15 de noviembre de 2012
foro de debate Núm. 3.962 (1.637) ESCUELA 37
Durante la última sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas, su
Secretario General, Ban Ki-moon, presentó una nueva iniciativa mundial a favor
de la educación, denominada “La educación, primero”. En el marco de la
discusión de problemas políticos aparentemente más urgentes, este hecho pasó
prácticamente desapercibido para la opinión pública internacional. Los
educadores, sin embargo, no podemos ser indiferentes y debemos reflexionar
sobre su contenido.
En
primer lugar, es necesario destacar que esta iniciativa fue presentada por el
Secretario General, lo cual marca un avance con respecto a iniciativas
anteriores. Ahora es la autoridad máxima de las Naciones Unidas la que asume la
responsabilidad del programa mientras que tradicionalmente eran sus agencias
especializadas. Trasladado al plano nacional, este mensaje debería ser
entendido como que la educación ya no puede ser considerada una política sectorial. Por su importancia
estratégica en la construcción de sociedades más justas, la educación constituye
el pilar sobre el cual es posible promover crecimiento económico con justicia
social. En ese sentido, el mensaje de las Naciones Unidas indica que los
máximos líderes nacionales deberían involucrarse activamente en la definición
de las políticas educativas destinadas a alcanzar las metas del Milenio.
En
segundo lugar, la iniciativa convoca a todos los actores sociales a
comprometerse con la educación. La responsabilidad principal es de los gobiernos,
pero también los docentes, las familias, los estudiantes, la sociedad civil,
los empresarios, el mundo académico y los medios de comunicación de masas son
llamados a asumir un papel activo en este proceso. Por supuesto, ya han
aparecido algunos ideólogos y propagandistas del neoliberalismo criticando esta
iniciativa de Naciones Unidas porque adjudica a los gobiernos el liderazgo de
las acciones. Según estos comentaristas, sería preferible que fueran los
empresarios y el sector privado quienes lideraran los planes educativos, como
si la historia y la experiencia de las últimas décadas no haya demostrado que
aplicación de las recetas privatizadoras lleva a profundas crisis no sólo en la
educación sino en la sociedad en su conjunto. La verdad es que los empresarios
harían mejor en ocuparse de crear empleo, pagar buenos salarios y dejar de
promocionar programas de televisión basura. No está mal que pinten escuelas,
otorguen becas o regalen equipos. Pero esas acciones no modifican el panorama
global de la educación en un país.
La nueva iniciativa de Naciones Unidas, sin
embargo, no parece tomar en cuenta el aprendizaje realizado por las principales
experiencias del pasado en este mismo terreno. Al respecto, nos parece
necesario llamar la atención sobre, al menos, dos puntos principales.
En
primer lugar, estimo necesario discutir el significado de idea de la educación “primero”.
El concepto de “primero” sugiere que hay algo “segundo” o “tercero”. Si
el objetivo final es construir una sociedad más justa, los procesos para lograrlo son más complejos
que esta simple secuencia. Al respecto, la iniciativa de Naciones Unidas parece
ignorar las profundas transformaciones que se han producido en las últimas
décadas, particularmente en el mundo de los países en desarrollo. Dichas
transformaciones han provocado mayores niveles de desigualdad en el interior de
los países así como mayor heterogeneidad entre ellos. No es lo mismo China,
Brasil o la India, países superpoblados donde el crecimiento económico ha sido
espectacular en las últimas décadas, que países pobres del continente africano
o latino-americano. En el mismo sentido, también es necesario observar las
transformaciones en los países “ricos”, donde los jóvenes muy educados no
tienen trabajo. Este fenómeno interpela la idea de una relación simple y causal
entre desarrollo educativo y desarrollo económico y social.
Este
conjunto de transformaciones implica que la idea de “primero” debe ser
entendida como sinónimo de “prioridad” y no como una etapa de una secuencia
lineal de acciones políticas. El ideal de sociedad justa requiere acciones sistémicas
e integrales,
que abarcan tanto la educación como las políticas económicas, de empleo, de
distribución del ingreso, de salud y de vivienda, por ejemplo. Al respecto, no
existen secuencias de validez universal. Se puede comenzar por un sector, por
otro o por varios en forma simultánea. El mensaje debería señalar que la
educación es una prioridad, pero que con ella sola no alcanza.
En
segundo lugar, la nueva iniciativa debería al menos postular la necesidad de
discutir las formas más apropiadas para superar la debilidad de los compromisos
asumidos para cumplir con estos programas, aprobados retóricamente por el
conjunto de la comunidad internacional pero rápidamente abandonados.
Juan Carlos Tedesco
Universidad
Nacional de San Martín (Argentina)
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