| Para LA NACION, 12/10/2014
En cada elección, los latinoamericanos evalúan los pros y los contras de los candidatos a los cargos electivos en disputa. Para eso se apoyan en los noticieros, las entrevistas, los debates y los programas políticos en la radio y la televisión. En el centro de las reflexiones se destacan algunos temas: economía, seguridad pública, educación.
Al compartimentar los asuntos, es posible que millones de latinoamericanos ignoren un detalle importante. Entre los temas prioritarios para América latina en este momento, la educación es el de más largo alcance, y también el de mayor transversalidad.
Es evidente que la situación económica, asociada al empleo, a la generación de ingresos, al aumento de la producción y el consumo, entre otros factores relacionados con el crecimiento del país, es la pieza clave para la solución de numerosos problemas. Sin embargo, antes que eso hay un tema más relevante: la educación de calidad para todos a lo largo de toda la vida. Ésa debe ser la candidata preferida de los electores. Después de todo, de ella depende el futuro de la economía, de la salud, de la seguridad pública y de otras preocupaciones latinoamericanas.
Si la educación no está en el centro de las políticas públicas, todas las demás áreas tienen menos chances de avanzar. Se sabe que la economía -en particular el llamado sector productivo- depende de profesionales calificados. ¡Punto para la educación!
Se sabe que el éxito de las políticas públicas de salud depende de la inversión en acciones preventivas. La causa de parte de las enfermedades que llevan a millones de personas a las salas de salud y los hospitales es la falta de acciones y políticas de prevención. Sólo puede tomar medidas preventivas aquel que tiene algún conocimiento. ¡Punto para la educación!
Se sabe también que la violencia preocupa a los latinoamericanos desde hace décadas. Los índices de homicidio en la región son alarmantes, así como los de muerte por accidentes automovilísticos, entre otros crímenes e infracciones. No hay vigilancia que alcance, por sí sola, para contener tantas acciones violentas, así sean de individuos como de grupos.
Escuelas de calidad, que enseñen valores humanos, pueden prevenir una importante parte de esa cultura de la violencia. Una formación adecuada, basada en valores éticos elevados, puede contribuir a la reducción de la agresividad. ¡Punto para la educación!
Se sabe que los niños que frecuentan la escuela desde la tierna infancia tienen más chances de construir itinerarios educativos exitosos y de volverse personas adultas más conscientes de sus deberes sociales y más productivas, condición importante para el progreso del país y la reducción de las desigualdades y asimetrías que existen hoy en América latina. ¡Punto para la educación!
Es posible enumerar otra serie de problemas que tal vez la educación no pueda resolver sola, pero que con certeza ayuda a solucionar, con la ventaja de hacerlo de manera sustentable.
Una educación de calidad para todos a lo largo de toda la vida es, por lejos, la mejor candidatura que América latina tiene para preservar sus innegables conquistas y alcanzar niveles aún más elevados de desarrollo socioeconómico.
El autor es doctor en Educación y fue representante de la Unesco en Brasil y los Estados Unidos.
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