La Nación, 14/10/2014
El avance de la computación es incesante y perceptible tanto en la constante oferta de nuevos desarrollos como en la respuesta de chicos y adolescentes atraídos por una tecnología que les otorga un dominio del cual muchos adultos suelen quedar rezagados. Aún más, hoy convoca el interés de los mayores el hecho de que no sólo sus hijos aprenden tempranamente a usar la productiva herramienta, sino que crece el número de los que se capacitan para ir más allá a fin de saber programarla. Esa superación se va incorporando entre nosotros por distintas vías. Pueden citarse como ejemplos, la Escuela Técnica ORT, donde se aprende a programar y crece el número de alumnos que elaboran proyectos "que después se convierten en emprendimientos tecnológicos", según manifestó Darío Mischener, director de la orientación relativa a la Información y la Comunicación. Así también, el Colegio María de Guadalupe, de la localidad de Pacheco, promovió la iniciativa Tictac, que enseña el empleo de las nuevas tecnologías, entre las que se incluye la capacitación de programar. Un tercer ejemplo digno de mención es el taller Creactivis, fundado por jóvenes estudiantes -dos de ellos, de 15 años de edad-, en donde se enseña también a programar.
Es una realidad el constante crecimiento de la cantidad de alumnos que, tanto en instituciones oficiales como privadas, concurren por su propia iniciativa a talleres donde ganan en habilidades para la programación. A la vez se avanza con eficacia en otros terrenos, como el fortalecimiento de los vínculos comunitarios, según lo ha observado el profesor Matías Cacciagrano, del taller Creactivis.
Sin embargo, ese notable avance de nuestro tiempo no deja de plantear objeciones significativas, todavía no resueltas. Néstor Tirri, especialista italiano, señalaba que la alianza de la globalización con la tecnología reducía los años de infancia ya que se establecía otro modo de conexión del mundo infantil con un mundo adulto, saturado de mensajes fragmentados e imágenes chocantes que pueden verse con crudeza mediante un simple clic. En ese planteo está latente una cuestión de base: ¿a qué edad debe comenzar el aprendizaje de la computación?
Esos dos ejemplos discrepan de quienes han opinado, por el contrario, que es la escuela tradicional la que ha perdido su misión y el monopolio de la enseñanza por efectos de las nuevas tecnologías. En ese sentido se ha expresado Nicholas Burbules, de la Universidad de Stanford. Por su parte Santiago Ceria, especialista argentino, ha recordado la función pionera cumplida por nuestro país por Manuel Sadosky, quien hace 50 años creó la primera carrera universitaria de computación en América latina. En un artículo publicado en LA NACION decía Ceria que las actuales tecnologías han dado nuevo impulso a las "ideas fundacionales de aprovechar el desarrollo de habilidades que puede generar la programación de computadoras", ahora también llamado "pensamiento computacional".
Los juicios opuestos, como los citados, no han sido obstáculo para el avance de la computación en la escuela, pero constituyen un llamado de atención para que docentes y padres sean conscientes de los puntos críticos de una innovación de tal magnitud y de consecuencias todavía no debidamente analizadas..
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