"El 1% más rico se aleja, pero lo relevante es si familias con menos ingresos quedan atrás"
ALEJANDRO BOLAÑOS Madrid 9 DIC 2014 - El País
"La desigualdad tiene un impacto negativo y significativo en el crecimiento económico a medio plazo”. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha entrado de lleno en uno de los debates más acuciantes en los países industrializados, a los que representa: qué consecuencias traerá uno de los legados más obvios de la crisis, el aumento de la desigualdad en los ingresos, y cómo lidiar con ella. Y lo hace, como suele, con un detallado análisis econométrico de cómo se distribuyó la renta en una veintena de países durante dos décadas (1985-2005) y como afectó eso al crecimiento. Su principal conclusión es que hay que fijarse más en lo que ocurre con las personas con menos ingresos (una categoría que expande hasta el 40% de la población) que en la muy mediática lista Forbes con los más ricos de cada país.
En un informe publicado el lunes por la noche, los expertos de la OCDE calculan que un aumento en el índice de Gini (en el que 0 es una distribución de renta totalmente igualitaria y 1 simboliza la mayor desigualdad) como el registrado por España en la crisis (de 0,31 a 0,34), o como el experimentado por el promedio de los países de la OCDE de los años ochenta a ahora (de 0,29 a 0,32) rebaja el crecimiento económico en 0,35 puntos porcentuales por año. O lo que es lo mismo, una pérdida acumulada del 8,5% en 25 años si no se consigue bajar el nivel de desigualdad en ese periodo.
Uno de los mejores indicadores del aumento de la desigualdad resulta de comparar la renta media del 10% más rico con la del 10% más pobre. Esa diferencia ha crecido en la OCDE (ha pasado de ser 7 veces más a 9,5 veces más), pero sobre todo en España, el país en el que esa brecha más ha aumentado: en 2011, la renta media del 10% de la población con más ingresos era 14 veces mayor que el promedio del 10% con menos recursos, cuando en 2007 eran 8,4 veces.
“El factor más importante para el impacto de la desigualdad en el crecimiento es la diferencia entre los hogares con menos ingresos y el resto de la población. Ese efecto negativo se comprueba en el 10% más pobre, sino hasta en el 40% de la población que está en la parte baja de la distribución de la renta”.
Ante la desigualdad por arriba, la OCDE aconseja medidas que “aseguren que las personas más ricas contribuyen”, no tanto con un aumento general de impuestos, sino sobre todo con una lucha más eficaz contra la evasión fiscal, menos deducciones y reforzando el papel de los “tributos sobre la riqueza y la propiedad, incluyendo la transferencia de activos”.“Aunque el aumento de la desigualdad también se debe a que el 1% más rico se aleja de los demás, lo más relevante para el crecimiento es que las familias con menos ingresos se queden atrás”, prosigue el informe, “Los cambios en la desigualdad por lo que ocurre con el 10% con más ingresos no tienen un impacto significativo en el crecimiento”.
Los nuevos recursos fiscales deberían aplicarse en facilitar la mejora de las franjas de población con menos ingresos, lo que incluye ya “a la clase media más vulnerable”. Según la OCDE no se trata solo de garantizar subsidios o ayudas sociales, sino de franquear el acceso a servicios públicos, “como una educación de calidad, una buena cobertura sanitaria o formación laboral”.
El análisis de la OCDE revela que “las políticas redistributivas no reducen el crecimiento económico, en el peor de los casos son neutrales”. “Desde luego, eso no quiere decir que todas las políticas redistributivas son igual de buenas para el crecimiento”, añade. Y apuntilla: “Concentrarse exclusivamente en el crecimiento y asumir que sus beneficios se filtrarán automáticamente a los diferentes segmentos de la población puede debilitar ese crecimiento en el largo plazo en la medida que la desigualdad aumente”.
Revealed: how the wealth gap holds back economic growth
OECD report rejects trickle-down economics, noting ‘sizeable and statistically negative impact’ of income inequality
The west’s leading economic thinktank on Tuesday dismissed the concept of trickle-down economics as it found that the UK economy would have been more than 20% bigger had the gap between rich and poor not widened since the 1980s.
Publishing its first clear evidence of the strong link between inequality and growth, the Paris-based Organisation for Economic Cooperation and Development proposed higher taxes on the rich and policies aimed at improving the lot of the bottom 40% of the population, identified by Ed Miliband as the “squeezed middle”.
Trickle-down economics was a central policy for Margaret Thatcher and Ronald Reagan in the 1980s, with the Conservatives in the UK and the Republicans in the US confident that all groups would benefit from policies designed to weaken trade unions and encourage wealth creation.
The OECD said that the richest 10% of the population now earned 9.5 times the income of the poorest 10%, up from seven times in the 1980s. However, the result had been slower, not faster, growth.
It concluded that “income inequality has a sizeable and statistically negative impact on growth, and that redistributive policies achieving greater equality in disposable income has no adverse growth consequences.
“Moreover, it [the data collected from the thinktank’s 34 rich country members] suggests it is inequality at the bottom of the distribution that hampers growth.”
According to the OECD, rising inequality in the two decades after 1985 shaved nine percentage points off UK growth between 1990 and 2000. The economy expanded by 40% during the 1990s and 2000s but would have grown by almost 50% had inequality not risen. Reducing income inequality in Britain to the level of France would increase growth by nearly 0.3 percentage points over a 25-year period, with a cumulated gain in GDP at the end of the period in excess of 7%.
“These findings have relevant implications for policymakers concerned about slow growth and rising inequality,” the paper said.
“On the one hand it points to the importance of carefully assessing the potential consequences of pro-growth policies on inequality: focusing exclusively on growth and assuming that its benefits will automatically trickle down to the different segments of the population may undermine growth in the long run, in as much as inequality actually increases.
“On the other hand, it indicates that policies that help limiting or – ideally – reversing the long-run rise in inequality would not only make societies less unfair, but also richer.”
Rising inequality is estimated to have knocked more than 10 percentage points off growth in Mexico and New Zealand, nearly nine points in the UK, Finland and Norway, and between six and seven points in the United States, Italy and Sweden.
The thinktank said governments should consider rejigging tax systems to make sure wealthier individuals pay their fair share. It suggested higher top rates of income tax, scrapping tax breaks that tend to benefit higher earners and reassessing the role of all forms of taxes on property and wealth.
However, the OECD said, its research showed “it is even more important to focus on inequality at the bottom of the income distribution. Government transfers have an important role to play in guaranteeing that low-income households do not fall further back in the income distribution”.
The authors said: “It is not just poverty (ie the incomes of the lowest 10% of the population) that inhibits growth … policymakers need to be concerned about the bottom 40% more generally – including the vulnerable lower-middle classes at risk of failing to benefit from the recovery and future growth. Anti-poverty programmes will not be enough.”
Angel Gurría, the OECD’s secretary general, said: “This compelling evidence proves that addressing high and growing inequality is critical to promote strong and sustained growth and needs to be at the centre of the policy debate. Countries that promote equal opportunity for all from an early age are those that will grow and prosper.”
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