Con los años se gana experiencia y se pierde una creatividad que los jóvenes ponen al servicio de la sociedad
En Estados Unidos se les potencia, pero en España se mira para otro lado
ELISA SILIÓ 22 JUL 2012 - 21:36 CET,El País, 2222/7/201210
“Luis, si vivieses en Estados Unidos te habrían dado un millón de dólares”. Esa frase es una cantinela en la vida de Luis Iván Cuende. A los 12 años creó una distribución Linux para Asturias, Asturix, que se han instalado 30.000 usuarios en 20 países. Un éxito empresarial que no corresponde con su presupuesto o su reconocimiento social y mediático. “Se nos margina por la edad. Ninguna Administración se ha interesado por mi sistema que es gratuito, no he conocido a ningún político, cuando buscaba financiación se reían…”, cuenta. El premio a mejor hacker adolescente de Europa 2011, otorgado en el concurso de programación HackNow, le hizo subir enteros como profesional y ahora junto al murciano Alberto Elías de Ayala, de 16, busca inversores para su empresa Holalabs. Les separan 1.000 kilómetros, pero no la ilusión de lanzar un nuevo escritorio o posicionar su proyecto Incubator. Este canaliza en la Red cinco proyectos de jóvenes ambiciosos, enfrascados en crear un Twitter para vídeos o un competidor de Google.
Ellos no son el futuro sino el presente. “El futuro pertenece a las sociedades que faciliten el despliegue de la capacidad emprendedora de los ciudadanos —aquellas que defienden y fomentan la libertad— porque alumbrarán las nuevas empresas que convertirán los problemas actuales en oportunidades para mejorar la calidad del sistema productivo”, afirman el economista Ángel Pes y el filósofo Norbert Bilbeny en Emprender con responsabilidad (Lid).
“Entre mis compañeros hay mucho talento, pero están dormidos. Les animo, pero les puede el miedo o les aburre”, lamenta Cuende. En vacaciones no se despega del ordenador y durante el curso saca seis horas diarias para sus proyectos. Con su pantalón corto y su camiseta azul, se diluye en la masa. Pero no es uno más. Es un inspirational speaker. Piensa que no es positivo que se fuerce a la gente a ser emprendedora, pero que se frena la originalidad en las escuelas. “Con los años se gana experiencia y se pierde creatividad”.
Se entiende, pues, que este pequeño Bill Gates autodidacta, al que ayudan una veintena de personas, se sienta un incomprendido, aunque reconfortado tras compartir días con 240 estudiantes del bachillerato internacional (BI). Una conferencia de futuros emprendedores de más de 30 países que se ha celebrado en la IE University de Segovia. Su objetivo: que estos chicos aprendiesen herramientas para levantar empresas sociales que sirvan de vehículo para cambiar lo que les rodea. La imagen opuesta a los denigrados ni-nis. Potenciar esta creatividad es tarea de Max Oliva, cofundador de HubMadrid, un espacio de trabajo que comparten emprendedores empeñados en mejorar el mundo”. “Hay 4.000 millones de personas que viven con dos o cuatro dólares al día y pagan más por productos y servicios que, además, son de peor calidad. Dar un 0,6% del PIB en ayuda al desarrollo es caridad. Hay que apostar por poner en valor real su budget (presupuesto) y no olvidar su dignidad”, resalta el cofundador la cooperativa de educación Teamlab.
Oliva coordina en la IE los talleres de Design Thinking, el mismo proceso de creación al que se enfrentan los diseñadores para desarrollar productos o servicios. El primer paso es descubrir las necesidades del usuario. Después, generar ideas tangibles que den solución. Luego se crea un storyboard, en el que se relata su vida y la estrategia a seguir. Y, finalmente, un vídeo. Así, para afrontar la integración de las minorías en un instituto de California, los adolescentes del BI decidieron organizar una fiesta con eventos deportivos en el que cada uno mostraba su cultura. Un festejo sufragado con la venta de camisetas y de entradas.
