Apostar a la enseñanza científica desde la formación inicial puede influir en el desarrollo del futuro tecnológico. Con este objetivo se desarrolló un simposio interdisciplinario.
Por Ines Hayes
¿Por qué apostar a la enseñanza de las ciencias desde los primeros años de la escuela? ¿Se pueden fomentar las vocaciones científicas? ¿Por qué una formación científica sólida mejora la calidad de la educación? Estos y otros interrogantes fueron respondidos por los expositores en el Simposio Aprender a pensa en el aula, organizado por Sangari Argentina, la Sociedad Científica y la UNESCO.
El auditorio de la Sociedad Científica, de la Ciudad de Buenos Aires, recibió el 2 de septiembre a decenas de docentes de distintos niveles educativos, interesados en mejorar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje.
"Este es un espacio para compartir la experiencia de quienes están trabajando en esto y de quienes diseñan políticas públicas. Desde Sangari ayudamos a que en las escuelas se atienda a la ciencia como algo fundamental", dijo en su introducción Jorge Werthein, presidente de Sangari Argentina. Desde hace más de 40 años, la organización internacional con sede en San Pablo, diseña métodos prácticos para mejorar la calidad educativa e incentivar la pasión de los alumnos por el conocimiento.
El programa Ciencia y Tecnología con Creatividad (CTC), creado por Sangari de Brasil y puesto en práctica en 62 escuelas argentinas, lleva a las aulas una propuesta diferente para el aprendizaje de las ciencias. Desde 2009, 14 mil alumnos de 4to, 5to y 6to grado compartieron este novedoso métodon. "Si hay algo que rescato del CTC es la palabra cambios. En la educación tradicional la ciencia se enseñaba explicando primero los conceptos y luego llevándolos al laboratorio. Los docentes les decíamos a los alumnos: vieron chicos, esto es como les dije que era", ejemplificó Silvina Vidal, maestra de cuarto grado de la Escuela Número 24 de Avellaneda. "Con este programa esa manera de educar cambia totalmente porque la enseñanza se basa en la pregunta. La ciencia es lo que les pasa a los chicos a su alrededor: el aula se transforma en un espacio creativo y todos se animan a participar y a pensar científicamente", reflexionó la docente de primaria. A través del programa diseñado por Sangari, se acompaña a los alumnos a que construyan sus propios razonamientos. "De este modo se apropian del conocimiento porque fueron ellos los que lo crearon. La curiosidad es común a todos los chicos, no importa el sector del que provengan, y con esta manera de enseñar se les despierta esa curiosidad", agregó la maestra Silvina Vidal.
En las escuelas argentinas en las que se aplicó el programa de CTC las estadísticas fueron más que elocuentes: de un 15% de respuestas correctas en los exámenes de principios del ciclo se pasó al 70% luego de un año de trabajo. La enseñanza que se propone en el CTC es por indagación: se estimulan maneras de pensar y estrategias de razonamiento. Todas las clases comienzan con un interrogante al que se va respondiendo con experimentos que, a su vez, van generando nuevas preguntas y debates. Además, como los alumnos deben ir anotando y leyendo constantemente sus experimentaciones, también se fomenta la lecto-escritura. "Todo lo que vimos en ciencia me gustó, pero lo de los huesos, más. Ahora sé los nombres, sé cómo me muevo y cuando tenga hijos se los voy a enseñar, y a mis alumnos también porque quiero ser maestra de ciencias", confió Sofía, alumna de la escuela Manuel Arroyo Pinedo, de Tucumán.
En Argentina, donde el 55,2% de la población mayor de 15 años no tiene el secundario completo y el 17,3% de los niños y adolescentes está bajo la línea de pobreza, la inclusión educativa se vuelve trascendental. "El porgrama de Sangari está ideado para que todos puedan aprender a aplicarlo", dijo Melina Furman, integrante del poryecto. "Con esta forma de enseñar ha vuelto el entusiasmo. Los chicos cuentan en las casas lo bien que la pasaron y no quieren faltar los días que tienen ciencia", ejemplificó Natacha Sáenz, directora de la escuela número 3 de Lanús.
En Brasil, los programas de enseñanza de Snagari formaron a a más de 717 mil alumnos de escuelas públicas y privadas. En la Argentina, los integrantes de esta institución trabajan con el Ministerio de Educación de la Nación para universalizar la implementación del método. Desde 2010, el programa también llegó a Estados Unidos. "En América Latina y el Caribe es necesario profundizar la educación del conocimiento científico, sobre todo para fomentar un desarrollo independiente", amplió la visión Jorge Grandi, director de la oficina regional de ciencia para América Latina y el Caribe de la UNESCO.
Del encuentro participó también Juan Carlos Tedesco, ex ministro de educación de la nación, experto en problemáticas educativas. "La formación científica es básica para tomar decisiones ciudadanas. Si hoy queremos ser competitivos, la ciencia debe ser enseñada masivamente". El ex ministro señaló además que en el mundo actual donde las innovaciones científicas se suceden vertiginosamente no alcanza sólo con la alfabetización tradicional: "Un plan de educación integral debe alfabetizar digital y científicamente".
Para Sangari, la enseñanza es mucho más que una simple transmisión de información: "Se trata de incentivar en los alumnos las habilidades fundamentales para la vida: sentido crítico, capacidad de elegir, argumentación basada en datos, observación de los acontecimientos y conciencia sobre el impacto de nuestras propias actitudes". Basta escuchar a otro de los alumnos para comprobarlo: "Primero la seño nos explica y pensamos bastante. Despuès experimentamos cosas y así aprendemos mucho cada día", dijo Jonás, alumno de 4to grado de la escuela Jauretche de Tucumán.
