Aunque hoy la ciencia está presente en todos los medios de comunicación, hay veces en que los abrumadores ratings de las producciones que explotan las curvas femeninas pueden hacer dudar del interés del público por los avances científicos... Pero al parecer, hace 200 años los primeros editores de periódicos del Río de la Plata no tenían conflictos: según escribe Miguel de Asúa en La ciencia de mayo. La cultura científica en el Río de la Plata, 1800-1820 (Fondo de Cultura Económica, 2010), "Durante la segunda mitad del siglo XVIII se publicaron en América hispana 22 periódicos culturales en los que abundaban los artículos sobre ciencias y artes".
De hecho, Francisco Antonio Cabello y Mesa, que en abril de 1801 empezó a publicar el primer periódico impreso del virreinato, el Telégrafo Mercantil, definió a la suya como una publicación que además de "instruir y cultivar al pueblo le dé (a lo menos) un entrenamiento mental e inspire inclinación a las ciencias y artes...". Así, encontraron lugar en sus páginas notas sobre geografía y extractos de la obra de naturalistas, como Tadeo Haenke, el jesuita Thomas Falkner (uno de los primeros etnólogos que hubo en el país), el ingeniero, explorador, antropólogo y cartógrafo Félix de Azara y el explorador Basilio Villarino. También enseñó a cultivar plantas de interés económico, como la yerba, y difundió ensayos sobre productos minerales, animales y vegetales útiles tanto para el esfuerzo militar como para la medicina.
En el Semanario de Vieytes se leían artículos sobre manufacturas, pequeñas industrias, métodos artesanales, procedimientos de curtiembre, teñido, pinturas y novedades como el reciente descubrimiento de la inmunización (ensayada por primera vez por Edward Jenner el 14 de mayo de 1796). Y el Correo de Comercio de Manuel Belgrano, publicado entre 1810 y 1811, dio a conocer descripciones de las provincias, procedimientos artesanales y remedios populares.
Claro que también había lugar para los "portentos", como cuando el Telégrafo anunciaba que "El terreno de la Villa de Tarija acrecienta los huesos", o informaba que "había una laguna en la que los animales que se acercaban a beber se iban internando hasta que se ahogaban, producto de una «virtud atractiva». Más aún, si alguna mujer se aproxima, decía la nota, «se alteran sus aguas con olas violentísimas»".
Dice Asúa: "Una simple ojeada a los periódicos del Río de la Plata publicados en la década que precedió a Mayo nos muestra hasta qué punto el público estaba interesado en los descubrimientos científicos".
Entonces, nada nuevo bajo el sol...
nbar@lanacion.com.ar
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