La eurodiputada del PSOE, ponente del Programa Marco de Investigación de la UE, lamenta que la la crisis se lleve por delante la inversión en investigación
La cita es a la una de la tarde, y cuando a la una de la tarde llega el corresponsal, Teresa Riera termina justamente de tomar asiento en L’Ultime Atome, un bistrot clásico de Bruselas elegido por ella a corta distancia del Parlamento Europeo, donde tiene escaño desde 2004. Puntual y rigurosa, matemática de formación a la que atacó el virus de la política en los primeros años setenta en la Universidad de Barcelona, Riera tiene tras sí una muy notable carrera científica y política, lo que hace más llamativo su incuestionable anonimato en un país en el que brilla tanta baratija política.
Claro que la explicación puede ser científica. La ley de Gresham establece que la moneda mala desplaza a la buena, que se queda para comercio interno lo que sería imposible colocar en la escena internacional. Riera da un respingo, como negando la mayor. “Yo he trabajado con Rubalcaba, que es químico de formación, y con Solana, que es físico”, dice en un intento fallido de tomar distancia con respecto a la metáfora de la ganga y la mena. Lo dicho. Rubalcaba, Solana… dos promesas del socialismo español. Rascando un poco en la actualidad, la eurodiputada se inclina por Rubalcaba como líder del PSOE y se asombra de que un hombre que “es muy inteligente y tiene a España en la cabeza” solo haya sido capaz de atraer a la mitad del partido en el congreso de Sevilla.
En el bistrot de la capital belga no necesita mucho tiempo para decantarse por un estofado y pese a sus años en Bruselas se sigue sorprendiendo por la enorme lista de cervezas entre las que elegir la bebida. Se inclina por una blanche, suave y turbiácea cerveza por la que las damas sienten particular predilección. Luego no presta mayor atención a lo que hay en plato y vaso, arrastrada por su pasión por la ciencia y la política.
Sus dos pulsiones van a confluir durante un par de años en su calidad de ponente de la Eurocámara para el octavo Programa Marco de Investigación de la UE, llamado a financiar las políticas de investigación, desarrollo e innovación de la Unión desde 2014 a 2020. En principio, del orden de 90.000 millones de euros, que habrá que ver en qué quedan con la crisis.
La cita para este almuerzo se produce mientras en el periódico se lee que Europa echa un rapapolvo a España por sus recortes en investigación. “Es la segunda vez que la crisis se lleva por delante inversión en investigación”, se lamenta Teresa Riera. “Espero que el nuevo Gobierno se dé cuenta de que invertir en ciencia e innovación es de Gobiernos inteligentes”.
En una pancarta de una reciente manifestación de investigadores maltratados se leía: “- trajes, + batas”, donde trajes podía interpretarse como políticos”. “Es cierto que hay una gran distancia entre los políticos y los ciudadanos. Alguna culpa tendremos”, dice Riera. “Mi pasión es hacer la vida más agradable a los ciudadanos y a los propios científicos. Quiero que la ciencia llegue a la sociedad. Que cuando se use un móvil se sepa que se está usando ciencia, tecnología e innovación, que se sepa que la ciencia aporta calidad de vida
Bruselas reprende a España por recortar en investigación
El país se estanca en el puesto 18 del ranking de I+D en la Unión Europea
RICARDO MARTÍNEZ DE RITUERTO Bruselas 7 FEB 2012 - 20:04 CET
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España sigue penando en el pelotón de los torpes del I+D+i (Investigación, desarrollo e innovación) europeo, en un oscuro 18º puesto entre los Veintisiete, según el marcador de innovación de la Unión Europea presentado en Bruselas con datos referidos a 2010. Y la situación no tiene visos de mejorar en vista de los recortes presupuestarios. “Es una lástima que al examinar el presupuesto de España, haya habido reducciones en ese ámbito”, ha declarado la comisaria de Investigación e Innovación, la irlandesa Máire Geoghegan-Quinn.
El ranking es prácticamente un calco del presentado el año pasado por estas mismas fechas, lo que es lógico dado el tiempo que las políticas y las inversiones tardan en ofrecer resultados en este campo. En la escena global, la UE sigue por detrás de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, aunque por delante de la inmensa mayoría del resto del mundo, con China recortando terreno, pero aún lejos.
En la propia Unión, el liderazgo en materia de innovación lo mantienen con solidez los de siempre (Suecia, Dinamarca, Alemania y Finlandia) seguidos de otros pelotón con potencias previsibles (Francia, Reino Unido, Holanda o Austria, entre otros menos esperados como Chipre, Estonia o Eslovenia). Es en el tercer grupo donde se encuentra España, acompañada y precedida por Italia, Portugal y República Checa, pero por delante de Hungría, Grecia, Malta, Eslovaquia y Polonia. En un cuarto grupo penan socios como Rumania y Bulgaria.
En datos macro, el objetivo que se han marcado los países de la UE es dedicar al renglón de I+D+i el 3% del Producto Interior Bruto (PIB). España le destina el 1,39%. La comisaria reconoce que “es muy difícil en estos momentos de crisis seguir invirtiendo” en este reglón, pero “el dinero gastado aquí es dinero bien invertido”. Ella predica el evangelio de que “un país sin estrategia de innovación no saldrá de la crisis” y subraya cómo “los países que más han invertido son los que mejor han hecho frente a la crisis y cómo los de atrás [en inversión] son los que peor lo están pasando”.
Geoghegan-Quinn, que se entrevistó recientemente con la secretaria de Estado de Investigación Carmen Vela, lamenta que con la escusa de la austeridad se hayan producido en España recortes en I+D+i. Como escapatoria al agobio presupuestario, la comisaria propone para España “la especialización inteligente, invertir donde sea más fuerte”.
Antonio Tajani, vicepresidente de la Comisión y comisario de Industria y Empresa, que hace poco estuvo en Madrid, valora la intención del Gobierno de potenciar las pymes y alentarles a la internacionalización. “La internacionalización es también innovación y será muy buena para España, que cuenta con toda América del Sur” como área de expansión natural. Al comisario italiano no se le pasa por alto la España superpotencia del sector turístico. “Ahí también se puede hacer mucha innovación”, dice.
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