2 de março de 2011

Los fallos en la educación echan leña al fuego en Oriente Próximo











































02 mar 2011

Los fallos en la educación echan leña al fuego en Oriente Próximo

Por: Gonzalo Fanjul
Kevin2 Ayer contábamos la presentación mundial del Informe UNESCO de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo, que se realizó en Nueva York. Hoy su director, Kevin Watkins, ofrece para este blog un fascinante análisis de las revueltas árabes desde la perspectiva educativa:

La muerte por autoinmolación de Mohamed Bouazizi, un tunecino de 26 años que intentaba ganarse la vida como vendedor de fruta, desencadenó un terremoto democrático que ha derrocado dictadores. Su muerte también reflejó la impotencia y el resentimiento de millones de jóvenes árabes que han sido profundamente traicionados por los disfuncionales sistemas educativos de la región.
Los Gobiernos de Oriente Próximo y el Norte de África han invertido considerablemente en educación; la década pasada, fue testigo de una rápida expansión de la escolarización primaria, secundaria y terciaria. Sin embargo, la educación en la región está crónicamente desconectada del mercado laboral.
Millones de jóvenes están abandonando las escuelas y las universidades sin la preparación que necesitan para conseguir un trabajo, y el propio mercado laboral está paralizado por la mala gestión económica. El resultado es altos niveles de educación con desempleo masivo.
Los problemas en Oriente Próximo y el Norte de África varían según los países. Sin embargo, destacan tres factores. La política en toda la región está siendo transformada por una revolución demográfica, las expectativas frustradas y una reacción popular contra regímenes autocráticos que combinan sistemas políticos que no rinden cuentas con políticas económicas fallidas.
El mundo árabe es cuna de una “superabundancia de jóvenes”. Casi una de cada cinco personas ‒aproximadamente 95 millones‒ tiene entre 15 y 24 años. Más de la mitad tiene menos de 25 años.
Los países con poblaciones tan jóvenes como esas necesitan crear las aptitudes y las oportunidades económicas que ofrecen esperanza de empleo, seguridad y una mejora del estándar de vida. Esa esperanza fue denegada a Mohamed Bouazizi y está ausente en la vida de millones de jóvenes en todo Oriente Próximo y el Norte de África. Esta es la región con la mayor tasa de desempleo juvenil del mundo. Uno de cada cuatro jóvenes no tiene empleo. En Egipto, la tasa de paro juvenil es del 34%; en Túnez, del 31%.
Esta situación es fuente de una profunda frustración. Incapaces de tener la independencia económica y el estatus social que viene con el empleo, los jóvenes se ven obligados a retrasar el matrimonio, la formación de sus propias familias y la compra de una casa.
Entonces, ¿qué ha fallado? ¿Por qué tanta educación e inversión pública no han logrado crear un ciclo virtuoso de crecimiento económico, creación de empleo y mayores oportunidades para los jóvenes?
Una mala gestión económica a la vieja usanza contribuye sin duda al fracaso en la creación de puestos de trabajo. Buena parte del crecimiento en Oriente Próximo puede atribuirse a los altos precios del petróleo y al boom de los precios inmobiliarios. Los Gobiernos han mostrado un interés limitado en la promoción de la actividad empresarial. Los altos impuestos, la corrupción y la opresiva burocracia han sofocado a las compañías.
La atroz desigualdad que muestran los estados árabes es testimonio de políticas económicas que han hecho fabulosamente ricas a élites minúsculas y que han olvidado a una amplia mayoría.
Los Estados árabes necesitan una agenda de reformas dirigidas a reducir las desigualdades y la creación de puestos de trabajo. Pero también necesitan urgentemente desarrollar sistemas educativos que den a los jóvenes las habilidades necesarias para conseguir empleo.
Pese a la expansión del acceso y la inversión en educación, los Estados árabes tienen algunos de los sistemas educativos del mundo con peores resultados. Los problemas comienzan en una fase temprana. En el Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo de este año, señalamos que más del 90% de los estudiantes de cuarto grado de Kuwait, Marruecos y Catar obtuvieron puntuaciones inferiores al nivel de referencia más bajo en las pruebas de lectura, lo que significa que carecen incluso de una comprensión básica.
La misma pauta aparece en niveles superiores del sistema educativo. El cuarto ciclo del Estudio Internacional de Tendencias en Matemáticas y Ciencias mostró que la mitad de los estudiantes de Argelia, Egipto, Siria y Túnez han pasado ocho años en el colegio sin adquirir un conocimiento de matemáticas básicas.
¿Por qué los sistemas educativos de Oriente Próximo y del Norte de África obtienen tan malos resultados? En muchos países, los profesores reciben una formación pobre –y la enseñanza es percibida como una fuente de trabajo de último recurso y de bajo estatus para quien entra en la administración pública. Se pone énfasis en la memorización, en lugar de hacerlo en la resolución de problemas y en desarrollar habilidades más flexibles –las competencias que se precisan en una economía mundial cada vez más basada en el conocimiento.
Los sistemas educativos de Oriente Próximo y del Norte de África están dirigidos a un mercado laboral del sector público que está contrayéndose y a la entrada en la educación pos secundaria. Mientras tanto, la educación básica está en crisis. La región tiene todavía 6 millones de niños con edad de cursar la primaria sin escolarizar –aproximadamente el 16% del total mundial. Arabia Saudí tiene una tasa de escolarización en educación primaria más baja que Zambia pese a la enorme brecha de riqueza existente entre ambos países.
La autocracia y la burocracia en el mundo árabe se han unido para crear una generación de jóvenes sin esperanza en un futuro mejor. Pero, en cada crisis hay una oportunidad. Los niños y los jóvenes son un activo. El desafío político es aprovechar ese activo mediante la reforma democrática y una agenda para la educación y el empleo. Los gobernantes que no respondan a ese desafío enfrentan la posibilidad de ser barridos del poder –con toda razón.
En la mayoría de los países, más educación significa menos riesgo de desempleo. En Oriente Próximo y en el Norte de África, no. En Egipto, el grupo de personas con estudios que tiene mayor probabilidad de estar desempleado es el de nivel universitario o superior. Aproximadamente una cuarta parte de los hombres de ese país con estudios universitarios, y casi la mitad de las mujeres graduadas, no tienen empleo. No es difícil adivinar por qué los diplomados universitarios aparecieron de una manera tan destacada como líderes de la Plaza Tahrir.

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