1 de abril de 2014

PISA sitúa a los alumnos españoles a la cola en habilidades prácticas

EDUCACIÓN

Los jóvenes obtienen 23 puntos menos que la media de la OCDE en problemas cotidianos

Las pruebas van desde la compra de un billete de metro hasta búsquedas en internet

El resultado es peor que su mediocre rendimiento en matemáticas, ciencias y lectura

España, con 477 puntos, se coloca entre la posición 27 y 31 de un total de 44 países

Singapur y Corea del Sur lideran la clasificación, con 562 y 561 puntos

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Alumnas en una clase en Valencia.
Programar un aparato de aire acondicionado, comprar tiques de metro o predecir el comportamiento de un robot de limpieza en una habitación. Los estudiantes españoles de 15 años están 23 puntos por debajo de la media de los países desarrollados en la resolución de estos y otros problemas cotidianos, según el informe PISA (Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes) de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). El estudio, que ha evaluado a 85.000 jóvenes de 15 años de 44 países —en España participaron 2.709 estudiantes— revela que los alumnos españoles están aún peor preparados para enfrentarse a la vida diaria de lo que revelan sus resultados en matemáticas, ciencias o capacidad lectora (y tampoco en ello alcanzan la media de los países desarrollados).
Sus resultados en resolución de problemas están 20 puntos por debajo de lo esperable en función de su rendimiento en las tres áreas: es decir, que no saben aplicar lo aprendido. El 28% no llega al nivel mínimo en cómo afrontar un problema, frente al 21% de la media de la OCDE. España, con 477 puntos (500 es la media de la OCDE), se coloca entre la posición 27 y 31 de un total de 44 países, que lideran Singapur y Corea del Sur (con 562 y 561 puntos).

