La política del Gobierno para vigilar enormes áreas de selva es insuficiente
MARINA ROSSI São Paulo 13 NOV 2014 - El País
Brasil parecía haber tomado el rumbo correcto para reducir la deforestación de la selva amazónica. De los 27.772 kilómetros cuadrados deforestados en 2004, la cifra cayó hasta los 4.571 kilómetros en 2012 debido a la acción del Gobierno contra las prácticas ilegales. En 2013, sin embargo, la deforestación se incrementó hasta los 5.891 kilómetros cuadrados, según datos delInstituto del Hombre y del Medioambiente de Amazonia (Imazon).
Informes internacionales recientes apuntan a un agotamiento de la política de lucha contra la deforestación en Brasil. La revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos publicó el mes pasado un estudio que recomienda cambios en la manera de afrontar el problema. Según la publicación, las grandes propiedades, aunque todavía son las que más deforestan, consiguieron controlar más esa práctica que las pequeñas. Eso ocurre porque la política del Gobierno se basa en el control vía satélites, la inspección y las medidas punitivas, y es más fácil acceder y controlar a las grandes propiedades.Entre agosto y septiembre de este año, se deforestaron 838 kilómetros cuadrados, un aumento de 191% en relación al mismo periodo de 2013. Para Beto Veríssimo, investigador del Imazon, los números llaman la atención porque puede que anticipen los resultados del periodo 2013-2014, que todavía no han sido publicados. “Mi percepción es que los dos últimos años presentarán un cambio [de tendencia]”, afirma, refiriéndose a las tasas de deforestación, que venían cayendo en la última década.
Veríssimo explica que hay un “cóctel de factores” que explica el aumento de la deforestación, que incluye la especulación con bosques públicos y la expansión del área agrícola, pero el principal problema es la acción de los grileiros —individuos que intentan usurpar tierras por medio de documentos falsos—. Según el investigador, la gran extensión de territorio que comprende la llamada Amazonia Legal —una demarcación administrativa que comprende nueve Estados y representa el 60% del territorio brasileño— dificulta la vigilancia contra la invasión y usurpación de terrenos. “El Gobierno va a tener que oír a los especialistas y endurecer las medidas de control”, señala el experto.
Si la deforestación aumenta, tendremos una evolución preocupante de emisiones de dióxido de carbonoBeto Veríssimo, investigador del Imazon
En la cumbre del clima de Naciones Unidas celebrada en septiembre se creó un documento que proponía reducir a la mitad la deforestación en el mundo hasta 2020. Brasil quedó fuera. Según la ministra de Medio Ambiente brasileña, Izabella Teixeira, el país no firmó el documento porque no fue consultado durante su producción. “Es imposible pensar en una iniciativa a favor de los bosques a nivel mundial sin incluir a Brasil. No tiene sentido”, dijo la ministra.
En 2009, el entonces presidente Lula asumió el compromiso de reducir un 80% la deforestación en Amazonia y un 39% los gases de efecto invernadero hasta 2020. El pacto fue firmado en la Conferencia Mundial del Clima (COP-15), en Dinamarca. Pero según Veríssimo, el acuerdo será difícil de cumplir: “A partir de 2016, de acuerdo con ese compromiso, la tasa de deforestación tendrá que estar en torno a los 3.500 kilómetros cuadrados. Estamos en 5.800”.
Si el Gobierno no cambia sus políticas, la situación puede pasar factura. “Si la deforestación vuelve a aumentar, tendremos una evolución preocupante de emisiones de dióxido de carbono”, dice Veríssimo. “De un ‘país solución’, Brasil se convertirá en un ‘país problema’ rápidamente”, opina el experto.
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