Los economistas nos referimos a los premios a la escolaridad como el ingreso adicional que los trabajadores son capaces de generar por cada año adicional de estudios. Una medición impecable de tales premios, libre de sesgos e imprecisiones, es tarea muy complicada. Sin embargo, existen buenas maneras de aproximarnos. Una de ellas es usando encuestas de hogares, que en Colombia ya existen hace un buen par de décadas. Con ellas es posible hacer seguimiento a lo que ha pasado con los premios a la escolaridad desde 1991 y cuentan una historia de ascensos y caídas.
La siguiente figura muestra estos premios y sus intervalos de confianza del año 1991 al 2011. Los puntos azules denotan los premios promedio para la población y los extremos de las barras rojas son los extremos de los intervalos de confianza al 95% para estos premios. Así, para el año 1991, en promedio, un colombiano tenía ingresos laborales un 11% más altos por cada año estudiado. Esto se mantuvo así durante un par de años y luego comenzó a crecer. Para el año 2001 alcanzó su punto más alto: 13.3% más ingresos por cada año adicional de estudios. Con el cambio del siglo vino también un fenómeno que los economistas aún no hemos podido comprender del todo: la caída de los premios a la escolaridad. Para el año 2011, el premio promedio por cada año de estudios ha retrocedido casi a su nivel de 1991.
Por lo general, detrás de los promedios hay muchas historias distintas que contar. En este caso es interesante notar que los premios a la escolaridad difieren según el nivel educativo alcanzado. Pero además, estos han evolucionado de manera distinta durante estas dos últimas décadas. Los premios a la primaria completa han sido siempre bajos, pero casi no han cambiado en el tiempo. En promedio, un trabajador que sólo completó la primaria gana entre un 20% y 30% más que un trabajador con menos estudios (primaria completa o ningún estudio). Los premios que traen consigo el completar los estudios secundarios o terciarios son más altos, pero desde el año 2004 han estado cayendo. El premio al grado terciario cayó del 170% al 140%, mientras queel premio al secundario cayó del 75% al 50%.
Con esta evolución de las estadísticas, cabe preguntarse ¿qué puede explicar esta caida reciente de los premios a la escolaridad? O también, ¿qué puede explicar la subida de los premios a la escolaridad de fines del siglo pasado? Nótese que en ambos casos, tanto la subida como la caída se dió entre los trabajadores con mayor educación. Comencemos por la segunda pregunta pues parece existir mayor consenso acerca de su respuesta. En aquel entonces, los economistas apelaban con frecuencia al “skill biased technological change” como explicación. Por esto se referían a que la introducción de computadoras y tecnología al mundo del trabajo suponía un mejor uso del recurso humano calificado, aumentando su productividad (y por lo tanto sus salarios).
Para poner estos resultados en perspectiva global, aquí vale la pena mencionar un par de datos adicionales. Primero, este fenómeno no es exclusivo de Colombia. Con diversos matices, la caida en los premios a la escolaridad se ha dado en gran parte de América Latina. Segundo, en los paises del Este Asiático no se ha visto tal caída. Allá los premios a la escolaridad han estado en aumento por las últimas dos décadas.
Por tanto, ¿qué ha pasado en la década reciente? ¿acaso hemos tenido un “retroceso” tecnológico? Hay varias posibles explicaciones. Probáblemente la tecnología dejó de crecer al ritmo que venía creciendo antes y por lo tanto la productividad de los trabajos cayó. Hay quienes opinan que la informalidad laboral ha hecho caer la productividad. Otra explicación apela al crecimiento de la fuerza de trabajo calificada que se dió como resultado de la expansión educativa. Es decir, frente a un “exceso de oferta” (trabajadores calificados) siguió una caída en los “precios” (salarios). Finalmente, otra explicacion que va en una linea de argumentacion similar, se refiere a una caída en la calidad de la educación que ha recibido la población. Se argumenta, que las habilidades (lectoras, matematicas y, especialmente, las llamadas “blandas” como compromiso, responsabilidad, eficacia, paciencia, etc.) de nuestros trabajadores son bajas. ¿Usted que opina?
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