Periódico Escuela de España., 2/10/2013
El debate sobre la distribución de
responsabilidades educativas entre el sector público y el privado tiene una
larga historia. Tradicionalmente, lo público fue identificado con lo estatal,
lo privado con la Iglesia y el debate giró alrededor del control de los
contenidos socializadores de la escuela, donde la cuestión de la enseñanza laica
o religiosa ocupó un lugar prioritario.
En la actualidad, sin embargo, la
agenda de discusión sobre las responsabilidades del sector público y del sector
privado se ha complejizado significativamente, tanto por los contenidos como
por los actores que participan del debate. La controversia sobre los contenidos
socializadores sigue abierta, pero uno de los grandes desafíos de la educación
del siglo XXI es aprender a vivir juntos. Este objetivo no puede ser alcanzado
ignorando al otro, negando su identidad o simplemente “tolerando” su
existencia. Aprender a vivir juntos supone introducir experiencias de
aprendizaje en los currícula de las escuelas, sean ellas de gestión estatal o
de gestión privada, que permitan conocer al otro, al diferente, y
respetarlo en su identidad. Este enfoque supone abrir la discusión sobre el
tema del laicismo sobre nuevas bases.
Pero además de este espacio clásico
del debate sobre la articulación entre lo público y lo privado, quisiera
mencionar dos nuevas y más complejas dimensiones que merecen mucha atención.
La primera de ellas se refiere al
ámbito de las tecnologías de la información. Ya nadie discute la necesidad de
promover la universalización del acceso y del dominio de los códigos de la
cultura digital. Pero los alcances de las innovaciones en este campo son muy
profundos y estarían afectando aspectos fundamentales de los procesos cognitivos
de las personas. Para decirlo en pocas palabras, la innovación tecnológica está
formateando nuestros procesos cognitivos, nuestras maneras de acceder a la
información, de producir conocimientos, de distribuirlos y de validarlos
socialmente. Y todo esto con escaso o nulo control público. La lógica del lucro
es la que predomina en el diseño y renovación de los equipos y las respuestas a
esta lógica provienen de algunos movimientos de la sociedad civil y de
organismos no gubernamentales que intentan promover iniciativas que respondan a
intereses sociales. Es necesario profundizar esta línea del debate y analizar
las mejores estrategias para fortalecer la capacidad del sector público para
introducir la satisfacción de demandas y necesidades sociales en la innovación
tecnológica.
En esta misma dimensión del
problema, también es preciso prestar mucha atención a los cambios que se
producen en el ámbito de las conductas y los valores. Las tecnologías de la
información erosionan las fronteras entre lo que cada uno considera público o
privado. Las conductas tradicionalmente consideradas como privadas son hoy
expuestas a la consideración pública mientras que muchas conductas públicas
permanecen en el ámbito opaco de la falta de control social. La escuela debe
educar en el manejo y el cuidado de estos nuevos ámbitos de desempeño.
El segundo de los puntos que
enriquecen la agenda de temas de esta discusión se refiere al papel del sector
privado en el plano internacional. Al respecto, existen evidencias que indican
que se han producido algunos cambios en la dinámica reciente de las relaciones
internacionales donde se aprecia la presencia cada vez más activa de empresas
consultoras privadas definiendo las líneas de política educativa de países con
débiles estructurales estatales. Este fenómeno indica no sólo la debilidad o el
debilitamiento del sector público nacional sino también del internacional. La
asistencia técnica a los países más pobres estuvo tradicionalmente en manos de
organismos intergubernamentales, particularmente las agencias del sistema de
Naciones Unidas. El papel de estos organismos está decayendo y ese espacio lo
están ocupando agencias privadas donde el lucro y las miradas políticamente
sesgadas hacia determinados intereses económicos y políticos, están presentes.
En síntesis, el debate sobre lo
público y lo privado tiene hoy temas nuevos, temas clásicos con significado
distinto al tradicional y diferentes actores. La defensa de los valores
públicos ya no se concentra únicamente en el Estado sino que han aparecido
organizaciones no gubernamentales que se identifican con el sector público. Empresas
privadas asumen funciones tradicionalmente ejercidas por el Estado, el cual
también está en un escenario donde debe responder a las necesidades sociales
respetando la diversidad. En un contexto de este tipo, es esencial asociar lo
público con la construcción de mayores niveles de justicia social y promover
nuevas alianzas en educación entre los que se comprometan en el logro de este
objetivo.
Juan Carlos Tedesco
Universidad
Nacional de San Martín (Argentina)
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