23 de fevereiro de 2010


Editorial I

Cambios en la escuela secundaria

Es bueno que se busque recuperar a los adolescentes que se han alejado de las aulas o estan en vías de desertar de ellas


El plan de mejoras para la escuela media, anunciado por la presidenta Cristina Kirchner, busca lograr una renovación en el área en la cual se han concentrado los mayores problemas de nuestro sistema educativo. Los aspectos más dramáticos e inquietantes se relacionan con el alto número de alumnos repitentes, que más tarde abandonan las aulas, se convierten progresivamente en desertores y pasan a integrar la gran masa adolescente y juvenil que no estudia ni trabaja. Ese universo humano, estimado en centenares de miles, compromete gravemente tanto el presente del país como su futuro, y sólo se encamina hacia un horizonte de pobreza y exclusión social.
Como consecuencia de esta percepción global de los males del secundario, las innovaciones diseñadas tratan de abrir otras posibilidades a los alumnos con dificultades de estudio, ampliar opciones ya probadas para quienes, por razones de familia o de trabajo, dejan de concurrir con regularidad y, también, mediante la oferta de nuevas orientaciones y modalidades de estudio. Ya la ley de educación 26.206/06 había retornado al ciclo básico común de tres años y otro ciclo orientado de dos años, con lo cual se había anulado la reforma de 1993 en la que se establecía la EGB y el Nivel Polimodal.
La novedad que hoy se anuncia procura evitar la dispersión de títulos y así considera central el título de bachiller, con cierta flexibilidad de duración entre cinco y seis años que decidirán las distintas jurisdicciones. Ese bachillerato tendrá diez orientaciones, cuya implementación deberá ser cuidadosamente analizada porque han existido experiencias anteriores en nuestro sistema que se frustraron a causa de las dificultades de organización de distintas orientaciones, en un mismo establecimiento. La reforma de hoy considera, además, un secundario técnico-profesional y otro artístico, en lo que hay continuidad con lo precedente.
Abundan las propuestas en el nuevo plan, algunas conocidas, como los talleres y los laboratorios; otras de promisorio interés, como los trabajos de campo o de carácter solidario con la comunidad. Puede apreciarse en el proyecto la intención de rescatar nuestra enseñanza de la decadencia en que ha caído. Acude por ello a la responsabilidad de quienes conducen las escuelas, ya que tendrán mayor autonomía para definir sus problemas, establecer sus metas y evaluar los rendimientos que alcancen. Este atractivo enunciado requiere mayores precisiones y deberá contar, asimismo, con experiencia suficiente por parte de sus actores a fin de que resulte eficaz.
Esta escuela renovada, que promete una inversión de 2132,7 millones de pesos de acuerdo con los anuncios, comenzará este año en un 50 por ciento de los establecimientos secundarios; la otra mitad lo hará en 2011. El afán de dar rápido curso a un cambio, sin escalonar los tiempos de evaluaciones críticas parciales y las consecuentes correcciones, puede ser perjudicial para el todo. Un proceso innovador que aspira a ser exitoso requiere una activa clarificación previa, participación y coincidencias en los que van a trabajar en él, ya sea en los protagonistas directivos y docentes, como en los alumnos, pues a todos hay que motivar. Es el gran desafío. La experiencia de la reforma iniciada en 1993, concluida en un fracaso que anarquizó el sistema, debe servir para no reiterar errores.
Es positivo que la innovación apunte a sustentar la autoridad de los adultos, entendemos especialmente la de los docentes, tan a menudo menoscabada. Es necesario, también, dejar bien sentado que el cambio no busca instalar una escuela tolerante y facilista, pues lo que importa es bregar por una escuela mejor, que siempre exige buena voluntad y esfuerzo de superación.

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