PEDRO NIKKEN | PRESIDENTE DE LA COMISIÓN INTERNACIONAL DE JURISTAS
“Nunca había visto un proceso así”, asegura el observador internacional
NATALIA JUNQUERA Madrid 29 ENE 2012 40
A este venezolano, exjuez, expresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que participó en el proceso de paz de El Salvador en los noventa y que actualmente preside la Comisión Internacional de Juristas (CIJ), le ha traído a España una preocupación: el juicio aBaltasar Garzón por su investigación de los crímenes del franquismo. Lo que considera “un atentado contra uno de los pilares del Estado de derecho” y contra la independencia judicial de aquellos jueces más incómodos, los que se enfrentan al poder. La CIJ, que envía observadores a juicios que ofrecen pocas garantías, ha decidido que en este momento su presidente debe estar en España, y no en ningún otro lugar del mundo, vigilando un juicio que empezó a inquietarles mucho antes.
Nikken relata que las alarmas saltaron en la comisión al enterarse de que el Tribunal Supremo había admitido una querella por la investigación de los crímenes del franquismo: “Nos sorprendió muchísimo que una organización como Falange intentara descabezar al juez Garzón”, relata. A Manos Limpias la conocían menos. “Todo lo que habíamos oído era que se trata de una organización situada en la extrema derecha”.
La preocupación fue en aumento. “Nos llamó la atención que un juez pudiera ser considerado como un delincuente por abrir una investigación sobre lo que tenía una clara apariencia de crimen de lesa humanidad, siguiendo el derecho internacional que establece que las leyes de amnistía no pueden impedir investigar cuando se trata de crímenes contra la humanidad. Este juicio entra en conflicto con los estándares legales internacionales”.
Nikken confiesa que su organización no ha seguido “con la misma intensidad” las otras dos causas abiertas contra Garzón, pero añade: “Nos llama la atención la acumulación de procesos penales contra un mismo juez”.
La primera sesión del juicio por la causa del franquismo que presenció el pasado martes, junto a observadores internacionales de Amnistía Internacional y Human Rights Watch, no ha servido para apagar sus temores. “Nosotros nunca habíamos visto algo así. Este no es un proceso normal. Que se castigue a un juez por investigar violaciones de derechos humanos es un hecho sin precedentes de gravísimas repercusiones. Lo que están planteando es inaceptable para la comunidad internacional. Ojalá el Supremo sea consciente de todo lo que implica para el prestigio de España como democracia activa y de calidad”.
A Nikken le sorprendió especialmente la actitud del fiscal del Supremo, Luis Navajas. “Lo normal es que el fiscal acuse, en este proceso no lo hace. Me llamó mucho la atención su posición tan vehemente contra la apertura del juicio. No dejó ningún margen a una interpretación adversa [tachó de “insólita e insostenible” la instrucción del magistrado Luciano Varela]. Supongo que el tribunal lo tendrá en cuenta”.
Cuando termine el juicio, redactará un informe. “Si lo vemos necesario, lo enviaríamos a Estrasburgo, al Comité de Derechos Humanos de la ONU... Cuando detectamos anormalidades en juicios, nuestro interés es llamar la atención de las autoridades del país, los sectores involucrados y la comunidad internacional”.Durante la entrevista, el jurista insiste en algo que cree que está enturbiando todo el proceso: “No se trata de si nos gusta más o menos el estilo de Garzón. Tampoco se está encausando su carrera o su estilo. Aquí hay una gravísima acusación”.
Preguntado por qué opinión tiene ahora de la justicia española, Nikken responde: “Los jueces son el sistema inmunológico de un Estado, deben actuar ante cualquier patología, determinar lo que es justo e injusto, lo correcto e incorrecto. Y para eso necesitan independencia y libertad. Nos preocupa la dificultad para renovar el Tribunal Constitucional, que se quiera elegir jueces como fichas de partido. Y nos preocupa mucho que la justicia penal pueda ser usada para minar la independencia judicial. A veces, concentrar todas las reglas de conducta en las apreciaciones de quienes están en el círculo de poder puede convertirse en un espíritu de camarilla que se crea sus propias reglas y que se aparta de lo que la sociedad valora como justo e injusto tanto a nivel nacional como internacional”.
Finalmente, asegura, en alusión al procesamiento de Pinochet: “Resulta paradójico que Garzón esté siendo juzgado en su país por algo que hace años le valió el aplauso de todo el mundo”.
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