El Sol de Hidalgo
29 de julio de 2011
Por Valentín Zapata Pérez
Pachuca, Hidalgo.- Con la comunicación y el uso de todo tipo de tecnología surge a flote un problema que tiene su origen en las aulas. Problemas siempre han existido, se habían disimulado o dejar pasar desapercibido porque no había tanta tecnología en manos de traviesos.
Quién de nosotros que haya tenido la oportunidad de asistir a los centros educativos, desde preescolar hasta la culminación de la carrera, fuimos testigos y padecimos o participamos en actos de fastidio, puesta de apodo, burla, travesuras y hasta golpes.
Quién diga no, que tire la primera piedra.
El problema siempre ha existido sólo que ahora lo llaman "Bullying", por no ser una palabra propia de nuestro idioma, a los padres de familia se nos hace difícil andar diciendo que nuestro hijo está siendo víctima de bullying, nos van a criticar.
Y nos van a aplicar bullying a nosotros mismos en la calle o en la propia escuela. Si se burlan de nuestra pronunciación, simple y llanamente nos van a inhibir a seguirla pronunciando. Eso es violencia psicológica.
Lo mejor, es decir objetiva y claramente que nuestro hijo podría estar siendo víctima o sufriendo violencia (física, psicológica, emocional o de cualquier otra índole).
Para nuestra idiosincrasia, bullying no es la palabra adecuada para describir éste tipo de actitudes que prevalecen en nuestras escuelas.
Bullying proviene de un vocablo holandés que significa "acoso", y es cierto que hay acoso en las escuelas, pero no todo lo que ahí sucede lo podemos definir con ésta palabra.
Debido a que en su mayoría, los alumnos disponen de una cámara y la red, el problema detonó. Lo que no sucedió hace por decir 15 años que todo se contaba entre escolares como una vivencia anecdótica, a veces inolvidable.
Hoy por hoy, quién quiera acceder a la red y ver una pelea escolar, por principio de cuentas es estridente, traumático e inconcebible ver lo que puede sucederse en un centro educativo.
Las causas son conductuales, lo mismo puede ser el reflejo de intimidaciones y abusos en la escuela y la familia, que recibir humillaciones de los adultos, o por simples complejos de superioridad.
Puede ser la forma de expresar en el espacio educativo, el sentir de su entorno familiar poco afectivo, en el que puede haber ausencia de padres, divorcio, violencia y humillación.
Sin descartar alguna discapacidad puede algún alumno ser tratado en su casa sumamente mimado o sobreprotegido.
Es importante que La autoridad educativa trabaje programas orientados a erradicar todo tipo de violencia que redunde en mejores niveles de aprovechamiento.
Toda vez que quién es víctima de violencia evidentemente baja su autoestima, pierde interés por el estudio hasta llevarlo a una condición de fracaso escolar, sufre trastornos emocionales, problemas sicosomáticos, depresión, ansiedad, hasta el caso de tener pensamientos suicidas.
Como padre de familia debe platicar con su hijo, estableciendo una comunicación de confianza para poder saber realmente cuál es el trato que recibe su hijo o hija, el problema no es exclusivo de ningún sector de la sociedad o sexo, predomina más en los varones.
Un agresor acosa a la víctima preferentemente cuando está solo, en los baños, pasillos, en el patio, donde los maestros en muchas ocasiones no se enteran.
Lo que puede ser un simple empellón, si no se detiene a tiempo, le puede provocar al alumno severos daños emocionales, al grado de no querer ir a la escuela.
Este tipo de violencia es más frecuente en niveles de secundaria y bachillerato, ahora más con fotos obscenas a través de correos o páginas en la red.
Pachuca, Hidalgo.- Con la comunicación y el uso de todo tipo de tecnología surge a flote un problema que tiene su origen en las aulas. Problemas siempre han existido, se habían disimulado o dejar pasar desapercibido porque no había tanta tecnología en manos de traviesos.
Quién de nosotros que haya tenido la oportunidad de asistir a los centros educativos, desde preescolar hasta la culminación de la carrera, fuimos testigos y padecimos o participamos en actos de fastidio, puesta de apodo, burla, travesuras y hasta golpes.
Quién diga no, que tire la primera piedra.
El problema siempre ha existido sólo que ahora lo llaman "Bullying", por no ser una palabra propia de nuestro idioma, a los padres de familia se nos hace difícil andar diciendo que nuestro hijo está siendo víctima de bullying, nos van a criticar.
Y nos van a aplicar bullying a nosotros mismos en la calle o en la propia escuela. Si se burlan de nuestra pronunciación, simple y llanamente nos van a inhibir a seguirla pronunciando. Eso es violencia psicológica.
Lo mejor, es decir objetiva y claramente que nuestro hijo podría estar siendo víctima o sufriendo violencia (física, psicológica, emocional o de cualquier otra índole).
Para nuestra idiosincrasia, bullying no es la palabra adecuada para describir éste tipo de actitudes que prevalecen en nuestras escuelas.
Bullying proviene de un vocablo holandés que significa "acoso", y es cierto que hay acoso en las escuelas, pero no todo lo que ahí sucede lo podemos definir con ésta palabra.
Debido a que en su mayoría, los alumnos disponen de una cámara y la red, el problema detonó. Lo que no sucedió hace por decir 15 años que todo se contaba entre escolares como una vivencia anecdótica, a veces inolvidable.
Hoy por hoy, quién quiera acceder a la red y ver una pelea escolar, por principio de cuentas es estridente, traumático e inconcebible ver lo que puede sucederse en un centro educativo.
Las causas son conductuales, lo mismo puede ser el reflejo de intimidaciones y abusos en la escuela y la familia, que recibir humillaciones de los adultos, o por simples complejos de superioridad.
Puede ser la forma de expresar en el espacio educativo, el sentir de su entorno familiar poco afectivo, en el que puede haber ausencia de padres, divorcio, violencia y humillación.
Sin descartar alguna discapacidad puede algún alumno ser tratado en su casa sumamente mimado o sobreprotegido.
Es importante que La autoridad educativa trabaje programas orientados a erradicar todo tipo de violencia que redunde en mejores niveles de aprovechamiento.
Toda vez que quién es víctima de violencia evidentemente baja su autoestima, pierde interés por el estudio hasta llevarlo a una condición de fracaso escolar, sufre trastornos emocionales, problemas sicosomáticos, depresión, ansiedad, hasta el caso de tener pensamientos suicidas.
Como padre de familia debe platicar con su hijo, estableciendo una comunicación de confianza para poder saber realmente cuál es el trato que recibe su hijo o hija, el problema no es exclusivo de ningún sector de la sociedad o sexo, predomina más en los varones.
Un agresor acosa a la víctima preferentemente cuando está solo, en los baños, pasillos, en el patio, donde los maestros en muchas ocasiones no se enteran.
Lo que puede ser un simple empellón, si no se detiene a tiempo, le puede provocar al alumno severos daños emocionales, al grado de no querer ir a la escuela.
Este tipo de violencia es más frecuente en niveles de secundaria y bachillerato, ahora más con fotos obscenas a través de correos o páginas en la red.
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