"La vieja escuela no sirve
en el siglo XXI"
La educación debe cambiar, dice la experta
Virginia Arce
Para LA NACION
La socióloga Inés Aguerrondo, experta en temas educativos, consultora de la Unesco y ex secretaria de Educación de la Nación (1993-1999), está convencida de que la escuela tal como la conocemos y la forma en que hoy se ofrece la educación "murieron con la sociedad industrial y ya no le sirven a la sociedad del siglo XXI".
Aguerrondo es consultora del Instituto Internacional para el Planeamiento de la Educación (dependiente de la Unesco). Tiene 66 años y 40 de carrera profesional en el país y en el exterior.
Plantea la necesidad de crear nuevos espacios para la enseñanza, a los que llama "entornos de aprendizaje", y sostiene que hay dos agendas superpuestas: la de la mirada hacia atrás, sobre lo que deberíamos mejorar respecto de la educación tal como la conocemos, y la agenda de una mirada prospectiva, que estudie qué se debe hacer con la educación de aquí para adelante.
Graduada en Sociología con diploma de honor en la Universidad Católica Argentina, en 1966, Aguerrondo fue profesora de posgrado en Administración de la Educación en la Universidad Di Tella y en la Universidad de San Andrés.
-¿Por qué cree que la sociedad del siglo XXI necesita otro diseño de escuela?
-La escuela tradicional fue la manera eficaz que la sociedad industrial encontró para extender los horizontes del hombre. Ese modelo fue el de la modernidad, pero hoy la sociedad del conocimiento ha trasvasado estas necesidades. Hoy en día se habla de educación de todos, a lo largo de toda la vida. El espacio del aprendizaje no es sólo la escuela, sino toda la sociedad. Y el alumno ya no es el de antes, no sólo porque se porte peor que antes, aunque las cuestiones de la autoridad también se basan en otras cosas.
-Aludió a un tema clave. Al presentar el nuevo proyecto para la secundaria, la Presidenta dijo: "Sin autoridad, no hay institución ni aprendizaje".
-Totalmente de acuerdo. Pero hoy la autoridad se basa en otros criterios: no es la autoridad del rol social; es la autoridad de la persona, por su conocimiento, por su capacidad de interacción. Es cierto que se necesita quien conduzca el proceso de aprendizaje, pero el problema es que está en crisis la escuela como tal.
-Hay una realidad de la autoridad devaluada, que no existe, que es desafiada por los adolescentes. ¿Usted dice que esa autoridad debe basarse en el conocimiento?
-La escuela no transmite el conocimiento válido para el alumno, que, entonces, se aburre, porque no le ve sentido. La escuela está armada sobre la división del conocimiento de mediados del siglo XIX, cuando había "disciplinas". Hoy se organiza el conocimiento en torno a problemas. Además, hoy la lógica no es la autoridad de la disciplina por la disciplina, es decir, el estar callado, quieto? Hoy, la disciplina es lo que podemos llamar modelo de taller, con ruido, gente haciendo cosas, productos y resultados. Nos hemos quedado pegados a la mirada tradicional.
-¿Qué lugar ocupa la educación en el imaginario de la sociedad actual?
-La educación, como aspiración o como deseo imaginario, creo que sigue siendo valorada. Se sigue pensando que cuanto más educación, mejor. El día a día de la escuela es lo que me parece que se ha deteriorado en los últimos 20 o 30 años. El conjunto de la sociedad percibe que el Estado no le puede garantizar que los chicos vayan al colegio y se queden...
-¿La crisis de la escuela pública está emparentada con la desigualdad social, la pobreza y la marginación?
-No es un problema sólo de la Argentina: va mucho más allá de ella. Hay que cambiar el modelo tradicional. La educación es un bien intangible, que tiene solamente resultados en el largo plazo. Para darle una idea: la ley 1420, que, en 1884, estableció la obligatoriedad escolar, en un contexto en el cual solamente el 15 por ciento de la población iba a la escuela, cumplió su objetivo del 100 por ciento sólo en 1960. Lo que pasa es que en aquel momento las elites tenían un consenso muy claro de hacia dónde ir. Había una institucionalidad que sostenía políticas de largo plazo.
-Hace poco, el ministro Sileoni dijo que la pobreza y la desigualdad son los enemigos más importantes que tiene la escuela. ¿Cómo incluir a los desplazados, que concurren a la escuela pública, básicamente?
-El sistema tiene que tener la flexibilidad suficientes como para poder contener estas diferencias, pero sin contenerlas desde el facilismo. Abrir instancias, pero que no partan desde el facilismo, sino desde la oportunidad de aprender. No creo que los alumnos hoy no tengan interés en aprender. No tienen interés en aprender cosas que la escuela les ofrece de la manera en que la escuela se las ofrece. Por eso decía que la escuela es una propuesta inválida para esta sociedad. Lo cual no quiere decir que yo crea que mañana no habrá más escuelas. Por eso le mencioné lo de "entornos de aprendizaje", que tiene que ver con incentivar el aprendizaje entre pares.
-¿Cómo serían esos "entornos"?
-Quiero aclarar que la crisis de los sistemas educativos no es sólo propia de los países no desarrollados: es mucho más amplia, y abarca también a los países centrales. Estamos frente a una crisis del modelo clásico de escuela y todo lo que se haga por mejorar ese modelo es poco. La propuesta clásica del maestro con el pizarrón, dando la clase tradicional, tiene un límite. Hoy en día está muy claro que ésa no debe ser la manera de enseñar, que el aprendizaje tiene que ser entre los alumnos, que las actividades tienen que ser variadas, que el profesor no tiene que usar como único elemento la clase frontal clásica. Si uno pretende seguir sosteniendo un modelo organizativo e institucional generado hace 250 años, sin aggiornarse, las crisis serán siempre insolubles. No habrá manera de resolverlas.
INES AGUERRONDOSocióloga y experta educativa
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