La Nación, 29/5/2014
Un informe de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (Unodc) revela las cifras de asesinatos producidos en el mundo durante la primera década de este siglo. Los números indican de modo fehaciente que América latina es la región que registra mayor violencia criminal en los últimos años, con 437.000 homicidios.
De ese modo nuestra región ocupa un lugar indeseable, pues ha desalojado del primer lugar al continente africano, que años atrás encabezaba ese ranking. Las cifras más alarmantes se registran en los países de América Central y, entre ellos, los peores datos corresponden a Honduras (90 asesinatos por cada 100.000 habitantes), seguida por El Salvador. En gran medida la responsabilidad de esos delitos concierne a las formas de la violencia organizada por el narcotráfico, que busca mantener su dominio en las áreas del tráfico de drogas, lo que provoca choques frecuentes por el control de aquéllas.
En cambio, hasta 2010, las naciones con menor número de asesinatos son Chile (3,1 homicidios por cada 100.000 habitantes), seguido de Cuba (4,2) y nuestro país (5,5). En tanto, las naciones económicamente más poderosas de la región -México y Brasil se ubican en un lugar intermedio. En el mundo, los países menos violentos son Singapur, Japón e Islandia.
En términos mundiales, casi el 80% de las víctimas son hombres y el 95% de los victimarios también lo son. En los casos de violencia familiar y de pareja, el mayor número son mujeres. En lo que concierne al esclarecimiento de los asesinatos, las policías asiáticas y europeas logran éxito en más del 80% de los casos; en América, sólo en un 50%.
Párrafo aparte merece la gravitación de "los maras" en América. Constituyen pandillas criminales que se asociaron originalmente en Los Ángeles, California, desde la segunda mitad del siglo XX. Aparecieron para "proteger" a salvadoreños que habían emigrado de su país a causa de un conflicto armado y eran mal recibidos. Los maras se expandieron por América del Norte y Central, donde actúan en zonas urbanas y suburbanas. Operan con células independientes. El número de sus integrantes se ha calculado entre 70.000 y 80.000 miembros, que forman un estado paralelo.
La descripción del panorama de violencia en América abre interrogantes sobre las formas más eficaces de la lucha contra el delito, cuestión aguda no resuelta..
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