24 de fevereiro de 2013

Una carrera docente para el siglo XXI y un nuevo contrato social


Por Juan J. Llach | Para LA NACION, 24/2/2013

La educación no se "arregla" con la economía, pero tampoco sin ella. Entre mediados y fines del siglo pasado la Argentina cayó del decimoséptimo al cuadragésimo puesto mundial en ingresos por habitante. Sólo por milagro podría haberse evitado la pérdida de jerarquía de la profesión docente y su abandono por parte de los jóvenes de los sectores medios de la sociedad. Con el inicio del siglo XXI, el viento de cola, la reactivación y algunas buenas leyes llenaron las arcas fiscales, los salarios de los docentes mejoraron cerca del 25% y la conflictividad gremial decayó. Pero hace unos seis años tuvimos la "genialidad" de reintroducir la inflación y el conflicto volvió cada vez con más fuerza. Se hicieron evidentes el fin de la "etapa alegre" de la inflación, la imposibilidad de indexarlo todo al 25 o 30% anual y, por ello, la paradoja de estar en un brete salarial pese a la inversión récord de más del 6% del PBI en educación.
Se perdió la oportunidad de aprovechar el período de mejora salarial para construir la otra pata que la educación argentina pide a gritos: una nueva carrera docente a tono con el siglo XXI y apoyada en un nuevo contrato entre la sociedad y los maestros. Una carrera que podría ser inicialmente optativa, con remuneraciones centradas en la formación y en la capacitación debidamente certificadas y no en el mero paso del tiempo, y también con un incentivo social y monetario a todo el personal de las escuelas que, cualquiera que fuera su punto de partida, lograran mejoras en promoción a tiempo, graduación y calidad de los aprendizajes.
En menos de dos décadas la Argentina ha perdido el cetro latinoamericano de calidad educativa, cayendo a entre el cuarto y el octavo lugar según niveles y disciplinas. Pero ni esto, ni el pobre aumento de la escolarización secundaria, ni la magra mitad de chicos que se gradúan en ese nivel motivaron para colocar a la educación en el centro de la escena sobre la base de una sólida alianza entre sociedad, partidos y gobierno, como sí lo están haciendo cada vez más países latinoamericanos, desde Brasil hasta Ecuador y desde México hasta Chile.
Sin esto, será imposible resolver esta reiterada y triste conflictividad y mejorar de verdad la educación en nuestro país..

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