24 de junho de 2013

Advierten que en el aula ahora los chicos se distraen con la tecnología


POR MARÍA EUGENIA PINTOS

Los especialistas dicen que el celular y la netbook sirven para enseñar sólo si hay un plan organizado.

24/06/13
Mensajes de texto invasivos, ringtones que no paran de sonar y alumnos navegando por Internet en el aula cuando no corresponde. Esta y otras escenas son un clásico dentro de las aulas argentinas. Las nuevas tecnologías llegaron, se colaron en la clase y ya están dejando un daño colateral: se convirtieron en una herramienta disruptiva pero también distractiva para muchos alumnos. De este modo, lo que a priori puede aparecer como una herramienta novedosa con el objetivo de mejorar el aprendizaje, muchas veces lo termina complicando.
¿Por qué se produce esto? Especialistas hablan de un choque de modelos. Sucede que la portabilidad de la nuevas tecnologías es “enemiga acérrima” de los ambientes controlados como las aulas. Es por eso que –por lo general- muchos alumnos aprovechan esa cuestión “liberadora” de “estar en otro lado” en vez de presenciar la clase (cosa que sienten como obligación).
“Es una forma de evasión que a ellos les resulta valiosa porque les permite conectarse con otras personas que les interesan. Valoran mucho la relación, compartir cosas por fuera de ese ámbito que está institucionalizado y que tiene una fuerte impronta de autoridad”, analiza Martín Parselis, profesor de Comunicación Digital e Interactiva e investigador de la UCA.
Un estudio cordobés recientemente realizado por la Red de Capacitación de Recursos TICS del Ministerio de Educación de esa provincia grafica a la perfección cómo los chicos ya piensan la escuela a futuro. Alumnos de 8 a 18 años respondieron que anhelan una escuela sin paredes, que vaya más allá del ámbito físico. Para ellos no sólo se aprende en las horas de clase sino en la vida y en cualquier momento.
“La movilidad trajo revuelo al clima institucional pero no puedo asegurarte que distraigan. Eso depende de cómo está llevando a cabo la clase el profesor”, dice Gabriela Galíndez, coordinadora de la red. La clave para evitar estos sinsabores en clase parece radicar en la innovación de los métodos de enseñanza, que incluye un amplio conocimiento de los dispositivos.
“El tema es cómo convertir esos procesos que los alumnos tienen naturalizados en algo significativo para los contenidos de clase”, agrega Parselis. Hugo Castellano, docente especialista en TICS, coincide: “Estamos frente a un problema pedagógico donde lo que está errado es esa pretensión tan común de preservar un ‘ritmo’ que fue pensado para un escenario tradicional, inyectándole elementos tan complejos como ciertos artefactos tecnológicos. Ciertamente hay alumnos que hacen un uso indebido, inapropiado de los dispositivos. Pero los dispositivos no son culpables; es el alumno quien decide si se rinde ante ello o no”.
Así, para muchos los dispositivos tienen sentido en el aula si son parte de una estrategia cuyo ritmo marca el maestro. “Si están fuera de esa planificación generan ruido. Lo que pasa es dentro del discurso escolar muchas veces no está claro el papel que le asignamos a estas herramientas. Da la sensación de que los maestros están explorando junto con los chicos la utilización de estos aparatos”, agrega Andrés Delich, director del CEPP y ex ministro de Educación.
Para la Academia Nacional de Educación, las nuevas tecnologías están mejorando el rendimiento en el aula pero sólo para aquellas escuelas con programación organizada, seria y sin improvisaciones (ver Dar una netbook sin maestros preparados...).
Pese a que todavía no llegaron las netbooks prometidas por el Gobierno, el Colegio Nacional de Buenos Aires puso en marcha una serie de programas TICS que incluyen el uso wi fi en todo el colegio, de manera organizada y controlada. Sucede que de acuerdo a censo interno, más del 90% de los chicos asiste a clase con un teléfono inteligente con acceso a Internet. A pesar de esto, en las clases el uso del celular no interrumpe el ritmo normal de las mismas. La utilización es autorregulada por alumnos e incluso profesores. “Los chicos saben que no pueden atender teléfonos ni mandar mensajes. Y por lo general lo respetan”, dice el rector, Gustavo Zorzoli.
¿Cuál es la solución que sugiere la psicología frente a este tipo de problemas? Los profesores deben imponer autoridad pero con actitud empática. “Porque los dos extremos provocan la dificultades de aprendizaje y comunicación dentro del aula”, dice Sara Zusman de Arbiser, médica psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina Además, afirma que la prohibición de dispositivos en el aula genera más estimulación. “Prohibir no sirve. Cuando más prohibís, más estimulas su uso”, agrega su colega Josefina Saiz de Finzi, psicoanalista de APA. Por eso sugieren un espacio de reflexión en el aula para determinar las alteraciones sociales que están provocando este tipo de problemáticas.

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