Martes 24 de abril del 2012, El Universo
Blanca Moncada Pesantes
El bullying no es una patología, sino un fenómeno social, explica la psicóloga especialista en adolescentes Esther Sánchez Alvarado. “Se palpa a través de cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares y colegiales. Los protagonistas suelen ser niños en proceso de entre 12 y 15 años, de cualquier clase social”, indica.
Los investigadores Abraham Magendzo, Paula Legüe y Pablo Madriaza, de Fundación Ideas, publicaron en un estudio que existen varios tipos de bullying. Mencionan entre estos el de carácter físico, cuando hay empujones o golpes; verbal, con insultos; indirecto, cuando se propagan rumores sobre la víctima, y digital, cuando la agresión se realiza a través de redes sociales o celulares.
¿Qué buscan los agresores? El psicólogo Germán Tapia Lindao es claro al especificar esta parte: “ellos están ávidos de atención”. Necesitan crear un mundo en el que sean temidos, admirados o solo reconocidos, y logran esto a través del maltrato a los estudiantes de bajo perfil o personalidad débil.
Uno de los problemas de los agresores es que fungen de líderes y suelen ser fuerte influencia en su entorno. “Ganan adeptos y crean células para hostigar a una o varias víctimas, casi nunca actúan solos, y atacan a los que son diferentes o aplicados”, agrega Tapia.
El agredido, en cambio, desarrolla inseguridad, indica la consejera estudiantil Norma Aguirre López. “Nerviosismo, aislamiento, tristeza y miedo a asistir al colegio son algunas de las actitudes que suelen desarrollar quienes son víctimas del bullying”, describe. Esto puede sumergir al joven en un estado de depresión que tendría como consecuencia más grave el suicidio.
Lo complejo de este fenómeno es que tanto la parte agresora como la agredida presentan conflictos que traen desde sus hogares, señala la especialista. La primera está protagonizada por jóvenes cuyos padres son consentidores. Son el centro de atención en casa y quieren serlo en el colegio, menciona, y agrega que son incapaces de sentir empatía.
Los agredidos, en cambio, son los estudiantes que tienen problemas para socializar o tienen un círculo de amigos muy reducido. “Los padres de los jóvenes víctimas del bullying son, en su mayoría, sobreprotectores con los menores”, agrega Aguirre.
¿Qué hacer? Los investigadores de Fundación Ideas indican en su informe que algunos padres de familia suelen recomendarle a sus hijos o hijas: “golpéalo, así nunca más te va a molestar”; “ignóralos y te van a dejar tranquilo”; “no acuses a los intimidadores, porque te van a molestar más”. “Estas sugerencias lo único que hacen es reforzar y mantener el bullying en las escuelas”, aseguran.
Aguirre sugiere que padres y maestros analicen las actitudes de los jóvenes en el hogar y los centros de estudio, respectivamente, para poder determinar si hay conductas agresivas. “De confirmarse, el paso a seguir es que los maestros inicien campañas a nivel de todo el plantel y den charlas frontales sobre la problemática”, concluye.
“Los padres de los jóvenes víctimas del bullying (hostigamiento) son, en su mayoría, sobreprotectores con los menores”.
Norma Aguirre López
Los investigadores Abraham Magendzo, Paula Legüe y Pablo Madriaza, de Fundación Ideas, publicaron en un estudio que existen varios tipos de bullying. Mencionan entre estos el de carácter físico, cuando hay empujones o golpes; verbal, con insultos; indirecto, cuando se propagan rumores sobre la víctima, y digital, cuando la agresión se realiza a través de redes sociales o celulares.
¿Qué buscan los agresores? El psicólogo Germán Tapia Lindao es claro al especificar esta parte: “ellos están ávidos de atención”. Necesitan crear un mundo en el que sean temidos, admirados o solo reconocidos, y logran esto a través del maltrato a los estudiantes de bajo perfil o personalidad débil.
Uno de los problemas de los agresores es que fungen de líderes y suelen ser fuerte influencia en su entorno. “Ganan adeptos y crean células para hostigar a una o varias víctimas, casi nunca actúan solos, y atacan a los que son diferentes o aplicados”, agrega Tapia.
El agredido, en cambio, desarrolla inseguridad, indica la consejera estudiantil Norma Aguirre López. “Nerviosismo, aislamiento, tristeza y miedo a asistir al colegio son algunas de las actitudes que suelen desarrollar quienes son víctimas del bullying”, describe. Esto puede sumergir al joven en un estado de depresión que tendría como consecuencia más grave el suicidio.
Lo complejo de este fenómeno es que tanto la parte agresora como la agredida presentan conflictos que traen desde sus hogares, señala la especialista. La primera está protagonizada por jóvenes cuyos padres son consentidores. Son el centro de atención en casa y quieren serlo en el colegio, menciona, y agrega que son incapaces de sentir empatía.
Los agredidos, en cambio, son los estudiantes que tienen problemas para socializar o tienen un círculo de amigos muy reducido. “Los padres de los jóvenes víctimas del bullying son, en su mayoría, sobreprotectores con los menores”, agrega Aguirre.
¿Qué hacer? Los investigadores de Fundación Ideas indican en su informe que algunos padres de familia suelen recomendarle a sus hijos o hijas: “golpéalo, así nunca más te va a molestar”; “ignóralos y te van a dejar tranquilo”; “no acuses a los intimidadores, porque te van a molestar más”. “Estas sugerencias lo único que hacen es reforzar y mantener el bullying en las escuelas”, aseguran.
Aguirre sugiere que padres y maestros analicen las actitudes de los jóvenes en el hogar y los centros de estudio, respectivamente, para poder determinar si hay conductas agresivas. “De confirmarse, el paso a seguir es que los maestros inicien campañas a nivel de todo el plantel y den charlas frontales sobre la problemática”, concluye.
“Los padres de los jóvenes víctimas del bullying (hostigamiento) son, en su mayoría, sobreprotectores con los menores”.
Norma Aguirre López
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