Publicado el sábado 19 de enero del 2013
Andrés Oppenheimer aoppenheimer@elnuevoherald.com
Latinoamérica no está entre las máximas prioridades del presidente Barack Obama, pero hay varias razones –mayormente internas— por las que su segundo período presidencial podría convertirlo en el mejor presidente de Estados Unidos para la región en mucho tiempo.Empecemos por lo más obvio: Obama no ha tenido un interés especial por Latinoamérica. Cuando lo entrevisté por primera vez en el 2007, nunca había pisado la región. Y durante sus primeros cuatro años, a diferencia de la mayoría de sus predecesores, no propuso ningún gran plan regional para aumentar los lazos con Latinoamérica, y en cambio proclamó que su principal prioridad en política exterior es la región Asia-Pacífico.
Sin embargo, tal vez termine siendo excelente para Latinoamérica, por razones que no tienen nada que ver con la región.
Primero, hay buenas posibilidades que —fortalecido por la paliza que le dio a sus rivales republicanos al ganar el voto latino por un margen 71 a 27 por ciento en las elecciones del 2012— Obama apruebe una reforma inmigratoria que legalizaría a muchos de los estimados 11 millones de indocumentados. Eso sería una bendición para las economías de México, Centroamérica, el Caribe, Colombia y Ecuador.
Casi todos los expertos coinciden en que una vez que los indocumentados consiguen empleos legales, ganan salarios más altos, y tienden a enviar más dinero a sus familiares en sus paises de origen.
Según Manuel Orozco, autor del nuevo libro América latina y el Caribe: migración, remesas y desarrollo, los 73 mil millones de dólares que los trabajadores indocumentados de Estados Unidos envían a Latinoamérica anualmente probablemente aumenten en un 18 por ciento si su estatus es legalizado. Eso significaría una entrada de dinero extra de alrededor de 13 mil millones de dólares en el 2014, me dijo Orozco.
En segundo lugar, las nuevas propuestas de Obama de prohibir armas de asalto tras la reciente masacre de la escuela primaria en Newtown, Connecticut, contribuirían a reducir la violencia en varios países latinoamericanos que están inundados de armas contrabandeadas desde Estados Unidos.
México, donde más de 60,000 personas han muerto por la violencia relacionada con el narcotráfico en los últimos seis años, dice que el 83 por ciento de las armas incautadas en su territorio entran ilegalmente desde Estados Unidos. El gobierno mexicano, junto con otros, está pidiendo que Washington que haga algo por reducir las ventas de armas semiautomáticas, que terminan en manos de los carteles de la droga.
Ahora que Obama ya no puede presentarse como candidato a una nueva presidencia, tendrá más libertad para impulsar más activamente leyes de control de armas.
En tercer lugar, la reciente aprobación de medidas para la legalización de marihuana en Colorado y el estado de Washington posiblemente le permita a Obama una mayor flexibilidad en conversaciones sobre las drogas con los países latinoamericanos.
En los ultimos meses, los presidentes de Guatemala, Uruguay, México y Colombia, entre otros, han pedido un debate serio con Washington sobre la legalización de drogas, afirmando que es hora de dedicarles mas recursos a la educación, prevención y planes de rehabilitación.
En cuarto lugar, la propuesta de Obama de concluír este año las negociaciones para el Acuerdo de Asociacion Transpacífica (TPP) -aunque principalmente dirigido a países de Asia- también beneficiaría a México, Colombia, Perú y Chile. El TPP podría convertirse en el mayor acuerdo comercial del mundo si Japón —la tercera economía del mundo— decide integrarse.
En quinto lugar, la probable decisión de Obama de designar a John Kerry para reemplazar a Hillary Clinton como secretario de Estado hará que el senador Bob Menéndez (demócrata por Nueva Jersey) — partidario de una mayor cooperación con Latinoamérica — reemplace a Kerry como presidente del poderoso Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Y esa sería una buena noticia para algunos países que quieren mayor asistencia de Estados Unidos.
Mi opinión: Aunque la mayoría de estos hechos podrían ayudar indirectamente a Latinoamérica, hay algo que podría hacer Obama que tendría un impacto impacto directo —e importantísimo — en la región.
Me estoy refiriendo a que cumpla su promesa del 2011 de elevar el número de estudiantes universitarios latinoamericanos en Estados Unidos a 100,000, y el número de universitarios estadounidenses en Latinoamérica a 100,000, para el año 2020.
Actualmente hay tan sólo alrededor de 40,000 universitarios latinoamericanos y caribeños estudiando en Estados Unidos, comparado con 168,000 chinos y 73,000 de Corea del Sur, y América latina se está quedando cada vez más detrás de Asia y los países desarrollados en educación, ciencia y tecnología.
Lamentablemente, que yo sepa, el plan de Obama de aumentar los intercambios universitarios - ue requiere el apoyo de empresas estadounidenses y latinoamericanas interesadas en capacitar a las fuerzas laborales de sus países - aún no ha despegado.
Si Obama quiere hacer algo concreto para ayudar a la región, que también beneficiaría a Estados Unidos, debería ocuparse personalmente de que su promesa se cumpla.
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