Un joven de 13 años fallece diecisiete meses después de recibir una paliza
La agresión se produjo en las inmediaciones de una escuela secundaria del municipio de Amozoc (77.000 habitantes), a 30 minutos en coche de la capital del Estado mexicano de Puebla, en el centro del país. La madre de Antonio denunció en su día que el menor había sido víctima de bullying antes. “Fui a la escuela y le dije al director que los niños más grandes abusaban, que lo habían encerrado en el baño, pero el señor se lavó las manos y no me hizo caso”, declaró María de Jesús Monge Tapia al diario El Universal.
Aunque las estadísticas en México son endebles, su caso no es una excepción. El año pasado, la muerte de un niño de 12 años en Ciudad Victoria, Tamaulipas, puso de nuevo el problema sobre la mesa. En aquella ocasión, Héctor fue columpiado por varios compañeros antes de que lo arrojaran contra una pared. Permaneció en coma varios días y después falleció. Las autoridades mexicanas, incluyendo al presidente de la República, se pronunciaron en contra de la violencia en las aulas. “A veces el acoso escolar refleja el nivel de violencia que se registra en las calles. Esto es lo que tenemos que combatir de manera decidida”, dijo entonces Enrique Peña Nieto.
Días después, la Secretaría de Educación Pública anunció la creación de un programa piloto contra el bullying y en una decisión sin precedentes, un juez federal ordenó al Ministerio proteger a una niña de 11 años que denunció agresiones sexuales y acoso escolar en un colegio de primaria en la capital.
Según datos recogidos en el informe TALIS (Estudio Internacional sobre Enseñanza y Aprendizaje), México presenta los niveles más altos de los países de la OCDE en robos y agresividad verbal y física de los alumnos de educación secundaria. Además, el 24% de los estudiantes de primaria sufre burlas y el 17% ha sido lastimado por otros alumnos.
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