17 de agosto de 2011

La guerra al multiculturalismo



Por Christiane Stallaert  | Para LA NACION
LOVAINA, Bélgica.- En un artículo publicado en The Guardian, el escritor sueco Henning Mankell interpreta el doble atentado en Oslo realizado por Anders Behring Breivik el 22 de julio como el "retorno de la mentalidad del Übermensch característica del nazismo hitleriano". Buscando una respuesta en el análisis que hizo Hannah Arendt del caso Eichmann, define al perpetrador de la matanza en la isla de Utoya, donde murieron más de 70 personas, como un "monstruo humano" que expuso a la "idílica Noruega" a la "banalidad del mal".
Que el artículo apareciera en la prensa británica el 25 de julio, fiesta patronal de Santiago "Matamoros", es una coincidencia interesante que nos permite reflexionar sobre otro referente histórico europeo presente en la visión de Anders Behring Breivik: el de las órdenes militares y la ideología de las Cruzadas. Más que en Hitler, la clave de la cosmovisión de Breivik la encontramos en Himmler, así como en el puente semiológico que se extiende desde el fundamentalismo cristiano, llevado a su paroxismo por la España inquisitorial, hasta la ideología racista, llevada a su paroxismo por el nazismo.
He reconstruido este puente en mi libro Ni una gota de sangre impura La España inquisitorial y la Alemania nazi cara a cara (Galaxia Gutenberg, 2006). Allí comento el proyecto de crear una orden militar del Santo Oficio en la España de Felipe II. Esta información se podría leer como una curiosidad, un mero divertimento histórico, si no fuera porque el recuerdo del nazismo nos impide tal frivolidad.
Los recientes crímenes cometidos en Noruega nos dan la razón. Veamos, citando a Juan Antonio Llorente, ex secretario del Santo Oficio, en qué consistía el proyecto de 1574: "Ciertos fanáticos pensaron adular [a Felipe II] fundando una nueva orden militar con el título de Santa María de la Espada blanca. [...] Su objeto había de ser defender la religión católica, los reinos de España y sus fronteras y presidios de toda invasión, impidiendo la entrada de judíos, moros y herejes [...]. Sólo habían de ser individuos los que, por examen reservado y pruebas muy rigurosas, acreditasen no descender de ninguna de aquellas tres clases ni de persona castigada o penitenciada por el Santo Oficio [...]. Todos militarían en campañas y presidios con armas y demás, pero sin reconocer a otro jefe que al inquisidor general".
Felipe II estimaba que gracias a la eficacia de instituciones como el Santo Oficio España podía prescindir de una milicia étnica y el plan fue rechazado. El nazismo, en cambio, sí creó con laSchutzstaffel, o SS, una milicia étnica bajo el mando de Heinrich Himmler, tildado de "Gran Inquisidor" en la literatura sobre el nazismo. Los SS, arios puros, juraban fidelidad incondicional al Führer y tenían como tarea la depuración étnica del cuerpo nacional. Las leyes raciales a las que Himmler sometía a los SS sentarían las bases de la legislación racial en la construcción del Estado völkisch alemán.
Entre las razones que disuadieron a Felipe II de crear una milicia étnica se encontraba también la probada eficacia de las órdenes militares, que fueron precisamente una fuente de inspiración de Himmler. Ataviado con la capa blanca de Herrenmeister , o gran maestre de la orden, mandó construir un castillo "medieval" en Wewelsburg como sede de la SS. El código ético de la SS se basaba en los votos caballerescos medievales de obediencia, pobreza y castidad. De acuerdo con el ideal teutónico, la implacable aniquilación del enemigo del Volk (pueblo) coexistía sin problemas con la más elevada norma moral de lealtad y honradez. De modo que en alusión a los judíos, Himmler diría: "Teníamos el derecho moral, teníamos la obligación para con nuestro pueblo de matar al pueblo que nos quería matar. [...] Podemos decir que hemos cumplido esta tarea por amor a nuestro pueblo. Y nuestra alma, nuestro carácter, han salido indemnes de esta empresa". Por la misma lógica, Breivik, en sus declaraciones ante el juez, se reconoce como el autor de los atentados, sin por ello declararse culpable.
A pesar de ser fuente de inspiración de Himmler, las órdenes militares fueron duramente perseguidas por el régimen nazi, en cuya Weltanschauung una nueva aristocracia de la sangre, racialmente pura, sustituiría a la vieja nobleza. De acuerdo con esta visión etnocrática explicada en Mi lucha , y debido a su aversión a la casa habsburga, Hitler perseguiría a los miembros de la orden teutónica confiscando sus propiedades. A partir de 1938 se prohibió a los miembros del partido nazi y sus familias pertenecer a las órdenes. Estas se convirtieron en los opositores más audaces del régimen y en el complot del 20 de julio de 1944 contra Hitler muchos de los conspiradores -entre ellos el coronel Claus Graf Schenk von Stauffenberg- fueron caballeros de una orden.
En la España del Siglo de Oro, las órdenes militares no tuvieron que temer la competencia de una nueva aristocracia étnica. Al contrario, los lazos entre nobleza étnica y estamental se intensificaron.
En su Crónica de los moros de España , de 1618, el fraile dominico Jaime Bleda nos informa de un plan en 1600 de crear una cofradía de cristianos viejos -la Cofradía de la Santísima Cruz- con la intención de proteger las Santas Cruces de las injurias y sacrilegios cometidos por los moriscos. A pesar de las reticencia papal, Bleda consigue interesar al rey por su propuesta y cuando se decide la expulsión general de los moriscos, en 1609, esta operación será confiada a la recién constituida Cofradía de la Cruz o Hermandad Sagitaria. Conciliando hábilmente los intereses etnicistas y estamentales, los cofrades de la Cruz eran designados entre los comendadores y caballeros de las distintas órdenes militares (Calatrava, Santiago, Alcántara, Montesa), cuyo mando, desde los Reyes Católicos, estaba en manos del monarca español. Observa Bleda que "los cofrades de la Cruz que nombró [el rey] en toda España fueron la flor de la gente [de la Hermandad] Sagitaria, valerosísimos comendadores y caballeros de las Ordenes Militares que fueron compañeros de los Reyes en las santas guerras contra los Moros, en las conquistas y restauración de España [...]". Esta milicia étnica, compuesta de "hasta diez mil hombres, los más gallardos y escogidos del Reino", estaba repartida por todo el territorio y era "el terror y espanto de los Moriscos, en tiempo que estaban muy insolentes y atrevidos".
Con el título de "Caballero de la Orden de los Templarios", Breivik, quien luce en su traje militar una calavera (símbolo de la SS) traspasada por la espada de Santiago (símbolo de los Templarios), explica en su manifiesto el plan de deportar a todos los musulmanes de Europa.
Según los cálculos de Breivik, gracias a una sostenida "guerra al multiculturalismo", la nueva utopía europea se podrá hacer realidad en 2083.
© La Nacion
La autora, antropóloga, es investigadora de la Universidad Católica de Lovaina. Fue invitada por el Cidicsef al IV Simposio de Estudios Sefardíes (del 20 al 22 de este mes, en la Universidad Maimónides) .

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