La agenda de los niños
WASHINGTON.- ¿Cómo proteger de verdad a los niños en los hechos, no sólo en el discurso? Las sociedades nórdicas están haciendo experiencias de alto interés. En Suecia, el 80% de los niños de dos años está asistiendo a los preescolares, y muchos empiezan antes. Sólo supera estas cifras Dinamarca: están en los jardines seis horas diarias, con el estímulo de profesionales. Antes son atendidos directamente por sus padres. Suecia otorga 14 meses de licencia por paternidad: doce por un padre, y dos por el otro. Ello posibilita la lactancia materna de seis meses que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
El sistema exige una inversión económica importante. Tanto Suecia como Dinamarca pagan 10.000 euros por año por niño en preescolar. Como el financiamiento es público, eso significa presión fiscal. Es bienvenida por sus ciudadanos en las encuestas, porque están pagando por valores éticos muy importantes para la sociedad. Piensan que es fundamental que las mujeres puedan trabajar, y a ello contribuye de modo muy efectivo la gigantesca red de preescolares. Consideran, asimismo, que en el preescolar los niños son muy bien estimulados y que, además, es su medio natural, porque allí es donde podrán hacer amigos.
En Noruega, todo niño que nace recibe al poco tiempo un paquete integral de inmunizaciones, con todas las vacunas posibles. Esto lo coloca en situación óptima frente a los riesgos posibles en salud.
Invertir en salud emocional y física de los niños tiene que ver con los valores morales, pero, al mismo tiempo, tiene efectos económicos positivos de gran envergadura. Se está creando equidad real en la base de la pirámide social. Un reciente estudio comparado de Wilkinson y Prickert concluye que las sociedades más igualitarias son también las más saludables y las más felices.
Ilustra la necesidad de tener en cuenta a los niños en concreto, y no sólo en las grandes proclamas, la campaña pública que lanzó Michelle Obama sobre el problema de la obesidad infantil en los Estados Unidos. Un estudio publicado por el prestigioso New England Journal of Medicine muestra que los niños más obesos tienen dos veces más probabilidades de morir prematuramente, antes de los 55 años. La obesidad es el factor más estrechamente asociado con una muerte temprana, según los datos recogidos.
El tema es de gran significación. Uno de cada tres niños norteamericanos es considerado con sobrepeso u obeso. La iniciativa de la primera dama ha puesto en foco el problema y se está procurando encararlo. Llamada Movámonos, la campaña convoca a cambiar la manera en que los niños comen y juegan. Entre sus ideas, está reducir el promedio de seis horas diarias que dedican los chicos a ver la TV. Los especialistas dicen que, junto con todo esto, es necesario para revertir la tendencia a la obesidad regular la publicidad de alimentos para niños y eliminar los subsidios gubernamentales que hacen que la comida basura sea barata y rentable.
Un estudio encontró que los niños y jóvenes eran más obesos cuando había expendios de comida rápida a una cuadra de sus escuelas. Se han presentado proyectos para poner una distancia obligatoria mínima. El concejal de Queens Eric Gioia fundamentó uno de ellos, al afirmar: "Un restaurante de comida rápida en la esquina puede tener un impacto terrible sobre la vida del niño".
Todos estos temas tienen alta vigencia en América latina, que cuenta con períodos de licencia posparto marcadamente inferiores a los de los países avanzados y que casi no tiene licencias paternas. Una América latina con redes de preescolares muy limitadas y con profundas inequidades en salud, en temas, como acceso al agua potable, a instalaciones sanitarias y a prevención médica.
Por otra parte, en la región la obesidad infantil es un problema en avance. En México, por ejemplo, de acuerdo con los datos de la Secretaría de Salud, sólo en el Distrito Federal el 47% de la población infantil tiene sobrepeso. Ha aumentado fuertemente el consumo de productos chatarra. En una protesta pública de los padres de familia que exigían la prohibición del expendio de comida chatarra en las escuelas, se argumentaba: "Comen eso y después tendrán obesidad, diabetes e hipertensión, y esas enfermedades los van a matar. Es un asunto de doble moral? Es como prohibir el cigarrillo". Se estima que, de seguir con la tendencia en 2015, el 100% del presupuesto de salud en el nivel federal se destinará a tratar las enfermedades relacionadas con la obesidad, como la hipertensión arterial y la diabetes.
En la Argentina, el sobrepeso infantil es del 30%, y la obesidad, del 15%. Según los datos del Centro de Estudios sobre la Nutrición Infantil, en el país se consume seis veces más comida chatarra que hace 20 años.
La Organización Panamericana de la Salud, que libra luchas pioneras en múltiples planos, está peleando en la región por que se exija que las comidas para niños sean libres de grasas ultrasaturadas.
Otro tema por considerar es el de la protección de los niños del consumo pasivo de cigarrillos. Según la Organización Mundial de la Salud, casi 700 millones de niños respiran aire contaminado por humo de tabaco. Les llega en múltiples lugares. Una renovadora disposición, aprobada por la Legislatura porteña, prohíbe que los menores de 18 años permanezcan en las áreas para fumadores que tienen algunos comercios.
Aunque hay avances, las insuficiencias de cobertura y calidad en el gran tema de la educación, base del progreso de los niños y los jóvenes, son desafiantes. Sólo el 43,9% de los niños de la región termina la escuela primaria a tiempo, en las edades y con el número de años programados. Los resultados de la acreditada evaluación Serce, de la Unesco, dicen que el desempeño estudiantil en América latina es notablemente bajo: "En promedio, los estudiantes no alcanzan expectativas mínimas en matemáticas, lectura y ciencias".
Una de las razones de fuerte peso en la deserción es la subsistencia del trabajo infantil. Se estima que más del 11% de los niños menores de 14 años de edad se ven obligados a trabajar para subsistir, en tareas insalubres, que les roban la infancia y que van a impedir que puedan cursar la escuela.
Los temas concretos y reales de los niños, como la atención familiar en el primer año de vida, el preescolar, las vacunas, las comidas saludables, la educación, el trabajo infantil y otros deberían estar en el centro de las prioridades de sociedades como la de América latina, que declaran que los niños son lo primero, pero que, en muchas áreas, están distantes de llevar sus declaraciones a la práctica.
©LA NACION
Bernardo Kliksberg es asesor principal de la Dirección de ONU/PNUD para América latina.
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