ENTREVISTA: ÁNGEL GABILONDO Ministro de Educación
J. A. AUNIÓN / MARIBEL MARÍN - Madrid - 04/09/2011
Es viernes, primero de septiembre, y el ministro de Educación, Ángel Gabilondo (San Sebastián, 1949) recibe a EL PAÍS en un edificio en obras casi vacío. Mínima actividad a escasos tres meses de las elecciones del 20-N y en plena polémica por los recortes educativos en un sistema lastrado por el fracaso escolar. Los profesores de cuatro comunidades (Madrid, Galicia, Navarra y Castilla-La Mancha) han lanzado una llamada de auxilio. Gabilondo, antes que ministro catedrático de Metafísica, rector de la Universidad Autónoma de Madrid y rector de rectores, sale en su defensa. Ni son vagos ni llorones, viene a decir. Recortar docentes a costa de subir horas lectivas solo puede perjudicar la enseñanza individualizada y la atención a los alumnos con necesidades especiales.
"No sé el alcance de los recortes, pero es que, además, no lo sabe nadie"
"Los profesores ya han mostrado su solidaridad cobrando menos"
"Si invertir en enseñanza es caro, no invertir es carísimo"
"Me siento responsable, pero no culpable, del fracaso del pacto"
"Nadie me ha hablado de listas, pero soy fácil de convencer"
"La calidad de la educación afecta muy directamente al futuro del país"
Pregunta. ¿España puede permitirse recortes en educación?
Respuesta. Son tiempos de austeridad para todos y estamos trabajando por una estabilidad económica. El Gobierno ha reclamado a las comunidades que hagan este esfuerzo de evitar un déficit. Estamos mejorando en educación; ahora bien, es cierto lo que dijo la comisaria Androulla Vassiliou de que el abandono y el fracaso escolar se resentirán mucho si se hacen recortes. Creo que educación y sanidad deberían quedar al margen de políticas de recorte.
P. Si se pone un techo de déficit, ¿por qué no un límite al recorte en servicios sociales?
R. Soy partidario de que haya un verdadero compromiso en esa dirección. No sé dónde ni cómo hay que hacerlo, pero sé que es imprescindible. A eso le llamo yo un acuerdo de Estado. Y tengo la impresión de que los ciudadanos están bastante de acuerdo. He citado tantas veces esta frase que ya parece un estribillo, pero es verdad: si invertir en educación es caro, no invertir es carísimo.
P. ¿Sabe usted cuál es el alcance del tijeretazo en las autonomías y a cuántos profesores va a afectar?
R. No, no lo sé. Pero es que, además, no lo sabe nadie.
P. ¿Y no le parece grave que un ministro de Educación desconozca el alcance de los recortes por el sistema que tenemos?
R. Si fuera por esa razón, sí, pero no es que lo desconozca por el Estado autonómico, sino porque, entre otras cosas, la decisión todavía no figura en los presupuestos de las comunidades. Lo que hay por ahora son declaraciones y algún paso que se ha dado en alguna comunidad en relación con los profesores y el número de horas lectivas.
P. Pero ya ha habido recortes. Hay 2.000 millones menos para educación en 2011 y no solo son los sueldos de los profesores. Se han eliminado rutas de transporte, programas de compensación, atención a la diversidad...
R. En lo que el Gobierno llama la función de educación no ha habido menos cantidad este año. Habrá que ver el balance de las cosas que se han hecho en las comunidades. Solo me preocupa que esto nos lleve más allá de lo que llamaríamos la razonable austeridad en tiempos de crisis. Y me preocupan los profesores, su ánimo y su confianza. El profesor no es solo el que transmite conocimientos en las horas de clase. La disposición de 1994 dice que un profesor tiene 37,5 horas de dedicación. Y se manda un mensaje como si trabajara 20 horas y el profesor está las 37,5 horas.
