La literatura sobre las tecnologías de la comunicación y la información
muestra que se amplían considerablemente los ámbitos en los cuales dichas
tecnologías producen impactos significativos. Ya no se trata sólo de su papel
en la organización del trabajo y la competitividad económica sino también en la
dimensión cognitiva, cultural, psicológica y biológica de los seres humanos. La
controversia acerca del sentido de dichos impactos, sin embargo, se mantiene
plenamente vigente. Mientras para algunos estamos frente a peligros
apocalípticos, para otros estamos ante la panacea que resuelve todos los
problemas. Una de las últimas versiones de la “panacea” la acaba de ofrecer
Michel Serres, con un ensayo cuyo título es toda una definición de esta
postura: “Pulgarcita; El mundo cambió tanto que los jóvenes deben reinventar
todo: una manera de vivir juntos, instituciones, una manera de ser y de
conocer”.
Esta
nueva versión de la “panacea”, asociada a la idea de “re-invención”, contiene
algunos elementos particularmente preocupantes para los educadores. Tres
aspectos merecen, desde este punto de vista, ser discutidos.
En primer lugar, la
negación de la importancia cognitiva de la capacidad de abstracción. Según
este planteo, las máquinas tienen tales niveles de capacidad y velocidad que
pueden contar e identificar infinitos casos particulares. No tendríamos
necesidad de conceptos ni de categorías. Podríamos detenernos todo lo que sea
necesario frente a las singularidades. El buscador, nos dice Serres, puede
reemplazar la capacidad de abstracción.
Como
educadores, no podemos dejar de preocuparnos seriamente por afirmaciones de
este tipo. Nadie niega la significativa capacidad de los dispositivos
tecnológicos para procesar información, pero esa capacidad provoca mayores y
más complejas exigencias cognitivas a las personas. Para poder comprender
cabalmente el caso singular es necesario conocer dentro de qué categoría se
encuentra. Los buscadores no son neutrales. Son diseñados por personas y
aplican criterios que debemos conocer para poder desempeñarnos reflexivamente
frente a ellos. En el marco de los procesos meta-cognitivos que hoy exige una
sociedad intensiva en información, no sólo debemos desarrollar nuestra
capacidad de abstracción sino la capacidad de juzgar los procesos de
abstracción que realizan los dispositivos tecnológicos.
En
segundo lugar, el discurso de Serres se ubica en el marco de los que sostienen
que la fuente del dinamismo social se encuentra en la adaptación y la satisfacción
de las demandas. Los supuestos sobre el cual se basa esta postura asumen
que el saber ahora es accesible, sobre abunda y lo tiene todo el mundo. Ya
nadie necesita a los maestros. Los nuevos dispositivos tecnológicos ofrecen
todas las posibilidades y es el usuario el que decide que sitios visitar y por
donde navegar. La realidad, sin embargo, indica que la capacidad de demanda
está desigualmente distribuida y que si sólo se satisfacen demandas, dejamos al
que pide en el lugar que le permite su capacidad de demanda. Las posibilidades
abiertas por las tecnologías exigen un mayor esfuerzo en la oferta educativa,
destinado a fortalecer la capacidad de demanda y no sólo a satisfacer las que
llegan a expresarse.
En
tercer lugar, y estrechamente vinculado con los puntos anteriores, es necesario
llamar la atención sobre la subestimación de los conflictos sociales que
existen detrás de la lógica de las innovaciones tecnológicas. El discurso
tecnológico vuelve a presentar la idea según la cual el uso intensivo de estos
dispositivos está asociado a valores de libertad, solidaridad, participación y
equidad social. La realidad – nuevamente- indica que la dirección y el sentido
del uso de las tecnologías no están definidos por la tecnología misma sino por
los actores sociales y sus intereses. Al respecto, no hay más que observar los
efectos de las tecnologías sobre el empleo, la distribución del ingreso, la
manipulación genética, el control y la vigilancia sobre los ciudadanos, entre otros
ejemplos.
Es
necesario reconocer que el discurso de la “panacea” tiene la virtud de postular
un sentido para la acción social, aunque sea utópico. Sería importante que “Pulgarcita”
aspire a la justicia social y que el llamado final del libro de Serres, donde “Pulgarcita”
pide que se iluminen también las orillas del Rin, del Danubio y del Báltico,
para los turcos, iberos, magrebinos o brasileños, vaya acompañado de la
conciencia de que la adhesión a dicho proyecto tiene que ser conquistada. El
uso de las tecnologías digitales no son garantía de adhesión a los valores
éticos de la justicia, de la misma manera que la imprenta no garantizó que se
publicaran sólo textos ética y socialmente justos.
Juan Carlos Tedesco
Universidad
Nacional de San Martín (Argentina)
Nenhum comentário:
Postar um comentário