En los últimos 50 años cayeron barreras en Latinoamérica. Pero las retribuciones salariales distan mucho de una igualdad real
ROBERT VALLS Barranquilla (Colombia) 4 OCT 2013 - 21:42 CET, El País
Adela Maldonado, de 42 años, corta papas y muslos de pollo en tiras tan delgadas como sus hábiles dedos mientras prepara un enorme guiso para cientos de niños en una escuela de un pequeño poblado en las afueras de Barranquilla, Colombia.
Mientras tanto, a unos 1.000 km de distancia, Lina María Castaño, de 30 años, manda un mensaje desde su BlackBerry a un alto funcionario del Gobierno en Bogotá.
Separadas físicamente por la abrupta geografía colombiana y por su formación profesional -una es cocinera, la otra directora de un programa del gobierno colombiano-, las dos mujeres comparten sin embargo su adhesión a una nueva generación de mujeres trabajadoras que ha logrado acortar la brecha de género en América Latina.
Más de 70 millones de mujeres se sumaron a la fuerza laboral en los últimos 20 años, de acuerdo a cifras del Banco Mundial.
Pero la iniciativa, el esfuerzo y la perseverancia que identifican a la mujer latinoamericana del S.XXI no se forjaron de la noche a la mañana.
De hecho, la coyuntura social y económica de la región durante los últimos 50 años ha tenido mucho que ver. Progresivamente se han flexibilizado una serie de leyes en favor de la toma de decisiones legales por parte de la mujer, y ellas se han apropiado de derechos imprescindibles para alcanzar la posición -más justa aunque no del todo igualitaria- que ostentan en la actualidad.
Durante estos últimos 50 años en América Latina cayeron muchas de las barreras, tanto legales como sociales y económicas, que impedían la incorporación plena de la mujer a la vida pública. Se calcula que en este período, se redujeron a la mitad las restricciones a los derechos de propiedad de la mujer, así como los obstáculos legales que impedían que se incorporaran íntegramente a la economía, según el informeMujer, Empresa y el Derecho 2014: Eliminando Restricciones para Aumentar la Igualdad de Género.
Con estos cambios en las leyes, más mujeres han podido acceder a la propiedad de empresas y, gracias a políticas que favorecieron la incorporación de la mujer al mercado laboral, se logró reducir una brecha de ingresos tradicionalmente muy desigual.
En los últimos dos años, varios países de la región han registrado avances en este terreno: en Bolivia y México se introdujo el pago durante la licencia por paternidad; en Colombia y Venezuela se extendió el tiempo de licencia por maternidad; en Jamaica se adhirió una cláusula contra la discriminación de género en la Constitución; y en Chile se introdujo la licencia por maternidad y paternidad.
¿Cuánto mide la brecha de género?
A pesar de las alentadoras cifras registradas en los últimos años, las retribuciones salariales en la región distan mucho de una igualdad real entre hombres y mujeres. Mayoritariamente ellas encuentran empleo en el sector de los servicios o en el servicio doméstico y no en los campos de la alta tecnología, construcción o trabajo calificado.
En Chile, Brasil, México y Perú, por ejemplo, los varones profesionales pueden llegar a ganar hasta un 25% más que las mujeres.
Otro de los indicadores todavía en suspenso en la región es el referente a la violencia de género y al embarazo de adolescentes. En Brasil, por ejemplo, casi una de cada tres mujeres sufre maltrato. Un hito en este sentido es la ley Maria da Penha, considerada una de las normas más avanzadas contra la violencia doméstica, que endurece las penas a los maltratadores y pone énfasis en la seguridad de las mujeres amenazadas.
Pero ante esta avalancha de pesimismo aparece un dato positivo: la proporción de escaños parlamentarios ocupados por mujeres en la región en casi 24 por ciento, la más alta entre todas las regiones del mundo.
La situación de la mujer en el resto del mundo
Las conclusiones del estudio del Banco Mundial –que analizó a 100 países de todas las regiones del mundo desde 1960 hasta 2010- son alentadoras: en todos los países se eliminaron más de la mitad de las restricciones a los derechos de la mujer, aunque se suprimieron algunas limitaciones en Asia meridional y en Oriente Medio y Norte de África.
El mayor número de reformas se registró en Costa de Marfil y Mali, donde los maridos ya no pueden impedir unilateralmente que sus esposas trabajen. Filipinas también eliminó restricciones al trabajo nocturno de la mujer, y la República Eslovaca elevó el porcentaje del salario recibido durante la licencia por maternidad.
Los países de Europa oriental y Asia central son los que tienen las listas más extensas de actividades que las mujeres no pueden realizar. Por ejemplo, no pueden conducir camiones para el sector agrícola en la Federación de Rusia, y tampoco pueden trabajar como carpinteras en Bielorrusia ni como soldadoras en Kazajstán.
La prohibición del acoso sexual en el lugar de trabajo está muy difundida: 78 economías tienen legislación al respecto y, de ellas, más de la mitad han tipificado como delito ese comportamiento. Lo mismo sucede con las leyes relativas a la violencia doméstica: 76 países cuentan con legislación que la prohíben. Oriente Medio y Norte de África es la región con el menor número de leyes sobre violencia doméstica.
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