Más allá del samba y la caipirinha
Nora Bär
En ciencia, como en tantas otras cosas, cuando buscamos un ejemplo inspirador, solemos mirar para arriba... más exactamente, hacia el hemisferio norte. Sin embargo, hay países cercanos, algunos vecinos, que ostentan logros que pueden considerarse ejemplares.
Uno de ellos es el que refleja el "Estudio Doctores 2010", que analiza la demografía de la base científico-tecnológica brasileña: según ese trabajo, el número de estos graduados viene creciendo en ese país a un ritmo del 11% anual en promedio. Esto significa que entre 1996 y 2008 la cantidad de doctores graduados en Brasil prácticamente se triplicó. Alrededor de la mitad fueron mujeres (en los Estados Unidos, ellas son 47,7%; en Alemania, el 39% y en Japón, el 24%).
Según el sitio electrónico SciDev.Net (una organización sin fines de lucro), durante el período estudiado se otorgaron 87.000 títulos. Ahora, incluso en Brasil, que hoy puede ufanarse de dedicar un 1,56% de su PBI a la actividad científica (en el país, la inversión ronda el 0,5%), persisten sesgos no muy positivos, como la escasa participación del sector privado en las actividades de investigación (8 de cada 10 doctorados se emplean en las universidades) y el hecho de que la proporción de los especialistas que se dedican a las ingenierías y las ciencias exactas, en lugar de aumentar, disminuyó.
El caso brasileño es una prueba de lo que se logra cuando la inspiración de los funcionarios dura bastante más que un período de gobierno...
nbar@lanacion.com.a
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