Por Jorge Ramos | Jorge.Ramos@nytimes.com
Jorge Ramos es periodista, ganador del Trofeo Emmy, director senior de noticias deUnivision Network. Nació en México y es autor de nueve libros de gran venta, el más reciente A Country for All: An Immigrant Manifesto
Estamos malacostumbrados a ser totalmente libres en la Internet, a decir lo que queramos sin consecuencias, a conseguir gratuitamente cualquier información, a bajar videos y canciones sin costo, a que no haya censura y a destruir en Twitter yFacebook la reputación de cualquiera que proponga restricciones cibernéticas. Pero hay notables esfuerzos de gobiernos y autoridades en todo el mundo para tratar de restringir nuestra libertad internetiana.
Las rebeliones en Túnez, Egipto, Libia y Siria han sido posibles gracias al poder multiplicador de Twitter. Un grito de protesta se convierte en millones con un click del celular. Hace cinco años había el mismo descontento en esos países pero no había Twitter. Las protestas estudiantiles en Chile, los indignados de España, y los manifestantes por la paz en México tienen en Internet su principal aliado.
Las redes sociales le han dado un medio de comunicación a cada ciudadano. Esto es nuevo y bienvenido. Los cantantes, escritores y políticos que tanto decían saber lo que quería la gente ya no tienen especular e inventar; basta con que lean en su "laptop" lo que dicen de ellos.
Pero nos equivocamos al creer que la Internet es totalmente libre. De hecho, es más libre en algunos países que en otros.
Por ejemplo:
- Traten de hablar, por ejemplo, de la represión en el Tibet y verán como el gobierno chino bloquea esos mensajes en mandarín y cantonés. Alarmado por la influencia creciente de Internet en el pueblo, el gobierno chino monitorea y censura cada vez más intensivamente una increíble cantidad de contenido diariamente - todo, desde mensajes en texto hasta redes sociales y blogs.
- En Cuba, comentarios anticastristas escritos por la valiente periodista Yoani Sánchez son tolerados sólo porque el gobierno se ha asegurado de que muy pocos cubanos tengan acceso a su blog y sus tweets.
- En Arabia Saudita, un periodista de 23 años de edad, Hamza Kashgari, está encarcelado y podría ser ejecutado sólo porque twiteó una conversación imaginaria entre él y el profeta Mahoma. En un tweet, Kashgari escribió: "En tu cumpleaños, no me inclinaré ante ti. No besaré tu mano. Más bien, la estrecharé, como lo hacen los iguales, y te sonreiré cuando me sonrías. Te hablaré como amigo, nada más". Kashgari fue arrestado en Malasia este mes cuando trataba de escapar a Nueva Zelanda, y ahora sus "blasfemias" pueden costarle la vida (se ha lanzado una campaña mundial para lograr su libertad).
- En Corea del Sur este mes, Park Jeong-Geun, activista de 24 años, fue declarado culpable de retwitear varios mensajes tomados de la cuenta oficial de Twitter de Corea del Norte - una violación de las leyes nacionales de seguridad, según las autoridades sudcoreanas. No obstante, Park asegura que retwitear mensajes como "Larga vida al general Kim Jong Il" fue un acto de sarcasmo con la intención de ridiculizar, no de difundir, la propaganda enemiga del norte.
- Acabo de pasar unos días en Bangkok y hay fotografías del rey Bhumibol Adeulyadej por todos lados. Sorprende, sin embargo, que nadie critica al rey en Tailandia a pesar de haber estado en el poder 65 de sus 84 años de edad. Insultar al rey significa cárcel. Esa es la ley dentro y fuera de las redes sociales.
De hecho, según el diario Los Angeles Times, el ministro de información tailandés, Anudit Nakorntab, advirtió a los ciudadanos el año pasado que ni siquiera deben "Like" los comentarios en Facebook que pudieran considerarse ofensivos para el rey. La rebeldía cuesta caro en Tailandia.
La realidad es que Twitter, Facebook, Google y YouTube, entre otras empresas, prohíben mensajes e información catalogada como "ilegal" por distintos gobiernos. Twitter, en un esfuerzo por ser más transparente que otras compañías, tiene una nueva política en que avisa cuando borran un comentario (reemplazándolo por un mensaje que diga "Tweet Withheld").
Pero si esta política de censura de Twitter se hubiera impuesto antes de la PrimaveraÁrabe, no estoy tan seguro que el dictador Hosni Mubarak estaría ahora en una cárcel en Egipto y Muamar Khadafi muerto. Twitter puede tumbar dictadores y monarquías y por eso a sus regímenes les interesa restringirlo.
La idea de una Internet absolutamente libre es muy atractiva y hasta revolucionaria. Estoy a favor de limitaciones mínimas; para proteger a niños de la pornografía, evitar el tráfico de seres humanos y proteger el trabajo intelectual y artístico. Pero me preocupan mucho los nuevos esfuerzos por limitar políticamente la Internet y las redes sociales. Las democracias del futuro dependen de un flujo libre de información y de un debate totalmente abierto.
¿Internet libre, libre, libre? Sí, sí, sí.
(Distribuido por The New York Times)
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