17 de janeiro de 2012

El futuro de la educación en Bogotá



Editorial
 
|16 Ene 2012 - 11:00 pm

Editorial

Por: Elespectador.com

La idea del alcalde de bogotá, Gustavo Petro, de aumentar en un año la jornada escolar para facilitar el paso a la educación superior, coincide, por lo menos en norte, con la tendencia internacional.


Aunque introducido como opcional, el proyecto del grado 12, hasta ahora en prueba piloto y con sede de la Universidad Distrital, busca evitar la deserción escolar al permitirles a los estudiantes empalmar más naturalmente con el siguiente nivel. Según la vocación del estudiante, éste podrá orientarse a una carrera universitaria, o a una técnica o tecnológica; algo que podrá decidir tras cursar el año adicional en una institución de educación superior. En general, a pesar de las quejas de que tal proyecto terminará enfatizando las capacidades aplicadas sobre las más teóricas, sólo buenas cosas puede traer cualquier iniciativa que logre retener a los jóvenes en el sistema educativo y consiga que en promedio se avance más en su formación.
Los esfuerzos políticos, humanos y en recursos, sin embargo, son mucho más necesarios en el otro proyecto del alcalde: conseguir, por fin, la jornada única en la capital, entre otras, porque el país está perdiendo a sus estudiantes muchísimo antes de graduarlos. Si bien las dobles jornadas, los nocturnos y sabatinos sirvieron para aumentar, en su momento, la cobertura, el actual es un sistema fundamentalmente injusto: tienen mejores oportunidades los estudiantes de los colegios de una sola jornada, que aquellos de los de media, y entre los estudiantes de media jornada, les va mejor a los estudiantes de la mañana. Esta desigualdad en la calidad de la educación, evidenciada, entre otros, por Leonardo Bonilla, investigador del Banco de la República, es sólo agravada por la relación de las jornadas más cortas con la delincuencia juvenil y los embarazos adolescentes. La necesidad de aumentar a 8 horas las jornadas es desde hace tiempo clara y fue también clara durante la campaña a la Alcaldía de Bogotá.
El problema reside en que ahora, como entonces, el alcalde Petro no dio detalles de cómo rompería tan vergonzosa trampa de pobreza. Según cálculos de la Secretaría de Educación, se necesitaría de 407 nuevos colegios con capacidad de 1.000 alumnos, para que los niños que se encuentran matriculados en el sector público del Distrito Capital puedan asistir todos en jornada completa. Un megacolegio tarda un año en construirse y cuesta alrededor de 15 mil millones, por lo que cumplir la promesa requeriría de alrededor de seis billones adicionales a los 2,1 billones que cuesta mantener las cosas tal como están. ¿De dónde saldrán los recursos? El camino es largo, e hizo bien el alcalde en solicitar la atención del Gobierno; lo que se logra en la capital termina desbordándose al país.
Lo que no es muy claro es por qué decidió utilizar, mientras logra respuesta, los espacios públicos para sustituir la radical falta de planteles. Aunque está bien utilizar bibliotecas, auditorios, jardines y demás para complementar la formación de los estudiantes, no está bien comenzar a resolver allí el déficit de infraestructura. Hay que buscar estrategias y priorizar programas dentro del presupuesto distrital, además de seguir presionando al Gobierno. Aunque el gasto en guerra es siempre el primer mencionado, la inversión del país tiene la siguiente jerarquía: protección social, transporte, acción y apoyo social, minas y energía, hacienda, seguridad y defensa, sector agropecuario, vivienda y, finalmente, educación. Debe haber alguna manera de que el Gobierno logre desplazar algunos de los recursos. El mismo problema que sufre Bogotá, lo sufre el país: sólo el 18% de los estudiantes del sector público tienen jornada completa. Esta dificultad no es de menor cuantía. Perfecto si la capital da el primer paso, pero para que funcione tiene que darlo bien.

Nenhum comentário:

Postar um comentário