16 de dezembro de 2011

UNESCO, EEUU y democracia - Juan Carlos Tedesco

Como sabemos, la UNESCO es la agencia del sistema de las Naciones Unidas responsable de la educación, la ciencia y la cultura. El texto de su Acta Constitutiva contiene esa frase tan citada según la cual si la guerra nace en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde hay que formar los ideales de la paz. Durante las primeras décadas de su existencia, esa tarea se concentró fundamentalmente en promover el desarrollo de la educación en los países más pobres. Eliminación del analfabetismo, universalización de la escolaridad básica, promoción del respeto a la diversidad cultural, fortalecimiento de la capacidad de investigación científica y técnica fueron sus banderas principales. Los mecanismos de gobierno y toma de decisiones de la UNESCO son claramente democráticos: cada país un voto, independientemente de los recursos, el tamaño o la población que dicho país posea.

Paradójicamente, la historia de la UNESCO está marcada por los conflictos que se produjeron con los países que se presentan como adalides de la democracia. En la década de los 70, por ejemplo, el conflicto generado alrededor del programa relativo a la comunicación, votado mayoritariamente por los Estados Miembros, provocó el abandono de la organización por parte de los EEUU e Inglaterra. Esos países no intentaron continuar con su tarea de generar adhesión a sus principios, sino que abandonaron el espacio de la discusión pública, utilizando su poder económico para debilitar la capacidad de acción de la UNESCO.

Hoy se repite la historia con el voto en la UNESCO aceptando a Palestina como Estado Miembro. Una abrumadora mayoría de los países apoyó esta decisión y también la abrumadora mayoría de los que votaron a favor de la inclusión de Palestina son gobiernos elegidos democráticamente. Frente a esta decisión, la reacción de los EEUU es aun más chocante que la del pasado: no se retiran de la Organización, sino que anuncian que no pagarán la cuota que les corresponde estatutariamente. Es como si, salvando las distancias, los ricos de un país decidieran no pagar sus impuestos porque ganó las elecciones un partido que tiene ideas que ellos no comparten.

El impacto de esta decisión tiene dos dimensiones. La primera, más directa e inmediata, será la reducción de algunos programas de acción financiados con el presupuesto regular de la Organización. Sobre este punto no hay mucho que comentar y tal vez la UNESCO logre obtener recursos de otras fuentes para compensar esta pérdida. Pero la segunda dimensión del impacto es más cualitativa, más profunda y más dolorosa para todos los que creemos en la democracia como la mejor forma posible para definir decisiones públicas. El impacto, desde esta perspectiva, se refiere a la crisis de credibilidad en la democracia y en algunos de sus defensores, precisamente en un momento en el cual los países árabes están realizando grandes esfuerzos para derrocar sus dictaduras y construir sistemas democráticos de gobierno.

Es muy probable que los educadores, particularmente los que se desempeñan en los países desarrollados, se sientan bastante lejos de las preocupaciones de la UNESCO, tanto por los temas de sus programas como por el nivel muy alto de generalidad con el cual son formulados e implementados. Probablemente también esta nueva demostración de falta de compromiso con los principios de la democracia no provoque un gran impacto en el contexto de la crisis económica por la que atraviesa Europa y
los EEUU. Sin embargo, no podemos dejar pasar estos hechos y permanecer indiferentes. Es necesario reaccionar ahora y promover procesos de fortalecimiento de los organismos de la comunidad internacional. El fortalecimiento de los organismos internacionales es hoy más necesario que nunca. Sufrimos un fuerte déficit de instituciones democráticas de carácter global. La democracia rige dentro de las fronteras nacionales, pero los problemas más importantes son de carácter global y en este ámbito las decisiones no se toman democráticamente.

Fortalecer la capacidad de la UNESCO para asumir los problemas educativos globales exigirá, sin duda alguna, cambios profundos en su estructura, sus órganos de gobierno y el perfil de su personal. Será necesaria una mayor articulación con organismos no gubernamentales y con el sector privado responsable de la producción de información y conocimientos. Sus ideales, sin embargo, adquieren hoy renovada vigencia. Para ello no hay más que recordar uno de los pilares de la educación del siglo XXI postulados por el Informe Delors: aprender a vivir juntos es una condición necesaria para construir sociedades mas justas, única garantía seria de paz.

ESCUELA, 8 de diciembre de 2008


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