó el Vicepresidente de Sectores y Conocimiento del BID, Santiago Levy. “Los gobiernos pueden hacer mucho más por mejorar la calidad de vida de aquellos que no han contado con estas ventajas. Es un gran desafío, pero también ofrece una gran recompensa en términos de crecimiento y patrimonio si hacemos las cosas bien”, agregó.
Sitio web sobre programas que funcionan
Para ayudar a que quienes toman las decisiones puedan identificar programas técnicos que han demostrado ser exitosos, el BID lanzó su novedoso sitio SkillsBank (www.iadb.org/skillsbank) donde se analiza y sistematiza evidencia sobre cómo promover habilidades en diferentes etapas de la vida. Dicho sitio ofrece evidencia sobre programas que han promovido eficazmente el desarrollo de habilidades en la infancia y adolescencia en un formato muy accesible para agentes gubernamentales.
El desarrollo de capacidades técnicas en la región no solamente ha demostrado ser pobre en comparación con el resto del mundo sino también muy desigual entre países. Durante la primera infancia, los niños de familias de escasos recursos se ven expuestos a un vocabulario más escaso y a más comentarios negativos que sus pares de familias más pudientes. Los programas de crianza han demostrado ayudar a cerrar esta brecha sin ser costosos: la diferencia en habilidades cognitivas puede reducirse a la mitad por tan solo US$600 anuales por niño.
La región destina alrededor de US$80.000 millones al año a la educación primaria, pero se han implementado solamente 13 evaluaciones rigurosas para comprobar que estos programas funcionen. Reducir la cantidad de alumnos por clase de 25 a 20 puede aumentar el aprendizaje anual en 15 por ciento y extender la jornada escolar de 4 a 7 horas puede hacerlo en un 10 por ciento, pero ambas medidas son costosas, aumentando el gasto en aproximadamente 20 y 60 por ciento, respectivamente. Por otra parte, los programas que ofrecen planes de clases para los docentes y motivan a los alumnos de manera directa son eficientes en cuanto a la promoción de habilidades y a la vez económicos.
Durante la adolescencia, los programas que ofrecen incentivos para evitar la deserción escolar resultan efectivos. En líneas generales, cada año escolar adicional se traduce en salarios 9,6 por ciento más elevados (el rendimiento extra por cada año de educación superior es del 16,6 por ciento).
Contratar docentes competitivamente y ofrecer incentivos para mejorar las prácticas pedagógicas también promete resultados deseables. Diseñar cuidadosamente las intervenciones puede ayudar a promover el desarrollo de habilidades socioemocionales entre los jóvenes, reduciendo conductas de riesgo y preparando a la gente joven para un mayor éxito laboral.
Con respecto a la educación superior, el libro promueve que los gobiernos busquen el equilibrio entre acceso y calidad. Para aquellos que no puedan acceder a tal nivel educativo, los programas de pasantía han demostrado arrojar buenos resultados.
En el caso de los adultos, la clave está en garantizar que la mayor cantidad posible de trabajadores cuente con acceso a empresas grandes que operen dentro de la economía formal. Estas compañías ofrecen capacitación adicional y un crecimiento salarial tres veces superior a aquel de las pequeñas empresas, a menudo informales. Las pasantías y otras iniciativas que aspiran a capacitar a la juventud en habilidades técnicas para las que existe una demanda, son modos efectivos de ayudar a que jóvenes desfavorecidos puedan obtener empleos en compañías competitivas a nivel global.

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