Un informe de la ONU asegura que la drogadicción es casi "endémica" en grupos que, ante la falta de oportunidades, se sienten "cada vez más ajenos a la sociedad"
La drogadicción llega a convertirse en un fenómeno “prácticamente endémico” en aquellos estratos de población que se ven “ante un futuro con escasas oportunidades y pueden sentirse cada vez más ajenos a la sociedad”, convirtiéndose en causa de violencia y de “una espiral nefasta de daño individual y colectivo”. Así se desprende del informe anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), dependiente de la ONU, publicado hoy en Viena.
Si bien se señala que “el problema está presente en todas las regiones” del planeta, la JIFE menciona especialmente a Brasil, México, EE UU, Gran Bretaña, Irlanda del Norte y Sudáfrica, donde a veces “la capacidad de las fuerzas del orden puede parecer insuficiente para responder al nivel de delincuencia organizada”. El documento resalta los avances que se han producido gracias a "iniciativas combinadas” en países como Colombia, El Salvador y Brasil, enfocadas a la inclusión y participación de los habitantes marginados mediante innovaciones urbanísticas, educacionales y policiales. También se destaca como experiencia “única en su género” la transformación en Cataluña de una banda delictiva de inmigrantes latinoamericanos en una organización cultural. No se citan nombres, pero se trata de los Latin Kings, convertidos en Asociación Cultural de Reyes y Reinas Latinos de Cataluña.
El informe alerta asimismo del aumento de las agresiones sexuales y la inducción a la prostitución mediante drogas suministradas a las víctimas sin su consentimiento. Señala que es un fenómeno de mayores dimensiones de lo que se suponía, aunque pocos países le prestan la atención necesaria.
Tal es el caso del psicotrópico Rohypnol o flunitrazepam -de la familia de la benzodiazepina-, un agente químico que actúa sobre el sistema nervioso central originando cambios temporales en la percepción, ánimo, estado de conciencia y comportamiento. Su comercialización ha sido prohibida en EE UU. No obstante, los delincuentes están empleando otros alternativos que no están sujetos a control internacional o al menos a una vigilancia estrecha, con lo que se adquieren más fácilmente.
En Europa, un millón de personas se sometieron a tratamientos por consumo de drogas en 2010. El 20% de los pacientes era mayor de 40 años, promedio de edad que, según el documento de la ONU, está aumentando. El cannabis, seguido de la cocaína, son los estupefacientes de mayor consumo en Europa. España e Italia siguen figurando entre los países de mayor demanda de cocaína. Asimismo, se está reduciendo el consumo de éxtasis, pero al mismo tiempo aumenta la diversificación de sustancias psicotrópicas aún no fiscalizadas en el mercado clandestino. La comisión de expertos de Naciones Unidas habla de “una cantidad sin precedentes“ al referirse a 41 nuevas sustancias. Pone como ejemplo que “en Alemania fue descubierto por primera vez en 2010 un laboratorio dedicado a la fabricación ilícita de cannabinoides sintéticos”.
El 23 de enero de 2012 se cumplió el centenario de la aprobación de la Convención Internacional del Opio, el primer tratado de fiscalización internacional de drogas. La JIFE lo considera “piedra angular” en la lucha contra estas sustancias y recuerda que, a principios del siglo XX, solo China consumía 3.000 toneladas de opiáceos, mucho más que el consumo mundial actual. Aunque empiezan a escucharse desde altas esferas políticas voces que abogan por una revisión de las estrategias prohibicionistas, la JIFE mantiene su firme rechazo a cualquier tipo de legalización de las drogas.
El informe dedica un capítulo entero a Bolivia, y rechaza ”la legislación boliviana que permite cultivar y consumir la hoja de coca para fines no médicos, en particular para la masticación de hoja de coca y para la producción de té de coca”, dado que “va más allá de lo permitido en la Convención de 1961”. El presidente de Bolivia, Evo Morales , exsindicalista cocalero, dio un paso “sin precedentes” el año pasado al denunciar dicha Convención, la cual, a su juicio, atenta contra una tradición arraigada en los pueblos andinos basándose en “un estudio ni serio ni científico”. El mandatario boliviano ha anunciado que viajará el 12 de marzo a Viena para defender una vez más el derecho al cultivo de coca. La JIFE no solo teme que la liberalización del cultivo lleve a un aumento del comercio mundial de cocaína, sino también que este precedente inspire a otros países a revocar las convenciones vigentes y debilite la estrategia establecida a nivel mundial contra las drogas.
En Europa, un millón de personas se sometieron a tratamientos por consumo de drogas en 2010. El 20% de los pacientes era mayor de 40 años, promedio de edad que, según el documento de la ONU, está aumentando. El cannabis, seguido de la cocaína, son los estupefacientes de mayor consumo en Europa. España e Italia siguen figurando entre los países de mayor demanda de cocaína. Asimismo, se está reduciendo el consumo de éxtasis, pero al mismo tiempo aumenta la diversificación de sustancias psicotrópicas aún no fiscalizadas en el mercado clandestino. La comisión de expertos de Naciones Unidas habla de “una cantidad sin precedentes“ al referirse a 41 nuevas sustancias. Pone como ejemplo que “en Alemania fue descubierto por primera vez en 2010 un laboratorio dedicado a la fabricación ilícita de cannabinoides sintéticos”.
El 23 de enero de 2012 se cumplió el centenario de la aprobación de la Convención Internacional del Opio, el primer tratado de fiscalización internacional de drogas. La JIFE lo considera “piedra angular” en la lucha contra estas sustancias y recuerda que, a principios del siglo XX, solo China consumía 3.000 toneladas de opiáceos, mucho más que el consumo mundial actual. Aunque empiezan a escucharse desde altas esferas políticas voces que abogan por una revisión de las estrategias prohibicionistas, la JIFE mantiene su firme rechazo a cualquier tipo de legalización de las drogas.
El informe dedica un capítulo entero a Bolivia, y rechaza ”la legislación boliviana que permite cultivar y consumir la hoja de coca para fines no médicos, en particular para la masticación de hoja de coca y para la producción de té de coca”, dado que “va más allá de lo permitido en la Convención de 1961”. El presidente de Bolivia, Evo Morales , exsindicalista cocalero, dio un paso “sin precedentes” el año pasado al denunciar dicha Convención, la cual, a su juicio, atenta contra una tradición arraigada en los pueblos andinos basándose en “un estudio ni serio ni científico”. El mandatario boliviano ha anunciado que viajará el 12 de marzo a Viena para defender una vez más el derecho al cultivo de coca. La JIFE no solo teme que la liberalización del cultivo lleve a un aumento del comercio mundial de cocaína, sino también que este precedente inspire a otros países a revocar las convenciones vigentes y debilite la estrategia establecida a nivel mundial contra las drogas.
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