Especialistas de Cippec, respaldados por Unicef, advierten sobre las desigualdades
Es urgente intentar buscar una mayor justicia educativa a nivel nacional. Es la conclusión, tras una década de estudios, a la que llegó un equipo de investigadores del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
La prioridad se impone en un contexto en el que, según los expertos, hay docentes que desconocen los contenidos mínimos indispensables que deben enseñar a sus alumnos y donde se pueden identificar tipos de escuelas diferentes para cada estrato social.
"Lo que se enseña depende cada vez más de la selección que hace el docente", dijo a LA NACION Cecilia Veleda, una de las autoras de La construcción de la justicia educativa, que hizo Cippec con la ayuda de la embajada de Finlandia en Buenos Aires y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) luego de la presentación de ese texto que se hizo ayer en la Fundación Navarro Viola.
Aunque estaba prevista la participación del ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, su ausencia fue comunicada minutos antes de la charla, a la que sí asistieron la representante de Unicef y especialista en educación Elena Duro y el embajador de Finlandia, Jukka Pietikäinen.
"La dispersión curricular cada vez mayor y el crecimiento de las desigualdades sociales han empujado a una desigualdad creciente de lo que los alumnos efectivamente aprenden en cada una de las escuelas", planteó Veleda.
"Buena parte de las diferencias sociales se producen dentro del sistema educativo, no vienen de afuera", advirtió el director del Cippec, Axel Rivas, quien junto con Veleda y Florencia Mezzadra escribió el libro.
La obra plantea dilemas que se abren a los educadores y a los técnicos de la educación para intentar construir un modelo más justo y propone algunos criterios para orientar la acción en las escuelas y en las políticas educativas.
"La idea de justicia educativa que tenemos se traduce en la necesidad de redistribución de los recursos, dando sustantivamente más recursos a los sectores más vulnerables, y al reconocimiento de pedagogías y cambio de las prácticas pedagógicas para garantizar la inclusión con identidad", sostuvo Rivas. Y propuso replantear las formas de enseñanza porque, por ejemplo, "la repitencia para volver a empezar de cero es excluyente para el alumno".
Para Veleda, "en este momento es fundamental poner mayor atención a los núcleos de aprendizaje prioritario (NAP) que fijan qué se debe enseñar" porque "hay docentes que ni siquiera los conocen". La especialista agregó: "Los operativos nacionales de evolución de la calidad no están articulados estrictamente con los NAP. Y no hay regulaciones de los libros de texto de tal manera que se alineen con esos contenidos".
En la investigación, los expertos cuestionan el formato escolar actual porque tal como está ahora, dicen, favorece el crecimiento de "una brecha entre lo que se supone que deben hacer las escuelas -enseñar un currículum enciclopédico a un único ritmo- y la dispar, inestable e indescifrable vida de los alumnos". Y esa brecha, afirman, "lesiona la posibilidad de la justicia educativa , ya sea negando la diversidad cultural o excluyendo pedagógicamente a los sujetos más vulnerables".
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