22 de junho de 2011

Alcoholemia escolar


22-06-11 | OPINION

Por Jean-Paul Brighelli (*)



El abuso de alcohol entre los jóvenes es una epidemia mundial. A diferencia de quienes atribuyen el fenómeno a la crisis de la sociedad, el profesor Brighelli pone en el banquillo a los "pedagogistas" que vaciaron de contenido los programas y desvirtuaron el rol esencial de la escuela: transmitir conocimientos




"Hay que estar ebrio siempre", dice el poeta. Pero en estos tiempos de reducción de horas cátedra de Lengua, en estos tiempos en los que las "competencias" son preferidas a los saberes y la "convivencia" al estudio de las ciencias y la literatura, parece realmente que, desde hace algunos años, los escolares y los estudiantes han tomado seriamente, y en el más alto grado, la sentencia de Baudelaire. (...)

Hay que admitir que una epidemia de binge drinking (1), como se dice elegantemente entre los anglosajones, hace estragos tanto en los liceos como en las preparatorias (2), las grandes escuelas (3) y las facultades. Se bebe rápido, muy rápido, cualquier cosa en grandes cantidades, hasta reventar. Y no, como antaño los griegos organizados en simposios (o en banquetes, hubiera dicho Platón) a fin de liberar el espíritu y decir por fin cosas inteligentes -sobre el amor, por ejemplo-. No: los jóvenes beben para hacer como los demás, ciertamente, para insertarse en un grupo, pero sobre todo para olvidar. Para olvidarse a sí mismos. Para desaparecer. This is the end, beautiful friend...

Del mismo modo en que consumen, desde muy temprano, ansiolíticos, antidepresivos y somníferos. Abstraerse. Anywhere out of the world, decía también Baudelaire, de quien terminaré por creer que es muy responsable de la epidemia de melancolía que captura a nuestra bella juventud si no supiera que son los pedagogos los que han causado esta adicción a los licores fuertes y a la amnesia provocada. ¿Los pedagogos?

Fíjense en una clase de hypokhâgne (4) común. Llegan, a comienzos de septiembre [N. de la E.: mes en que se inicia el año escolar en Europa], haciendo alarde de sus excelentes notas en el bachillerato. Y allí hay unos malos sargentos -mis colegas- que se ponen a evaluarlos sobre lo que efectivamente producen, en vez de mimarlos.

Y, de año en año, el nivel sube, al punto que ya no es un foso sino un abismo lo que separa a la escuela, que se degrada, de una verdadera institución de Enseñanza Superior tal cual es o debería ser; de ahí la necesidad de crear por todas partes CPES (Clases Preparatorias) y otras propedéuticas a los estudios superiores (5) a fin de no perder en el camino a todos esos alumnos que el pedagogismo ha atontado.

Entonces, forzosamente, sometidos por fin a exigencias serias, sensibles a una presión para la cual nada ni nadie los ha preparado, los infelices se alcoholizan. Rápido, el objetivo es estar ebrio en quince minutos, de reloj.

Logarlo es muy simple, aunque algunos brebajes requieran una pequeña preparación. Mézclese por ejemplo vodka con cualquier cosa que le aumente el azúcar aunque le canibalice el gusto -manzana, naranja, caramelo-, tráguense cantidades considerables, mezclando a la vez martini rojo o blanco, una medida de anís, vuélvase al TGV -tequila, gin, vodka (6)- para los ilotas del binge, combínese con todo lo que esté al alcance de la mano, ponche de coco, daiquiri de fresa y otros cócteles coloreados -todo, menos los tragos de papá: el vino es anticuado.... Y, con lo que cuesta un saint-julien 1985 o un margaux 1990, se puede por mucho menos darse el gusto de un explosivo multicolor.

Hace unos cuantos años ya, los jóvenes se embriagaban con cerveza -pero eso se acabó. La cerveza es lenta. Hace orinar. Mejor ir directamente a los 40º de alcohol.

Y esta moda no se circunscribe al nivel superior. Los alumnos de liceos y colegios ya están en lo mismo. Forzosamente. ¿Acaso la institución los trató mejor que a sus mayores?

"El nivel sube", dicen Christian Baudelot y Roger Establet (7). La tasa de alcoholemia también. Y Establet da conferencias sobre "los daños del elitismo republicano en la escuela". ¡Si! Todavía se atreve....

De acuerdo, el mundo es duro, las perspectivas a corto plazo son bastantes sombrías, nunca la melancolía fue tan grave. Pero ¿qué hicimos para preparar a nuestros hijos para los desafíos del presente? Los hemos empollado. Les hemos construido una escuela de la felicidad inmediata. Les hemos dado cursos de educación cívica y recomendado cien veces no conducir en estado de ebriedad: ¡un éxito! Hemos preconizado la camaradería universal, el "amémonos los unos a los otros". Y hemos cosechado comunidades estancas, que se miran unas a otras con sospecha.

Cuanto más nos esforzamos por pregonar la conciliación universal y el amor blando, tanto más agudizamos los clanes y las rivalidades; es automático. Cuanto más descabezamos a las elites, so pretexto de igualitarismo, más hundimos a los desfavorecidos; es inevitable. Son las exigencias las que crean la convivencia; no el respeto a las "otras culturas".

Entonces la "actitud binge" no es más que el reflejo de lo que se ha sembrado -y no nos quejemos de tener alumnos incontrolabes, niños violentos. ¿Una juventud sin referentes? Ya lo creo. Los únicos referentes significativos son los de la cultura, y prácticamente hemos renunciado a transmitirlos. Siempre hubo en los jóvenes unapropensión a explorar las promesas de los paraísos artificiales, pero nunca en forma tan sistemática como hoy. Ya no es más alcohol; es licor de olvido lo que tragan. Han sido tan mal edificados por la Escuela (y por sus padres, que se remitieron a una escuela que no puede hacer todo), tan mal apuntalados por un saber fragmentado, que aspiran al gran agujero negro, al desmantelamiento, al derretimiento de los hielos y al fin del Yo.

Éxito en toda la línea: sólo se mantendrán en la superficie, en esta debacle, los herederos, como decía Bourdieu, ésos que, en sus sótanos, encontrarán las grandes cepas que bebían sus padres y que la Escuela ha descuidado servirles. O, al menos, enseñarles a conocer.


Jean-Paul Brighelli


NOTAS

(1) Consumo muy elevado de alcohol en un corto período de tiempo

(2) Escuelas que preparan a los alumnos para ingresar a universidades de excelencia

(3) Universidades de excelencia

(4) Preparatoria de orientación literaria

(5) Brighelli hace referencia al hecho de que en Francia los liceos y colegios secundarios ya no son preparación suficiente para la Universidad. Por eso proliferan las Escuelas Preparatorias y otros mecanismos de formación para quienes aspiran a ingresar a esas instituciones superiores.

(6) Juego de palabras. La sigla TGV también quiere decir Tren de Gran Velocidad.

(7) Pedagogos, autores de Elitisme républicain. L'Ecole française à l'épreuve des comparaisons internationales (Elitismo republicano. La Escuela francesa a prueba de comparaciones internacionales)


[Traducción de Infobae América]


(*) Jean-Paul Brighelli es docente, profesor de letras y ensayista. Tiene un blog,Bonnet d'âne (orejas de burro), donde publica regularmente artículos sobre educación. Es autor de una requisitoria durísima contra la Nueva Pedagogía, responsable a su juicio de la decadencia de la instrucción pública en su país, Francia.

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