Naufragar en un proyecto de negocio es muy común y Oliva lamenta que en España el fracaso esté mal visto. “Lo omites en tu currículum, mientras que en Estados Unidos ofreces una explicación de qué ha fallado”. José Picó, de la ONG Iniciador, comparte este punto de vista: “A Estados Unidos llegaron emprendedores dispuestos a dejar su país para ganarse la vida. El emprendimiento lo llevan en su código genético. En España es un problema de timidez y vergüenza. En un aula con niños de dos años todos cantan una canción si se les pide. A los ocho cantan la mitad y, si se pidiese en la universidad, si acaso lo haría uno. Por eso hay que aprender a hablar en público”.
En Iniciador no quieren enseñar a los niños a ser empresarios, sino transformar su sueño en realidad y este pasa a veces por crear su propia empresa. Ofrecen talleres para aprender herramientas en campamentos en los que no falta la diversión, y ponen en contacto a jóvenes con empresarios. A uno acudió Nestor Palao, fundador de Sluik, una guía de viajes por smartphone escrita y usada por los viajeros. Talentoso, confiesa que le daba miedo crear su empresa. Allí le guiaron y pusieron en contacto con otra gente. “Con la crisis es muy difícil conseguir financiación, pero hay gente dispuesta a ayudarte gratis, por ejemplo, con temas de contabilidad o redes sociales. Nestor es un genio, pero no sabe programación y ha encontrado quien le ayude”, cuenta Picó. Los jóvenes tienen claro que para triunfar hay que tejer una red de contactos, ya no funciona la base piramidal. “Antes de la Revolución Industrial los conocimientos se transmitían de una generación a la otra. El trabajo en cadena acabó con ello y ahora se está recuperando el compartir”, subraya Picó.
David Alva, presidente de la Confederación Española de Jóvenes Empresarios, que congrega a 18.500 personas, da fe del nuevo emprendimiento. “Algunos estudios hablan de un 20% más. Ha nacido el emprendedor por necesidad”. Entre sus socios no hay adolescentes, pero “hemos sugerido que en la Ley de Apoyo a Emprendedores se contemple que desde los primeros ciclos educativos se enseñe a crear una cooperativa, pedir un crédito, llevar las cuentas... En Brasil hay grandes futbolistas porque tienen un balón desde pequeños”. Alva, como Picó, piensa que más que fomentar políticas para jóvenes, lo que hay que hacer es no poner zancadillas burocráticas. “Es imposible crear una empresa y pagar desde el primer día 250 euros de autónomos al mes. En Alemania son 20 euros en total hasta que no facturas 18.000”.
A diferencia de Palao, estos adolescentes del IB parecen no temer el descalabro y encuentran en América su referente. Cuende no estudiará informática en España —“usan tecnología de hace 30 años”— y coquetea con la idea de ir al Instituto Tecnológico de Massachusetts o laUniversidad de Stanford en California. Recomendaciones nunca le faltarían. Mientras que el marroquí Ziyad el Mouniri, de 19 años, no duda en dejar sus ONG en manos de otros para estudiar matemáticas financieras en Chicago, la mejor plataforma para conseguir fondos. “Con Internet y un teléfono, da igual dónde se esté”.
Los últimos dos años los ha pasado en la African Leadership Academy, una institución panafricana que modela gobernantes. “En esa escuela se oyen muchas historias como la mía”, asegura. A los 16 años comenzó a rastrear becas estadounidenses y descubrió que necesitaba estar involucrado en proyectos sociales. Impartiendo clases conoció a Rashida, que apenas acudía a la escuela. Su padre solo pensaba en casarla. Mouniri habló con él, escribió cartas en los periódicos y tras amenazar con denunciarle consiguió que volviese. La llama solidaria prendió.
Así, tras asistir a una cumbre de jóvenes en Londres organizada por el British Council, Mouniri y otras siete chicas crearon en 2010 Women Empowerment: Walk Across the Borders. “Las mujeres pueden llegar a su máximo potencial si creen que no son inferiores. Hemos mandado con esta intención conferenciantes por pueblos de Marruecos, Pakistán, China, Indonesia, Israel...”. Ese año organizó en Rabat con 600 dólares (490 euros) un encuentro de jóvenes dispuestas a emprender. En 2011 contaron con 3.000 —“tomamos fotos y vídeos y fuimos a las ONG diciendo: mirad qué brillantes…”— y este año, con 20.000.
