Los maestros admiten que hoy su rol no es claro y que tienen dificultades para motivar a chicos que confían más en la Web
"Nunca antes tuve tantos recursos, nunca hice tantos cursos de capacitación y, sin embargo, nunca tuve tantas dificultades como las que tengo ahora para enseñar."
La afirmación de una docente durante un debate público es confirmada por expertos en educación y por una docente jubilada, su hija maestra y su nieta que comienza a ejercer la docencia dando clases particulares.
"No debe haber hoy trabajo más difícil que ser profesor y, al mismo tiempo, cada vez pagamos menos a los docentes y deterioramos sus condiciones de trabajo", dijo a LA NACION Juan Carlos Tedesco, profesor e investigador de la Universidad General San Martín, y ex ministro de Educación de la Nación.
Uno de los motivos que dificultan la tarea docente hoy es, según el director de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés, Jason Beech, la falta generalizada de certeza sobre qué es lo que se debe enseñar. Es decir, qué es lo que se espera que sepa un joven.
"Cuando yo enseñaba, lo que decía el maestro era sagrado", recuerda Marta Ochoa, que hoy cumple 82 años y fue maestra durante dos décadas y media, en el siglo pasado. La experiencia de su hija, Marisa Waimann, de 48, maestra de música de cuarto a séptimo grado de primaria y profesora de estética y artes combinadas en el secundario, en un colegio privado de Parque Patricios, es muy diferente. "En un mismo grupo podés tener chicos cuyos padres esperan que su hijo aprenda lo mínimo e incluso vienen y te dicen: «No le jodas la vida», y otros que quieren que aprenda un montón de cosas que, según piden, «le sirvan en la facultad y para ser alguien en la vida»", resume Marisa.
"Antes, lo que se aprendía servía para mucho tiempo. Hoy hay que educarse para aprender a lo largo de toda la vida y esto afecta al maestro, a la escuela. Todo esto se une al hecho de que no se puede desconocer que la profesión docente ha perdido prestigio y lugar en la sociedad", apuntó Tedesco.
Enseñar a aprender, el desafío que se indica como el más complejo para los docentes hoy, es algo "difícil de encontrar", apunta Guillermina Tiramonti, coordinadora académica y profesora de la Maestría en Ciencias Sociales con orientación en Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). "Es difícil de encontrar que se enseñe a aprender porque la escuela está estancada en la idea de que el profesor es el único transmisor del saber y entonces repite la misma práctica que hace cincuenta años", dice.
Según Tiramonti, las investigaciones evidencian "que los estudiantes se quejan de que los docentes no les dan clase porque faltan o les hablan de cualquier cosa o les dan ejercicios como para pasar el rato. Y también sale de los estudios de campo que hay pocos profesores que saben sobre lo que exponen y que obtienen el respeto de los chicos".
Según Beech, la dificultad de maestros y profesores para no trasmitir conocimientos sino enseñar habilidades radica en que la mayoría de los docentes son "profesionales que se capacitaron para enseñar de otra forma y está comprobado que la biografía escolar del docente es quizá tan importante como toda su formación académica".
En este contexto, el cambio fundamental, para Beech, es el del estilo pedagógico. "Hasta hace poco se usaban recursos puramente demostrativos. Se leían los datos de un libro de texto y se veían fotos. El niño era un sujeto pasivo. Hoy se ve al niño como un sujeto activo y se espera una pedagogía centrada más en el hacer; es decir, que se plantee que el chico piense, reflexione, vincule. En cambio, hay todavía docentes que usan la computadora sólo para mostrar cosas, como antes se mostraban las fotos en un libro."
Cuando a mitad del siglo XX Marta Ochoa empezó a dar clases, contaba con tizas, pizarrón, el manual, algunos mapas y unos pocos libros en la biblioteca de la escuela. Su nieta, Cecilia Tejerina, de 19 años y alumna de sexto año del profesorado de música con orientación en dirección coral y con experiencia como profesora particular, valora la interactividad que permiten las nuevas tecnologías. "Hace algunos años di clases de geografía a un chico y estudiábamos con una página de Internet con mapas interactivos. Es mucho más atractivo y menos aburrido para estudiar -dijo-. De todas formas, nada puede reemplazar a la persona en la relación con el alumno."
Con 17 años de ejercicio docente, su madre, Marisa, comenta: "Los niños ahora tienen la concepción de que antes que el maestro está San Internet. Si yo lo digo es cuestionable, pero si lo leyó en Wikipedia no lo dudan".
No obstante la influencia de la nueva tecnología, la docente afirma: "Los recursos visuales son atractivos para los alumnos, pero este atractivo no dura si yo como docente no me transformo en el recurso por excelencia". Convencida de que enseñar ahora es más difícil que hace cuatro décadas, por un problema de los docentes que pierden el sentido de su profesión, Marisa recordó una experiencia de su propia primaria. La señorita Elsa, su maestra de séptimo grado, ponía música clásica mientras sus alumnos hacían en el aula los ejercicios de matemáticas o los invitaba a su casa para ver los planetas y las estrellas a la noche con un telescopio. "Esa profesora no tenía recursos gigantescos, pero nos trasmitía lo que ella era", dijo.
Otro cambio social que modificó también el clima en la escuela es el trato, o destrato, que se le da a la autoridad, sea cual fuere. "Hoy los chicos no tienen internalizadas desde los hogares pautas de disciplina. En el buen sentido hay más libertad, más participación, más respeto por el otro, y mantener la disciplina es más difícil porque hay que conquistar al alumno. El docente no se impone simplemente por el lugar que ocupa en el aula", dijo Tedesco.
Para Tiramonti, "no hay aprendizaje posible si no se construye un vínculo con el alumno de respeto y generosidad para enseñar. Hay chicos difíciles, pero también hay muchos más que esperan aprender y a un docente con voluntad de enseñarles".
Aun cuando todo cambie lo que no cambia ni cambiará para Marta es la posibilidad del docente de "hacer querer a sus alumnos aquello que está enseñando". Para su nieta, Cecilia, "lo más fascinante de enseñar es ver la cara del que aprende algo que no sabía o veía, del que descubre"..
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