Por: Juan Arias | 28 de junio de 2013, El País
Brasil es una paradoja: Río de Janeiro está considerado la ciudad del mundo, que mejor acoge a los homosexuales, la nueva San Francisco, al mismo tiempo que el Congreso pretende aprobar una ley para que los psicólogos puedan tratar a los gais como una enfermedad,
La violencia contra la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales ha aumentado en Brasil un 166% en 2012 en relación con 2011, según datos del ministerio de Derechos Humanos y de Políticas para las Mujeres.
En 2012 el número de homicidios contra homosexuales ha sido de 310, con un aumento de un 12,5% en relación con el año anterior.
Y se trata de números que, según el gobierno, podrían ser el doble, ya que la referencia se ha hecho teniendo en cuenta las denuncias llegadas a través del teléfono.
La mayoría de esas denuncias no son de las víctimas sino de amigos y familiares. Muchos de los homosexuales que sufren persecución y violencia no se atreven a denunciar a sus agresores.
La mayor parte de los homicidios perpetrados contra los homosexuales figuran en una edad joven, entre 15 y 29 años.
Casi todas las víctimas (90,2%) son de varones.
El Estado con mayor número de denuncias de actos de violencia cometidos contra los homosexuales es el del Distrito Federal de Brasilia, corazón del mundo político, con unas 9,3 denuncias por cien mil habitantes, contra el 1,69 de Río.
“Estos números demuestran que es necesario avanzar en la aprobación de leyes que protejan los derechos de esa población”, ha afirmado, la ministra de Derechos Humanos, María do Rosario.
Estas cifras escalofriantes de agresiones y homicidios cometidos contra el planeta gay, llegan en medio de una gran polémica ante la propuesta de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso, presidida por el pastor evangélico, Marco Feliciano, que intenta revocar una ley que prohíbe actualmente a psicólogos y psiquiatras tratar la homosexualidad como “una enfermedad”.
A la ley, criticada mayoritariamente por la población se la ha apellidado de“curación gay” y de ella hasta la ministra Do Rosario ha afirmado que es “un absurdo”. En verdad es una ofensa contra la comunidad de homosexuales y contra la misma ciencia.
La idea del pastor Feliciano sobre la "curación gay", ha exaltado la fantasía de viñetistas y de gente de la calle, como la que dice que no puede ir a trabajar porque "estoy gay".
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