EL INFORME OPPENHEIMER
ANDRÉS OPPENHEIMER AOPPENHEIMER@ELNUEVOHERALD.COM
Cuando la reciente Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia, decidió encomendar un estudio sobre la posible despenalización de las drogas a la Organización de Estados Americanos (OEA), muchos pensaron que ese sería el final de la historia, y que todo el tema pasara al olvido. Sin embargo, puede que estén equivocados.
Es la primera vez que una cumbre de tal magnitud aborda de frente lo que antes era un tema tabú, y hay varios factores no relacionados que posiblemente coloquen el debate sobre la despenalización en el centro de la agenda diplomática regional a finales de este año, o principios del 2013.
En una reunión a puertas cerradas durante la Cumbre de las Américas que se realizó en Cartagena el 14 y el 15 de abril, los presidentes acordaron pedirle a la OEA que haga un estudio sobre la guerra contra las drogas, y ofrezca soluciones alternativas. Los presidentes no dieron detalles acerca de cómo se hará el estudio, ni cuándo debería estar listo.
En días pasados, intrigado sobre si deberíamos tomar esta iniciativa en serio, llamé al Secretario General de la OEA José Miguel Insulza y le pedí que nos diera los detalles.
Los escépticos dicen que la cumbre del presidente Obama y los jefes de estados latinoamericanos en Cartagena hizo lo que los presidentes hacen cuando no saben cómo resolver un problema: encargaron un estudio y patearon el problema para adelante. Este proceso puede durar años, dicen los críticos.
Pero los que quieren buscar alternativas para reemplazar la guerra contra las drogas señalan que el movimiento pro-legalización está ganando impulso, y que el estudio de la OEA le dará mayor legitimidad a quienes abogan por cambios.
Hace apenas una década, el debate sobre la legalización estaba limitado a los círculos académicos. Después, en el 2009, tres ex presidentes -Fernando Henrique Cardoso de Brasil, Ernesto Zedillo de México y César Gaviria de Colombia- emitieron una declaración conjunta en apoyo de la descriminalización de la marihuana. Más tarde, otro ex presidente mexicano, Vicente Fox, hizo una propuesta aún más osada: la legalización de todas las drogas.
A principios de este año, por primera vez, un presidente latinoamericano en funciones -Otto Pérez Molina, de Guatemala- pidió que se estudie la posibilidad de una legalización de las drogas. Poco después, el presidente colombiano Juan Manuel Santos dijo que propondría un “debate serio” sobre el tema en la Cumbre de Cartagena, que terminó con el pedido del estudio a la OEA.
Cuando le pregunté a Insulza sobre el estudio, respondió que “queremos terminarlo para fin de año, y hacerlo público para marzo del año próximo”. Será exhaustivo e investigará el negocio del tráfico de drogas, el éxito o el fracaso de varios países europeos que han experimentado la descriminalización, así como los medios para mejorar la educación, la prevención y la rehabilitación, dijo.
“Ofreceremos varias alternativas a lo que se está haciendo ahora”, me dijo Insulza. “La idea no es decirles a los presidentes lo que hay que hacer, sino ofrecerles un menú de opciones”, añadió.
Mi opinión: A finales de este año, o principios del 2013, los partidarios de la legalización o descriminalización de las drogas - o su regulación - verán su posición fortalecida por varios factores no relacionados entre sí.
En primer lugar, México tendrá un nuevo presidente en Diciembre, y lo más probable es que quien gane las elecciones de julio querrá distanciarse de la actual guerra contra las drogas, que ha dejado más de 50,000 muertes en los últimos cinco años.
En segundo lugar, los estados de California, Oregón y Washington incluirán propuestas para la legalización de la marihuana las elecciones de noviembre en Estados Unidos. Si ganara alguna de estas propuestas, se fortalecería el bando pro-descriminalización, y se debilitaría el apoyo en América latina a las políticas actuales. ¿Para qué luchar contra algo que es legal en Estados Unidos?, se preguntarían muchos.
En tercer lugar, el estudio de la OEA podría incluir la despenalización de la marihuana en su “menú de opciones”, dándole mayor legitimidad a esa alternativa. Sería deseable que la OEA, que últimamente no ha lucido por defender la democracia y los derechos humanos en el continente, se tome en serio este nuevo mandato.
No creo que la despenalización generalizada de las drogas duras sería una buena idea, pero si el nuevo estudio concluye que la despenalización de la marihuana le daría a los países más recursos para combatir la cocaína o la heroína, sería una alternativa mejor que la actual guerra contra las drogas que está costando tanta sangre, con tan pocos resultados.
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