P. Si no fuera ministro, como profesor, ¿se manifestaría?
R. No lo sé. Lo que sí haría es hacer valer mis razones de manera democrática y clara. Porque se van a resentir desdoblamientos de grupos, atención a necesidades específicas, seguimiento individual de los estudiantes. Y lo que me importa a mí son los ciudadanos, los chavales, las familias, la educación. Respeto el autogobierno de cada comunidad, pero en este momento en educación no nos podemos permitir que se haga un esfuerzo menor que el que se está haciendo. Luego vendremos a decir que España no mejora en abandono escolar... Y otra cosa. Los ciudadanos han hecho un esfuerzo muy fuerte en España para financiar la educación. También hay que analizar resultados y rendir cuentas.
P. ¿Tiene el ministerio suficiente margen de actuación o ha quedado vacío de competencias?
R. Tenemos las competencias que tenemos. Esto de las transferencias de la educación no es una cosa que haya hecho yo, me parece que el último que hizo las transferencias fue Mariano Rajoy. Y yo creo que ha producido muchos beneficios para el país; la proximidad, una mayor inversión, una cierta capacidad de gestión y autonomía. No seré yo quien haga un discurso contra la autonomía.
Creo que este sistema es el más beneficioso, pero hay que aplicarlo con un principio de solidaridad. Espero que nadie crea que volviendo a un modo de gobernar más centralista las cosas iban a ir mejor. Se puede hablar del fracaso del pacto [Gabilondo intentó un gran acuerdo de Estado por la educación], pero era también una convocatoria, un espacio para una mayor coordinación.
P. ¿De quién fue la culpa del fracaso del pacto?
R. Yo me siento responsable, pero no culpable. Creo que no se dieron las circunstancias para el acuerdo porque se abrieron debates que hubiera sido mejor no incluir en ese proceso. En ese momento estábamos hablando del Estatuto de Cataluña. Entonces ya entra el tema de las autonomías, el debate de la lengua, asuntos que dieron complejidad.
P. Usted dijo en diciembre: "España saca bien, solo bien en educación". ¿Corremos el riesgo de suspender?
R. No, no lo corremos. España está mejorando en educación: hay casi cinco puntos menos de fracaso escolar, menos abandono, casi tres puntos. Claro que hay cosas que no van muy bien, pero hay que ver cómo era España hace 30 años, en qué situación educativa estábamos, en las universidades, en la investigación. Venimos de un lugar un poco difícil.
P. ¿Qué falta?
R. Hemos dado un salto enorme en la socialización de la educación con un sistema, además, inclusivo. Hemos integrado a más de un 10% de personas de otros países. España es probablemente el segundo país del mundo en equidad. Tenemos nueve millones de personas escolarizadas. Ahora hay que asentar esos avances con procesos de calidad. ¿Qué nos falta? Tenemos un sistema un poco rígido que necesita abrirse más. Las medidas que hemos tomado en relación con la FP o con el último año de la ESO creo que lo flexibilizan para que haya menos abandono, menos fracaso.
P. ¿En qué no se puede recortar de ninguna manera?
R. En todo lo que tiene que ver con programas de refuerzo de apoyo, en la tutorización. Nadie pone en cuestión que tenga que haber Matemáticas y Lengua, pero tenemos que interiorizar la importancia de una enseñanza más individualizada, una atención a la diversidad, a chavales que tienen más dificultades o más cualidades también. Es verdad que en España no está mal la relación de profesores y alumnos, pero esto no es fruta, no se suma como peras y manzanas. Hay que tener un cierto cuidado con que cualquier profesor dé cualquier materia. La prioridad absoluta del sistema educativo es la gente, es decir, la lucha contra el fracaso y el abandono; en eso hemos mejorado y esperamos continuar. Pero si quitamos los programas, los apoyos, si debilitamos la estructura individualizada, el objetivo se puede resentir. Recortar es también priorizar, y pido que unamos las fuerzas para que en educación no ocurra eso. Todos tenemos que hacer un esfuerzo. Los profesores ya han mostrado su solidaridad cobrando menos y, por tanto, han hecho un esfuerzo, y por eso lo último que podemos hacer es culpabilizarles de la situación.
