26 de setembro de 2014

Cristobam Buarque"“Los brasileños se dividen entre descontentos y desesperados”


El senador Cristovam Buarque, en Madrid, abril de 2010. /CLAUDIO ÁLVAREZ
El senador Cristovam Buarque, (Recife, 1944), exgobernador del Distrito Federal y durante un año ministro de Educación con Lula, tiene un plan educativo para Brasil y se lo sabe de memoria. Tanto, que es capaz, en cualquier sitio, en una cafetería por ejemplo, de explicárselo a cualquiera con media docena de cuartillas y un bolígrafo. Mientras lo hace, es interrumpido por varias personas que se acercan para felicitarle, animarle a que prosiga en su labor política o simplemente, a saludarle. Su obsesión, que el nivel educativo del país, sobre todo en la enseñanza primaria y en la media, suba. Apoyará a Marina Silva en estas elecciones. Su nombre suena como posible ministro de Educación. Si es así, podrá pasar su plan de las cuartillas del cuaderno a la realidad de un país de 200 millones de habitantes.
Pregunta. Según los últimos estudios, el país no ha alcanzado las metas educativas del Gobierno. ¿Qué le parece este dato?
Respuesta. Y eso que las metas eran modestas. Es un auténtico fracaso.
P. ¿Y qué hay que hacer?
R. Primero, reconocer las causas. Primera, que Brasil está dividido socialmente. No tenemos clases sociales. Tenemos un auténtico apartheid social. Y actualmente no se trabaja por solucionar los problemas de los de abajo: la salud, el transporte, la educación… La segunda causa es cultural: aquí no se le da importancia a la educación, no se la respeta. Si uno quiere ser respetado en Brasil tiene que tener un coche, una casa grande, una cuenta bancaria… Pero vamos a suponer que se supera esto. ¿Qué hacer? Pues transformar el sistema para que sea un auténtico sistema nacional de educación, para que no dependa de los municipios, que son muy desiguales y no tienen dinero. Y crear, por ejemplo, la carrera nacional de Magisterio.
Para ser ministro con Marina Silva pongo mis condiciones”
P. ¿Es un problema de presupuesto?
R. Si usted pone más dinero en el actual sistema no va a resultar. Hay que cambiar la estructura.
P. ¿Y por qué el Gobierno no lo hace?
R. Porque el Gobierno actual (y los de Lula) no da importancia a la educación básica. El Gobierno de Lula era muy sensible al voto. Y la población se preocupa sobre todo por la universidad.
P. Hay especialistas que dicen que el nivel de la universidad pública es bueno pero que muchos estudiantes de clase baja no acceden porque no alcanzan los conocimientos necesarios.
R. Es así. Y además, sólo el 40% de los estudiantes de escuelas públicas terminan el ciclo de enseñanza. En las escuelas privadas todos terminan. Luego, los que van a privadas se pasan a la universidad pública y los de las escuelas públicas acaban en las universidades privadas, porque no dan el nivel, a base de becas del Estado, por iniciativa del PT.
P. Ese sistema es perverso.
El Gobierno actual, y antes el de Lula, no da importancia a la educación básica”
R. Sí; la solución pasaría porque la enseñanza básica y media, públicas y privadas, tuvieran la misma calidad. Pero la calidad está cayendo. Soy profesor de universidad y lo veo.
P. ¿Y cómo se sube el nivel?
R. Volviendo a mi plan: hay que crear una carrera nacional de Magisterio, con salarios altos, selecciones rigurosas y una constante evaluación de los profesores. En Brasil, si eres profesor, nunca te van a despedir, a no ser que seas ladrón o pedófilo. Yo les pondría un sueldo de 9.500 reales (3.940 dólares), pero con controles constantes. El segundo punto sería la construcción de escuelas. Y dotarlas de equipos. Viaje al nordeste del país y dígame cómo están las escuelas allí. Tercero, tendría que haber un horario integral. Aquí el alumno sólo está cuatro horas al día de clase. Nacionalizando todo esto acabaríamos con un problema crucial de Brasil: dependiendo de dónde nazcas y en qué familia, estás marcado para toda tu vida. Harían falta 200.000 escuelas y dos millones de profesores. Si se hacen en 250 ciudades al año y 100.000 profesores por año, en veinte años se consigue. Y la inversión no superaría el 10% de lo que, por ley, se tiene que invertir en educación.
P. ¿Y no le enseñó ese plan a Lula cuando fue ministro?
R. Yo del Gobierno de Lula salí frustradísimo. Él nunca tuvo tiempo para hablar de esto. Nunca se interesó. Yo quería que el ministerio de educación se ocupara de la enseñanza primaria y media, sin las universidades. Pero Lula no aceptó. Los sindicatos no querían. Y Lula es un político genial, pero ligado a sus orígenes, a los sindicatos. Y los niños son los únicos en Brasil que no tienen sindicato. Nadie se preocupa de ellos, porque además tampoco votan.
Aquí no hay clases sociales. Tenemos un auténtico ‘apartheid’ social”
P. Sus padres se preocupan.
R. Mire: la escuela ahora es muy mala, sí, sólo el 40% termina la enseñanza media. Pero 30 años atrás, la terminaba apenas el 20%. Los niños de hoy están mucho mejor de lo que estuvieron sus padres, que en su gran mayoría no fueron al colegio.
P. ¿Es la educación una prioridad de la campaña?
R. Eduardo Campos [del Partido Socialista de Brasil, fallecido en accidente aéreo en agosto] fue el único candidato que dijo eso de “Brasil no será un país decente hasta que el hijo del trabajador estudie en la escuela del hijo del patrón”. Marina Silva está tardando en decir lo mismo.
P. Usted suena como ministro de Educación si resulta elegida.
R. Primero, pienso que Marina Silva va a necesitarme más en el Senado. Segundo, yo ya fui ministro y ahora sólo aceptaría con ciertas condiciones: sería ministro de la educación básica y media, sin las universidades. Ya salí frustrado la otra vez.
Hay que crear la carrera de magisterio con salarios altos y evaluaciones”
P. ¿Cree que Marina es la candidata de la gente que salió masivamente hace año y medio a la calle?
R. Es la que más cerca de ellos está. Si usted me pregunta si ella va a solucionar todos sus problemas, le diré que de eso no estoy seguro. De lo que estoy es de que es la que más esperanza da.
P. ¿Por qué se produjeron esos movimientos de protesta?
R. En los últimos 20 años, Brasil gozó, por primera vez, de estabilidad monetaria y crecimiento económico. Pero, paralelamente, la democracia entró en crisis por las mentiras de las campañas, la desmoralización y la corrupción. El crecimiento se estancó y la estabilidad monetaria se esfumó por la inflación. El pueblo se cansó del ciclo este del PT y del PSDB, de que las cosas no funcionen y se fue a la calle. El transporte público no funciona porque la prioridad fue aumentar las ventas de coches. La salud no funciona porque la prioridad fue dar subvenciones y salarios sociales a las familias y no invertir en salud. La seguridad también está mal. El pueblo puede que no haga estos análisis, pero siente esos problemas. Y con todo, quien salió a la calle fue sólo la clase media. Cuando las clases más pobres salen a la calle, lo hacen con violencia. La población brasileña se divide entre descontentos y desesperados.


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