By THE EDITORIAL BOARD
President Obama did something Friday that he hardly ever does — and no other president could ever have done. He addressed the racial fault lines in the country by laying bare his personal anguish and experience in an effort to help white Americans understand why African-Americans reacted with frustration and anger to the acquittal of George Zimmerman in the shooting of Trayvon Martin.
Mr. Obama’s comments during a surprise appearance at the White House press briefing crystallized the dissonance around this case. In the narrow confines of the trial, all talk of race was excluded, and the “stand your ground” element in Florida’s self-defense law was not invoked by Mr. Zimmerman’s lawyers. But in the broader, more profound and more troubling context of Mr. Martin’s death, race and Florida’s lax gun laws are inextricably interwoven.
On the first, Mr. Obama said: “The judge conducted the trial in a professional manner. The prosecution and the defense made their arguments.” The jurors, he added, “were properly instructed that in a case such as this reasonable doubt was relevant, and they rendered a verdict.”
But on the broader context, Mr. Obama eloquently rebutted those — like Representative Andy Harris, a Republican, with his dismissive “get over it” remark on Tuesday — who said that the verdict should have ended discussion of the case, especially talk about race and gun laws.
“Trayvon Martin could have been me 35 years ago,” Mr. Obama said, adding that “it’s important to recognize that the African-American community is looking at this issue through a set of experiences and a history that doesn’t go away.”
He said there are “very few African-American men in this country who haven’t had the experience of being followed when they were shopping in a department store” or “the experience of getting on an elevator and a woman clutching her purse nervously and holding her breath until she had a chance to get off.”
“That,” he said, “includes me.”
Mr. Obama said African-Americans are also acutely aware that “there is a history of racial disparities in the application of our criminal laws — everything from the death penalty to enforcement of our drug laws.”
He said it would be naïve not to recognize that young African-American men are “disproportionately both victims and perpetrators of violence.” But using those statistics “to then see sons treated differently causes pain,” he said.
Mr. Obama called on the Justice Department to work with local and state law enforcement to reduce mistrust in the policing system, including ending racial profiling. He also called for an examination of state and local laws to see whether they “are designed in such a way that they may encourage the kinds of altercations and confrontations and tragedies that we saw in the Florida case.”
Mr. Obama raised questions about the message that “stand your ground” laws send, telling a citizen that he “potentially has the right to use those firearms even if there’s a way for them to exit from a situation.”
Mr. Obama noted that Mr. Zimmerman did not invoke that defense. But he said it was still relevant. In one of the most powerful parts of his remarks, he said: “I’d just ask people to consider, if Trayvon Martin was of age and armed, could he have stood his ground on that sidewalk? And do we actually think that he would have been justified in shooting Mr. Zimmerman, who had followed him in a car, because he felt threatened?”
If the answer is “at least ambiguous,” Mr. Obama said, “we might want to examine those kinds of laws.”
Mr. Obama said Americans needed to give African-American boys “the sense that their country cares about them and values them and is willing to invest in them.”
He said he was not talking about “some grand, new federal program” or even a national “conversation on race,” which he said often ends up being “stilted and politicized” and reaffirms pre-existing positions.
In a way, Mr. Obama began that conversation with these remarks, while speaking directly to African-Americans who have longed to hear him identify with their frustrations and their anger.
It is a great thing for this country to have a president who could do what Mr. Obama did on Friday. It is sad that we still need him to do it.
Obama dice que él podría haber sido Trayvon Martin
Momento histórico del presidente hablando de la raza y el racismo y su propia experiencia
Y. M. Washington 19 JUL 2013 - 21:16 CET, El País
Imposible hablar de manera más personal y por experiencia propia. Tras un largo silencio criticado –considerando que, además, se trata del primer presidente negro de la historia de Estados Unidos-, Barack Obama ha robado hoy por unos minutos a su portavoz el podio de la sala de prensa de la Casa Blanca para hacer su primera declaración pública –y por sorpresa- desde que el pasado sábado se declarase inocente de todos los cargos a George Zimmerman, el hombre acusado de haber matado a un joven negro desarmado en Florida.
“Cuando dije poco después de que se disparase a Trayvon [Martin] que ese joven podría ser mi hijo, era otra manera de decir que ese joven podía haber sido yo hace 35 años”, ha declarado el presidente ante la sorpresa de los periodistas que cubrían la rueda de prensa, en uno de los momentos más emotivos vividos en esa sala durante sus dos mandatos.
El presidente, el hombre más poderoso del planeta, vino a decir a la hora de anunciar que quería poner las cosas “en contexto” que él entendía perfectamente lo que sentía la comunidad afroamericana al sentirse frustrada tras el veredicto de inocencia que permitió salir andando como un hombre libre a Zimmerman, 29 años, de padre blanco y madre latina. Lo entendía perfectamente porque lo ha vivido.
“Pocos hombres afroamericanos no han sido seguidos cuando están comprando en un supermercado, como lo he sido yo”, ha comenzado a decir el mandatario. “Pocos son los que no han oido cerrase un coche a su paso, como me ha sucedido a mí, antes de ser senador”, ha insistido. “O han vivido como una mujer se aferra a su bolso cuando un negro entra en un ascensor y siente alivio cuando vuelven a abrirse las puertas”. “Eso pasa a menudo” . Y le pasó a él.
Estaba dicho y no podía ser más personal. Obama cerraba una semana de silencio abriendo el debate tabú sobre el racismo que aún pervive en este país y anunciando que era solidario con el dolor que sentía la comunidad afroamericana, con el dolor por lo sucedido en Sanford, porque esa comunidad tiene una serie de experiencias y una historia distinta que es imposible ignorar. “No quiero exagerar esto pero esas experiencias dan una idea de por qué la comunidad negra interpreta como lo interpreta lo que pasó una noche en Florida y es imposible escapar a esas experiencias que llevan consigo”. "Los jóvenes afroamericanos están acostumbrados a que se les tema", ha dicho.
El momento fue intenso. No hubo interrupciones. Hubo la declaración oficial de que el mandatario de EEUU entendía perfectamente por qué los negros de EE UU consideran que el veredicto hubiera sido otro si un blanco hubiera estado en la piel de Martin.
En la noche del pasado sábado, un jurado compuesto por seis mujeres –cinco blancas y una latina- absolvía de asesinato en segundo grado y homicidio involuntario a George Zimmerman, el vigilante vecinal de 29 años que en febrero de 2012 acababa de un tiro en el corazón a quemarropa con la vida de Trayvon Martin, un joven de 17 años que volvía a su casa en una noche de lluvia tras comprar unas golosinas. Entonces, la muerte de Martin provocó un debate sobre los derechos civiles y los perfiles raciales –como considerar a una persona culpable de algo solo por el color de su piel- que a diario se practican en la sociedad.
Ese debate y el temor a disturbios raciales volvió al primer plano el fin de semana pasado. La Casa Blanca emitía un comunicado poco después de conocerse el veredicto de un jurado que se dijo incapaz de ver culpabilidad ni mala fe en Zimmerman, solo defensa propia. Y nada más. Un frío comunicado que llamaba a la calma y ofrecía sus condolencias a los familiares de Martin.
Esta tarde, Obama ha protagonizado uno de los momentos más importantes de su presidencia al hablar de la raza y el racismo vivido en este país. Y lo ha hecho conocedor de ambos lados de la historia, porque su abuela materna era una de esas mujeres blancas que se cambiaban de acera cuando veían a un hombre negro caminando hacia ellas.
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