P. ¿Está de acuerdo en que cuantos menos profesores, menos posibilidades de luchar contra el fracaso y el abandono?
R. No todo consiste en trabajar mucho más, sino en trabajar mucho mejor. Ahora, más profesores permiten una mejor organización. Yo no quiero hacer de consejero de Educación, lo que digo es: cuidado con estas cosas, porque afectan muy directamente a la calidad de la educación y esta afecta muy directamente al futuro del país. Si se manda el mensaje de que los profesores no trabajan, esto me inquieta, me disgusta. Los profesores trabajan muy intensamente y además es un trabajo de una enorme complejidad, que exige una dedicación no solo de tiempo, sino personal. Ahora es el momento de hacer discursos de reconocimiento a los profesores, ahora tenemos la ocasión, ya que tanto hemos hablado de su autoridad. No pongamos en duda su dedicación y su entrega.
P. Si usted estuviera en un Gobierno autónomo, ¿recortaría algo en Educación?
R. Quien recorta finalmente es el parlamento autónomo. Yo, desde luego, como he hecho aquí , trabajaría todo lo que pudiera para hacer los mínimos posibles. Desde luego, si las becas no se han recortado, sino que han incrementado en tiempos de crisis, si hemos puesto 96 millones de euros para la gratuidad de los libros de texto, yo digo que al menos se vaya en esa dirección. He hecho lo que he podido para que no haya recortes en educación. Se me ocurren otras cosas en las que puede recortarse, pero no soy yo quien para decirlo.
P. ¿Es el bilingüismo una prioridad?
R. En España no hemos sido cuidadosos, quizá porque hablamos unas lenguas maravillosas, pero tenemos un déficit.
P. ¿Por qué no se reforma la ley para obligar al bilingüismo, o el trilingüismo, allá donde hay dos lenguas cooficiales?
R. Igual no es la palabra obligar, pero vamos en esa línea. Es una prioridad para la modernización del sistema y para la igualdad de oportunidades.
P. Pero si es una prioridad, ¿por qué no se obliga por ley?
R. Está bastante obligado dentro de nuestras competencias. Por ejemplo, en lo que nos compete, hemos puesto el requisito del idioma en el máster de profesorado y en el acceso a la universidad habrá una prueba oral.
P. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha dado dos meses a la Generalitat para que cumpla la exigencia del Supremo de hacer al castellano, también, lengua vehicular.
R. Nosotros nunca hemos utilizado el debate de las lenguas como arma arrojadiza, que parece que algunos lo hacen. Las lenguas son vehículos de convivencia, que, además, han convivido con mucha naturalidad. Así que nunca hemos buscado dramatizar con eso, pero sí nos inquieta que se cumpla claramente la ley. Si hay una indicación que dice que hay que convivir en esa doble vía, habrá que encontrar la fórmula, pero le corresponde al Parlamento de Cataluña estipular en qué modo ha de hacerlo.
P. Entonces, ha de hacerlo...
R. Sí, claro, ha de hacerlo en el modo que el Parlamento estime, y buscando en qué cantidad de horas y lugares conviven ambas lenguas, pero desde luego hay una llamada a que se cumpla.
P. Quedan dos meses de legislatura, ¿está ya este ministerio de retirada?
R. Nuestra idea es gobernar hasta el último segundo. En universidades, en acceso a la función publica, en FP... Hay mucho que hacer, no tenemos la sensación de dejarnos llevar. No estamos cerrados por fin de ciclo.
P. ¿Cuál es su futuro político? ¿Irá en las listas del PSOE en las elecciones generales?
R. Lo primero que quiero ser es un digno ministro de Educación y no tengo ningún otro interés. Nadie me ha hablado de listas ni yo he hablado con nadie. Pero siempre he dicho que lo que me interesa es el compromiso público, la defensa de lo público y en esa disposición estoy; soy muy fácil de convencer si se hace desde esas instancias.
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