Publicado por: Eugenio Severín - 23 de Febrero de 2012, 11:08 am
Esta semana apareció una nueva publicación del Banco Interamericano de Desarrollo, que presenta un marco para apoyar el diseño, la implementación, el monitoreo y la evaluación de proyectos que buscan incorporar tecnologías para el logro de mejoras educativas. La idea es apoyar a quienes, desde una escuela, un municipio, una región o un país, enfrentan el desafío de mejorar la calidad de la educación y consideran que el uso de tecnologías puede ser parte de sus estrategias.
Existe un amplio consenso en torno a la necesidad de mejorar los resultados de los estudiantes en los sistemas educativos de América Latina y el Caribe. Después de haber intentado múltiples reformas e iniciativas, la demanda por calidad y equidad sigue siendo una tarea pendiente en la región. Ellorequiere de cambios significativos no sólo en aquello que se enseña, para que sea pertinente a las necesidades de la sociedad del conocimiento, sino también en cómo se enseña, de manera de hacerse cargo del contexto educativo que la propia sociedad del siglo XXI ha generado.
También existe un creciente consenso sobre la importancia de la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación (Tics) en educación. Sabemos que las tecnologías, por sí solas, no generan impactos sustantivos en los resultados educativos. Sin embargo, ellas pueden ser un componente fundamental de los esfuerzos para mejorar la calidad educativa, en cuanto formen parte de esfuerzos sistémicos.
El supuesto fundamental de este marco de acción es que todo proyecto genuinamente educativo se propone el logro de mejores aprendizajes por parte de los estudiantes. Esto implica considerar que los resultados esperados pueden ser de distinto orden, pero deben estar relacionados con los aprendizajes. Este marco propone considerar en primer término, el potencial de las tecnologías para:
- Las mejoras en el compromiso e involucramiento de los estudiantes con el proceso de aprendizaje, reflejado en su participación y permanencia en dicho proceso;
- los cambios en las prácticas y experiencias de enseñanza y aprendizaje, de estudiantes, docentes, escuelas y comunidades.
Dichos cambios y mejoras tienen una relación directa y necesaria para la producción de impactos efectivos en el mejoramiento de:
- Los aprendizajes cognitivos (curriculares);
- el desarrollo de competencias no-cognitivas o “competencias del siglo XXI” incluyendo la adquisición de destrezas en el propio manejo de Tecnologías de la Información y la Comunicación.
Espero que esta publicación sea un aporte para todos quienes la tarea de imaginar y diseñar experiencias de aprendizaje innovadoras, en donde las tecnologías cumplen un papel para posibilitar cambios y mejores prácticas.
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