Por Ines Hayes
¿Por qué apostar a la enseñanza de las ciencias desde los primeros años de la escuela? ¿Se pueden fomentar las vocaciones científicas? ¿Por qué una formación científica sólida mejora la calidad de la educación? Estos y otros interrogantes fueron respondidos por los expositores en el Simposio Aprender a pensa en el aula, organizado por Sangari Argentina, la Sociedad Científica y la UNESCO.
El auditorio de la Sociedad Científica, de la Ciudad de Buenos Aires, recibió el 2 de septiembre a decenas de docentes de distintos niveles educativos, interesados en mejorar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje.
"Este es un espacio para compartir la experiencia de quienes están trabajando en esto y de quienes diseñan políticas públicas. Desde Sangari ayudamos a que en las escuelas se atienda a la ciencia como algo fundamental", dijo en su introducción Jorge Werthein, presidente de Sangari Argentina. Desde hace más de 40 años, la organización internacional con sede en San Pablo, diseña métodos prácticos para mejorar la calidad educativa e incentivar la pasión de los alumnos por el conocimiento.
El programa Ciencia y Tecnología con Creatividad (CTC), creado por Sangari de Brasil y puesto en práctica en 62 escuelas argentinas, lleva a las aulas una propuesta diferente para el aprendizaje de las ciencias. Desde 2009, 14 mil alumnos de 4to, 5to y 6to grado compartieron este novedoso métodon. "Si hay algo que rescato del CTC es la palabra cambios. En la educación tradicional la ciencia se enseñaba explicando primero los conceptos y luego llevándolos al laboratorio. Los docentes les decíamos a los alumnos: vieron chicos, esto es como les dije que era", ejemplificó Silvina Vidal, maestra de cuarto grado de la Escuela Número 24 de Avellaneda. "Con este programa esa manera de educar cambia totalmente porque la enseñanza se basa en la pregunta. La ciencia es lo que les pasa a los chicos a su alrededor: el aula se transforma en un espacio creativo y todos se animan a participar y a pensar científicamente", reflexionó la docente de primaria. A través del programa diseñado por Sangari, se acompaña a los alumnos a que construyan sus propios razonamientos. "De este modo se apropian del conocimiento porque fueron ellos los que lo crearon. La curiosidad es común a todos los chicos, no importa el sector del que provengan, y con esta manera de enseñar se les despierta esa curiosidad", agregó la maestra Silvina Vidal.
En las escuelas argentinas en las que se aplicó el programa de CTC las estadísticas fueron más que elocuentes: de un 15% de respuestas correctas en los exámenes de principios del ciclo se pasó al 70% luego de un año de trabajo. La enseñanza que se propone en el CTC es por indagación: se estimulan maneras de pensar y estrategias de razonamiento. Todas las clases comienzan con un interrogante al que se va respondiendo con experimentos que, a su vez, van generando nuevas preguntas y debates. Además, como los alumnos deben ir anotando y leyendo constantemente sus experimentaciones, también se fomenta la lecto-escritura. "Todo lo que vimos en ciencia me gustó, pero lo de los huesos, más. Ahora sé los nombres, sé cómo me muevo y cuando tenga hijos se los voy a enseñar, y a mis alumnos también porque quiero ser maestra de ciencias", confió Sofía, alumna de la escuela Manuel Arroyo Pinedo, de Tucumán.
En Argentina, donde el 55,2% de la población mayor de 15 años no tiene el secundario completo y el 17,3% de los niños y adolescentes está bajo la línea de pobreza, la inclusión educativa se vuelve trascendental. "El porgrama de Sangari está ideado para que todos puedan aprender a aplicarlo", dijo Melina Furman, integrante del poryecto. "Con esta forma de enseñar ha vuelto el entusiasmo. Los chicos cuentan en las casas lo bien que la pasaron y no quieren faltar los días que tienen ciencia", ejemplificó Natacha Sáenz, directora de la escuela número 3 de Lanús.
En Brasil, los programas de enseñanza de Snagari formaron a a más de 717 mil alumnos de escuelas públicas y privadas. En la Argentina, los integrantes de esta institución trabajan con el Ministerio de Educación de la Nación para universalizar la implementación del método. Desde 2010, el programa también llegó a Estados Unidos. "En América Latina y el Caribe es necesario profundizar la educación del conocimiento científico, sobre todo para fomentar un desarrollo independiente", amplió la visión Jorge Grandi, director de la oficina regional de ciencia para América Latina y el Caribe de la UNESCO.
Del encuentro participó también Juan Carlos Tedesco, ex ministro de educación de la nación, experto en problemáticas educativas. "La formación científica es básica para tomar decisiones ciudadanas. Si hoy queremos ser competitivos, la ciencia debe ser enseñada masivamente". El ex ministro señaló además que en el mundo actual donde las innovaciones científicas se suceden vertiginosamente no alcanza sólo con la alfabetización tradicional: "Un plan de educación integral debe alfabetizar digital y científicamente".
Para Sangari, la enseñanza es mucho más que una simple transmisión de información: "Se trata de incentivar en los alumnos las habilidades fundamentales para la vida: sentido crítico, capacidad de elegir, argumentación basada en datos, observación de los acontecimientos y conciencia sobre el impacto de nuestras propias actitudes". Basta escuchar a otro de los alumnos para comprobarlo: "Primero la seño nos explica y pensamos bastante. Despuès experimentamos cosas y así aprendemos mucho cada día", dijo Jonás, alumno de 4to grado de la escuela Jauretche de Tucumán.
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