Sin las nuevas tecnologías no se entendería el auge de este movimiento ágil, cambiante, fresco e innovador. Un ejemplo es Sebastian Lindström. “En 2007 cruzamos África con una cámara, en transportes públicos y durmiendo con la gente a la que grabábamos. Las ONG nos encargaban vídeos y con ese pequeño dinero sacábamos a la luz otras historias”, cuenta. Desde entonces, este sueco licenciado en Hong Kong ha rodado en 40 países. Habla en Segovia horas antes de planear en un barco con su equipo sus siguientes vídeos en YouTube. Sudamérica es su destino.
En Ghana, Lindström ha creado una ONG que asiste a 50 niños con sida; con el movimiento The What Took You So Long Foundation ayuda a sentar las bases de proyectos en cualquier lugar del mundo… Pero, sin duda, su proyecto más peculiar es la promoción del queso de leche de camello con un documental en la Red. “Conocí sus grandes propiedades en Mongolia y decidí ayudar a esos nómadas”.
Los bachilleres en Segovia escuchan con devoción a estos inspirational speakers y tratan en grupo de desarrollar su proyecto. A veces se atascan y llaman a los “dinamizadores”, los portugueses João Brittes y Diego Silva, que en un momento les ponen a bailar para recargar baterías. Ambos son cofundadores del Transformers Project y protagonistas de una historia que daría para una emotiva película de superación. “Hasta los 16 años mi vida era solo dos cosas: nadar y la escuela. Con mi club en relevos fuimos campeones nacionales”, recuerda Brittes, de 21 años. “Entonces me planteé: ¿quiero dedicar tanto esfuerzo a nadar? ¿Por qué no aplicarlo a algo elegido por mí? Decidí bailar break- dance con los amigos en las calles. Fue una decisión muy dura. Mis entrenadores y mis padres no lo aprobaron”.
Brittes aprendió “un baile en el que se cambian lar armas por el contacto físico” y con varios compañeros fundó su organización con un brazo ya en Oporto. Imparten clase de break-dance, percusión o producción musical a 250 niños en barrios, reformatorios y hospitales. “Si hay algo que te gusta mucho puedes usarlo para conseguir cambios. Tienes superpoderes. Por ejemplo, el mensaje de que no hay que pelearse o drogarse”, sostiene Silva. “No somos profesores, somos mentores. Nos interesamos por su historia”.
Los bachilleres cierran el día con una fiesta. Una adolescente agarra el micrófono y emocionada dice: “En Grecia no tenemos dinero, pero tenemos cultura”. Baja, une sus manos con las de sus compatriotas y se marcan un sirtaki. Hay esperanza para el emprendimiento.
El funcionariado no es el paraíso
- A los funcionarios españoles les han bajado el sueldo tres veces en poco tiempo, les han recortado los días de asuntos propios y las oposiciones de acceso se han convocado en contadas ocasiones. Con todo, ser funcionario es el trabajo soñado por el 56% de los jóvenes españoles (8,7 puntos menos que en 2005), según datos del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas.
- Si los jóvenes vascos de entre 15 y 24 años encuestados tuvieran una inyección repentina de 100.000 euros, solo el 18% de ellos lo emplearía en crear una empresa, según el estudio Observatorio vasco de la juventud, 2011. Solo el 4% de los jóvenes vascos ha tenido alguna experiencia emprendedora, frente al 18% de los europeos.
- La crisis se ha “llevado por delante” al 44,2% de los autónomos españoles menores de 30 años. De media, la pérdida en Europa fue del 9,1%, dice la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA). Los países con mayores tasas de emprendimiento juvenil son: Italia (el 11,4% del total de jóvenes), República Checa (9,9%), Grecia (9,5%), Rumanía (9,4%), Eslovaquia (9,3%) y Polonia (7,6%). Italia, Reino Unido, Polonia y Alemania concentran al 54% de los jóvenes emprendedores europeos.
E El 60% ha pensado en alguna ocasión constituir una empresa, pero solo el 6% lo ha hecho, a tenor de un informe de la Fundación Bertelsmann de 2009.
- Dos de cada tres autónomos (66,2%) menores de 30 años en Europa son varones.
E La mitad (52,4%) de las personas que trabajan por cuenta propia menores de 30 años que se han perdido desde el inicio de la crisis en los Veintisiete, es español.
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