Los profesores creen que no preparan para el siglo XXI

E. S., MADRID
PISA manifiesta que en España los alumnos no saben plasmar lo aprendido en las aulas y sus propios profesores reconocen que no les están preparando suficientemente para afrontar los grandes retos del siglo XXI. Así lo expresan el 87% de los docentes –desde educación infantil a bachillerato- encuestados por la editorial SM en toda España teniendo en cuenta todos los niveles y la titularidad del centro (respetando los porcentajes de pública y privada). El 86%, además, rechaza los sistemas de evaluación actuales, pues cree que no permiten desarrollar al máximo las habilidades y capacidades de los estudiantes y un  97% coincide en que el uso de nuevas formas de aprendizaje mejoraría los resultados.  “No se trata tanto de cómo se enseña, con tiza digital, sino qué se enseña”, recalca Ángel Pérez, director de Educación de SM. “La tecnología no cambia nada, lo que se necesita es tener otra metodología”. 
Para mejorar el aprendizaje la mayoría opina que hay que incentivar el desarrollo del pensamiento crítico (76%), trabajar las inteligencias múltiples de manera individualizada (71%) y fomentar el trabajo cooperativo en las aulas (59%). “Nosotros vemos entre los maestros y profesores muchas ganas de cambio, de hacer cosas nuevas. Pero no todo está en la tecnología. Al final, si un niño hace todos sus deberes en el ordenador, los estudios demuestran que pierde comprensión lectora”, prosigue Pérez, quien sí que cree que las editoriales han hecho un esfuerzo por incluir cada vez más soluciones prácticas en sus libros de texto.  Los encuestados sostienen también que los obstáculos para una mejor enseñanza se encuentran en el sistema educativo (64%), la Administración (44%), la dotación de recursos y materiales (43%) o el currículum (36%). 
Pero Pérez precisa que queda mucho por hacer. “En los currículos hay muchos temas sintácticos cuando se debía profundizar más en aspectos de comprensión lectora”. Y en esta revolución educativa la tecnología es una gran aliada. “Los  profesores menores de treinta y tantos están habituados a trabajar con ordenador, siempre han tenido uno cerca. El problema son los más mayores, que son reticentes. Les da miedo que el niño sepa más que ellos. Y no se dan cuenta de que los alumnos sabrán solucionar algo técnico -porque se les averió el ordenador jugando en casa-, pero no van a saber hacer estrategias de búsqueda de información en la Red”.
Por mucho que uno tenga una inteligencia superior o una capacidad de memoria asombrosa, si no se conoce el proceso para resolver un problema no se es capaz de hacerlo. Por eso es importante alcanzar un buen resultado en las pruebas PISA de resolución de problemas y España está por debajo de lo esperado. Los resultados en matemáticas, ciencias y lectura del último informe no eran para sacar pecho (10 puntos por debajo de la media en matemáticas, ocho menos en comprensión lectora y cinco menos en ciencias) y menos aún estos, que ponen de manifiesto si los jóvenes saben trasladar a su vida los conocimientos que aprenden en clase.
El informe PISA divide en seis niveles la competencia en resolución de problemas. El nivel uno es el más bajo y el seis el más alto. Los estudiantes que rinden por debajo del nivel básico (el nivel 2) solo son capaces de resolver problemas muy sencillos que no requieren gran esfuerzo mental y con los que están familiarizados. Como, por ejemplo, elegir en un catálogo de muebles los modelos más baratos para amueblar una habitación.
En el otro lado, los que están en los niveles más altos son muy eficientes en la resolución de problemas complejos. España tiene un 8% de estudiantes en ese nivel, frente al 11% de media de la OCDE. Es frecuente que los más hábiles en la resolución de conflictos sean también los mejores en matemáticas. De hecho, el 64% de los mejores en enfrentarse a situaciones cotidianas son también los mejores en matemáticas.
A España —que obtiene resultados similares a Eslovaquia, Polonia, Eslovenia, Serbia y Croacia— le lastran principalmente dos cosas. Por un lado, el bajo rendimiento de los estudiantes con peores resultados, que hace que el rendimiento global sea peor, dice el informe PISA, que también señala que la situación socioeconómica tiene menos efecto en la resolución de problemas que en otras competencias, como en la capacidad matemática.
Y, por otro, las destrezas informáticas. Tener un ordenador en casa es casi un bien universal. También en España, donde el 96,6% de los adolescentes disponen de uno en casa. Sin embargo, PISA pone de manifiesto que no están “familiarizados” con su uso. Resulta sorprendente, pues, según los datos, el 75,3% utiliza computadoras o tabletas en clase, cinco puntos más que la media de la OCDE. El informe pone el acento en las diferencias que se observan en España entre las evaluaciones hechas en soporte papel y las realizadas con un ordenador.
Aunque los chicos españoles son mejores en matemáticas y las chicas en lectura, a la hora de resolver problemas no se aprecian diferencias de género, aunque sí que existen más estudiantes masculinos que alcanzan los niveles más altos. Por el contrario, la media de la OCDE es algo mejor para los hombres, siete puntos por arriba. Las diferencias por sexo en habilidades, a juicio de los autores de PISA, no es algo inherente al género, sino que está relacionado con las oportunidades que dan a cada uno para cultivar su propio talento la sociedad, los padres y las escuelas. El extremo de discriminación es Arabia Saudita, pero se observan también casos curiosos como los de Colombia y Japón, donde ellas son más diestras que ellos.
La prueba muestra también que un español que ha sacado las mismas notas en PISA que un inmigrante extrae menos rendimiento de estos conocimientos en la vida práctica. El foráneo obtiene casi 20 puntos más en el test. Estas diferencias a favor de los extranjeros se dan también en Brasil, Eslovaquia y Taipei, pero en estos países los alumnos inmigrantes pertenecen a familias con una cualificación mayor que la de los nacionales, lo que no ocurre en España. Este último ha sido receptor durante casi una década de extranjeros sin mucha preparación. Actualmente representan un 9,1% del alumnado no universitario.
Obtener unos buenos resultados en esta prueba es vital para cada estudiante, pues quien domine las situaciones tendrá más oportunidades de conseguir en el futuro un trabajo y de participar activamente como ciudadano en la vida social. Los resultados del PIACC –más conocido como el PISA de adultos- refuerza esta idea de que quien no se adapte a los cambios tecnológicos y sociales que depara la vida será incapaz de progresar profesionalmente.
Mejorar estos resultados en vida práctica pasa por adaptar los currículos de las escuelas al siglo XXI, una tarea en la que hace años andan enfrascados los Estados con los mayores logros en la prueba. En Singapur desde 1997 hay un plan para que los profesores sean capaces de usar en clase las nuevas tecnologías, creando un clima de trabajo en el aula que combina la independencia de los alumnos con la exposición en grupo de los distintos puntos de vista. O en Japón, desde 2009 los adolescentes no tienen que aprender 1.000 palabras en inglés de memoria, sino 900 para dedicar más tiempo a cultivar la introspección, el deseo de aprender y la resolución de problemas. Para ello, los centros educativos cuentan con un dossier de directrices, pero son libres para diseñar cómo aplicar el programa. En Alberta (Canadá) también están experimentando con un nuevo modelo que pone en contacto a escuelas, familias y empresa privada. Para alcanzar el éxito, según PISA, se necesita trabajar en grupos pequeños, con diálogo en clase, aprendiendo de los errores y otorgando un papel a cada uno de los alumnos.


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